Y ahí estaba yo a las 4:30 de la mañana debatiéndome entre si lavaba mi cabello o no.
Entré a la ducha y abrí la regadera dispuesta a lavar mi sudoroso cabello; nunca me había gustado meter todo el cuerpo en la regadera de una sola vez así que como siempre empecé mi ritual de baño.
Primero el pie derecho, luego de un rato el izquierdo, luego mis manos y finalmente mojaba mi estómago. El agua estaba fría lo cual agradecía porque me ayudaba a refrescar mi mente, que no dejaba de trabajar pensando en lo genial que era mi vida a 200 kilómetros de aquí.
Cuando volví a mi habitación después de darme un baño noté que mi uniforme ya estaba en la cama; cerré la puerta y con un poco de irritación mire la falda, era demasiado grande prácticamente entrarían dos como yo sin ningún problema.
Para serles sincera la falda no era tan grande pero yo siempre he pensado que en esta vida existen dos clases de chicas, aquellas que son jóvenes y tienen cuerpos muy bien "dotados" si es que me entienden y esas otras "desafortunadas" que siendo jóvenes su cuerpo no quiere pasar de la etapa de niñas. Esa era yo, una chica de quince años con un cuerpo que fácilmente daba a entender que mi edad real era doce.
Realmente me molesto el hecho de que no hubieran reducido su talla, pero mi papá se negó a dejarme usar una falda de menor tamaño, así que no tuve otra opción que ponérmela y acomodarla de la mejor manera posible; Una vez que la tuve puesta pasé a el siguiente dilema; mi cabello, no es que fuera feo o difícil de controlar era el tema de que, era mi primer día y tenía la ventaja de dar la imagen que yo quisiera, de cambiar todo lo que había sido, de ser una chica nueva , y eso aunque no quisiera admitirlo, me emocionaba.
Después de veinte largos minutos frente al espejo tomé una decisión; me peine de la forma que yo había denominado "especial" para los primeros días, con la mitad superior de mi cabello me hice una coleta y la amarre de forma que esta quedara bastante alta, el resto del cabello solo caía bajo mis hombros.
Me veía como una chica totalmente ordinaria, sin nada que pudiera resaltar en mí, nada más allá del típico cabello castaño, lizo en su mayoría con unos pequeños espirales que se formaban en sus puntas, ah y no olvidemos esas desgastadas mechas que tenía justo adelante de la orejas pero que ya casi no se veían.
Ya tenía todo listo así que abrí la puerta de mi cuarto y me dirigí a la cocina para recoger mi desayuno el cual consistía en una deliciosa y muy saludable ensalada de frutas hecha por mi abuela. A ella al igual que a mí nos encantaban las frutas, después de comerlo la abrasé fuerte, como trasmitiéndole esa necesidad de tenerla ahí, de que no se fuera.
El transporte hacia mi colegio era bastante fácil, como ya dije antes Beverly Hills es campestre y yo vivía a las afueras de Cartagena; lejos de su desorden, de su falta de árboles, del inclemente sol de cada día, en un lugar al cual yo llamaba " mi propio pedacito de cielo", pacifico, silencioso, ordenado.
Mi hora reglamentaria de entrada al colegio era a las 6:45 pero yo estaba esperando a que abrieran las puertas de esté a las 6:10 de la mañana, gracias a que a mi querido papá le encantaba llegar realmente temprano a todas partes
Una vez que abrieron las puertas del colegio parqueamos el carro en el inmenso y vacío parqueadero que obviamente estaba totalmente vacío.
- Además de nuevas también debemos ser las primeras- oí decir a mi hermana y de inmediato le dedique una mirada que decía "cállate antes de que te escuche mi papá". Ella solo se limitó a obedecer mi insinuación.
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EL JUEGO DE TU AMOR
Teen FictionQue puedo decir.. no estaba contenta cuando me entero que después de vivir 14 años en Barranquilla tendría que mudarme a la horrible ciudad de Cartagena. yo no era una chica fácil, no me gustaba tener "vaciles" ni nada de esas extrañas relaciones fa...