Antes de asestar el último golpe, Alba Reche ya sabía que iba a ganar ese combate.
Lo dejaba claro el marcador, pues había ganado dos de los anteriores tres rounds.
Se podía apreciar en las caras de los jueces, que la miraban con cierta sorpresa.
Se lo había repetido una y otra vez Capde, su entrenador, en cada descanso, mientras le cambiaba los vendajes de las manos.
Se lo había gritado la actitud entregada del público, que aunque no era muy numeroso, aplaudía con fervor cada vez que atacaba.
Pero, sobre todo, se lo habían dicho los ojos de Claudia Barquero, su contrincante, que, agotada, aguantaba el tipo como podía ante una Alba completamente fuera de sí.
Estaba en racha. Había arrasado en los cuatro últimos combates. Es cierto que la temporada no había empezado de la mejor manera para ella. Era el primer año que combatía a nivel nacional y le costó un poco adaptarse.
Pero pronto le había cogido el ritmo. A fin de cuentas, las boxeadoras que peleaban en la liga nacional española llevaban varios años haciéndolo y ya se tenían más que medido el tipo entre ellas. Alba era una novedad. Y si bien es verdad que eso jugó durante un tiempo en su contra, supo aprovecharlo para su beneficio. Su contrincantes no la conocían, no la habían visto pelear, no sabían la fuerza que su metro sesenta y sus 55 kilos podían albergar.
Y pronto empezó a darle la vuelta a los marcadores, a ganar combates, a captar público y patrocinadores. Incluso algún pequeño artículo en la prensa deportiva.
Y allí estaba esa tarde. Más enchufada de lo que lo había estado nunca, repartiendo ganchos a diestro y siniestro, mientras los ojos de su oponente la miraban exhaustos.
Por eso, cuando Claudia Barquero bajó dos centímetros su brazo izquierdo, incapaz de mantener siquiera la posición defensiva, recibiendo un derechazo en la barbilla por parte de su contrincante, y cayendo al suelo como un muñeco de trapo, Alba Reche supo que ya no se levantaría.
El árbitro se acercó al cuerpo semiinconsciente de la chica y comenzó a contar.
- Uno, dos, tres, cuatro...
Alba esperaba moviéndose por el cuadrilátero, dando pequeños saltos, incapaz de mantener la euforia, mientras Capde, en la esquina derecha, contenía el aliento.
El sudor caía por su frente, su nuca y su espalda, pero no importaba. En ese momento, no notaba el cansancio, los golpes no dolían. La adrenalina que segregaba su cuerpo en ese momento le habría hecho aguantar 3 rounds más. Pero todo estaba a punto de acabar.
-Siete, ocho, nueve... ¡DIEZ!
Nocaut. Final del combate. Alba Reche lo había vuelto a hacer.
La pregunta era, ¿sería suficiente?
El público comenzó a aplaudir mientras el árbitro se acercaba a ella para levantarle el brazo, dando por finalizado el combate y dejando claro que ella era la vencedora.
Su cuerpo no había asimilado aún la situación cuando unos brazos la envolvieron en un cariñoso abrazo. Capde la estrujaba con orgullo de padre mientras no dejaba de repetir:
-Lo has hecho, Alba, lo has hecho.
Se quitó los guantes y bajó de un salto del cuadrilátero, apresurándose a dar la mano a los jueces, quienes la felicitaron. Pero rápido se deshizo de ellos, pues su familia y sus amigos la esperaban en un rincón, algo apartados.
-¡Eres una bestia parda, Albita! - gritaba Julia, su mejor amiga.
-Ha sido increíble, tata, la tenías machacada en 10 minutos - continuó su hermana pequeña, Marina, estrujándola entre sus brazos.
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CONTRA LAS CUERDAS
FanfictionTras muchos años de esfuerzo, sudor y hostias, Alba Reche por fin había conseguido clasificarse para poder pelear en el campeonato nacional de boxeo femenino, en la categoría de peso ligero. Y no solo eso, su debut en el torneo estaba siendo toda un...