Capitulo 3.

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CAPITULO 3.

Una señora era brutalmente envestida por un carro del palacio, la gente se acercaba en tropa a ver quién era el noble que la había envestido tan brutalmente y cuando vieron descender a un joven con pose altiva, como si del mismo rey se tratase, se alejaron del carro con miedo a recibir algunos golpes por parte del noble.

Elián, reconoció Rea con cierto disgusto, Elián era uno de los hijos de un archiduque. Su cabello rubio su barbilla y sus facciones delicadas eran fáciles de reconocer. Sus ojos cafés miraban con asco a todo aquel inferior a él.

La gente se alejaba asustada del carro, Elián era apodado él maltratador, la gente sabía que nobles como él de pose presumida eran los que causaban los problemas por los que el pueblo pagaba.

Elián ni siquiera prestaba atención a la señora que estaba intentando levantarse, Rea con una rabia interna al ver tal osadía e injusticia frente a sus ojos, se aproximo a socorrer a la señora, no sin antes colocarse las prendas que habían volado de la bolsa de quehaceres de la pobre señora. Cuando estaba cerca de la víctima, fue golpeada por Mordakai que apareció de la nada.

-Buenas, archiduque de Penatona. -Mordakai se acerco a Elián, de forma maliciosa.

- ¿Que quieres? -Respondió Elián con desanimo ante él pretensioso saludo de Mordakai.

-Quería ver si había problemas por aquí, al parecer el pueblo no sabe mantener las distancias con los que no son de su clase.

Mordakai miró con asco a los comerciantes y transeúntes que contemplaban la escena apartados con miedo de ser presa del látigo de Mordakai.

-Nada, salvo que esa señora. -Apuntó con desagrado en dirección de la señora. -Se cruzo en el camino de mi carro, podría haber dañado el barniz de la pintura. -Dijo Elián a Mordakai.

La vieja señora se encontraba de pie con la ayuda de Rea, quien para que no la reconociesen se puso una falda que cayó de la bolsa de quehaceres de la señora, y la complemento con una capa raída con capucha vieja para que no la reconociesen.

Bairon intervino en el momento que Mordakai se proponía latigar a Rea y a la señora más.

-Disculpe milord, mi madre y mi hermana no lo hicieron por hacer, sea benevolente usted que es hombre tan poderoso tenga piedad de ellas, solo son dos tontas sabe que las mujeres por estos lugares solo sirven para la crianza y el lecho. -Dijo Bairon.

El joven llevaba puesto un sombrero de ala ancha para que su cara al igual que sus ojos no fuesen visibles.

-Bueno, por esta vez y porque tu forma de alagarme fue correcta te perdono pero que no se repita muchacho insolente, la próxima vez que interfieras entre mi látigo y las personas que deben ser castigas esto no será perdonado. -Mordakai habló con suma arrogancia.

La gente abrió camino para que Mordakai pasase.

Rea se quitó la falda y la capa, volvió a meterla en la bolsa de la señora quien no paraba de tartamudear lo agradecida que estaba con ella y su hermano. Elián se encaminó en dirección a una tienda, Rea no perdió la oportunidad y se colocó la capucha de su chaleco y comenzó a seguirlo.

Si Rea tenía alguna duda sobre el comportamiento de Mordakai, ahora quedaba automáticamente resuelto, Mordakai solo era un vil ególatra que aprovecha su lugar cerca del rey.

Rea se sentía enojada, en el palacio Elián se hacía pasar por el más cordial caballero y fuera de los murros era una burda imitación de noble con complejos narcisista y superioridad.

Rea sospechaba que la mayoría de sus pretendientes fingían en su presencia solo para complacerla. Pero ella nunca pensó que él fuese tan canalla y tan arrogante por solo la pintura de un carro.

El Legado Bevilacqua [1].©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora