moon

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Salió del baño, casi como escapando, y se abalanzó al calor y la humedad del gentío, sus oídos apenas procesando la algarabía que se acrecentaba ensordecedora en derredor. Había gente que parecía acercarse, con ellos la posibilidad de otro obstáculo para la diversión; mas nunca llegaban por completo, excepto el mismo de siempre.


—¿Qué haces?

Dejun resistió el impulso de rodar los ojos hasta la Luna, y se giró por una fracción de segundo a mirar al menor, antes de devolver la vista al frente.

—Busco a Hendery.

—Aaah, ya lo perdiste —Se mofó, mostrando sus encías—, ¿te puedo ayudar?



Dejun se sentía algo achispado, no en el buen sentido, sin embargo. Tampoco estaba borracho por completo, reconocía que de turcas había tenido peores a esta, pero sí estaba lo suficientemente ebrio y disconforme como para mostrarse rudo.
Entonces se detuvo en seco.


—¿Quieres alejar tu cara un segundo de mi?... ¡me has perseguido toda la puta noche!


Yangyang se echó un poco para atrás y su sonrisa se esfumó en una mueca.


—Está bien. Te has molestado —Confirmó, subiendo las manos a los lados de su cabeza. Sus ojos vagaban incesantemente por el lugar, tan perdido como para sentirse triste en lugar de arder en cólera contra el otro—. Nos vemos el Lunes.



El amparo se perdió, inciso por su creciente molestia, y se encontraba solo de nuevo, perdido en una marea de personas con un centenar de bebidas prohibidas encima. Tratando de darle forma a la figura que se perdía al fondo, abriendo una de las puertas del gimnasio, perdiéndose en algún pasillo.


El mundo calló, sumiéndose en un silencio vasto, tan tranquilo como para escuchar un alfiler caer en el centro del gimnasio. Mientras caminaba recto, haciéndose espacio entre una multitud sonriente, avanzando hasta correr a la puerta. Y la figura cobraba forma en los confines de su mente.

Cuando se adentró en los pasillos, cerrando la puerta tras él a favor de acabar de una vez con el ruido; y salvo por sus pasos presurosos, en los pasillos reinaba el silencio, que lo tenía sobrecogido a la espera de encontrarse con el chico que buscaba ávidamente.


Asomó la cabeza por cada salón, aventurándose en la posibilidad de ser descubierto por el conserje, que de seguro lo mandaría de vuelta a la fiesta a pudrirse en un asiento que ya llevaba su nombre. Pero había una oportunidad velada en alguna de las aulas que le tenía ansioso por poder girar por completo la perilla, y esa oportunidad la encontró tras un recorrido sinuoso del primer piso.


Guanheng se encontraba arrellanado sobre un pupitre al centro de la sala, con las rodillas flexionadas y los pies cruzados, reluciendo sus calcetines de Bob Esponja mientras organizaba las bolsitas que sacó de su bolsillo por el color de las pastillas dentro, la mayoría de un azul pálido, redondas y del porte de un botón pequeño.

Xiaojun, envalentonado por el ponche que Lucas había aderezado en la tarde, se aproximó al otro para sentarse a su lado, cruzando las piernas sobre la mesa, a lo que el otro se sorprendió, mas continuó con lo suyo con una incierta molestia incipiente mientras el otro comenzaba a estudiar cada pastilla meticulosamente.




—¿Qué son esos?—Preguntó, especulando sobre las pastillas azules que el otro tanto atesoraba. El pelinegro siguió su dedo hasta posar su vista en las mismas pastillas.


—Ni idea —Confesó, sacudiendo un poco la serpentina metálica que tenía en el pelo por culpa de las maquinitas de tonterías que decoraban el gimnasio—. Las encontré en la mochila de Xuxi.



Neon Moon ೄ xiaoderyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora