neon

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Xiao Dejun siempre supo que era un puto genio. Veinte millas más arriba que todos los jodidos retrasados de su clase.


Ni siquiera estudiaba tanto, pero reconocía que su vida era una basura aburrida. Había pasado por una cantidad colosal de absolutamente nada; necesitaba acción, ebriedad, algo que lo hiciera sentir vigoroso un segundo.

Esperaba encontrarlo allí. Con la música bullendo de los altavoces, escurriéndose entre las luces quemando en derredor, el suelo pulsaba explosivamente y los cuerpos absorbían el ritmo con lozanía.


Era consiente de que su fachada lo hacía ver fuera de lugar. El olor que entraba por su nariz era un extraño tocando a su puerta, y la música se extendía como una línea sórdida de golpes y percusiones punzantes.



Sus mejillas pican, mas no las toca pues teme correr el maquillaje. Unas rayas color magenta de neón que ya había olvidado cómo lucían en su rostro. Qué puta vergüenza.


Gira la cabeza, su perfil saturadísimo en los púrpuras y azules de las anémicas luces de neón. Sus ojos caen en Yangyang, y para entonces, no hay manera de rehuirlo.



—¡JunJun!..., hola~.

Yangyang agitó la mano derecha, pues en la otra sostenía un vaso rojo. Una enorme sonrisa surcaba su rostro al verse cerca de alguien conocido.

Xiaojun asintió con un gesto parecido a un vago saludo. Y el menor desde lejos comprendió y se acercó a sentarse a su lado.


—Vaya fiesta —Dijo, acomodándose sobre el taburete mientras se llevaba el vaso a la boca.

—Sí...—Murmuró, sin intención de hacerlo, pero descubrió que su voz salía sin fuerza y tuvo la necesidad de toser—, sí. Y ni es treinta y uno.

La mente de Yangyang abandonó la pista y volvió al mayor los ojos.

—¿Saldrás el treinta y uno?


El rubio hizo una mueca de suficiencia mientras jugaba con el aro de su nariz, y negó lentamente con la cabeza. Ya pensaría qué haría en Halloween, pero desde luego no saldría de su habitación.


—Nah..., no me interesa volver a la horda de Harley Quinns —Espetó, comprobando que el alcohol en el fondo de su vaso eran gotitas—. Pero vas a traerme dulces el Lunes, ¿verdad?


—Mmm... mira, ahí está Kun. Yo ya me voy —Liu apuntó una figura lejana y, tras dar algunas palmadas en su hombro, se alejó sardónicamente, levantando sus dedos en señal de paz. A Xiaojun solo le quedó reír quedo mientras bebía la última gota que pudiera salir del vaso—. Nos vemos~.

—Nos vemos —Alzó la mano en despedida.




El tiempo se extinguía como la cerveza en su vaso, el gimnasio de la escuela más oscuro que nunca y cargadísimo de luces. Luces con forma de lunares, luces con forma de estrellas, luces de penes y de todas las formas que te podrías imaginar. Era un maldito circo allí dentro.





Cuando Xiaojun decide acercarse al ponche ya se encuentra alguien sosteniendo el cucharón sobre su vaso, así que decide ayudarle.

—¿Te sirvo?—Pregunta, casi gritándole al oído, llamando con ello la atención del otro. Wong Kunhang, mismo año, distinta clase.

—Oh, gracias.



Guanheng sostiene su vaso con ambas manos, sonriendo como si la caída del líquido le produjera una felicidad rebosante. Y cuando Dejun le ofrece el cucharón para que el castaño le sirva, reparó en la pequeña bolsa transparente que el otro abría con impaciencia, cual si en cualquier momento ésta pudiese serle arrebatada. Entonces deja una pastilla rosa caer y disolverse en la bebida, levantando la mirada para esta vez dirigirle la sonrisa, aceptando el utensilio y sirviéndole ponche como el mayor había hecho.



Neon Moon ೄ xiaoderyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora