- ¿Pero por qué me evitas?
- Porque quiero y puedo - reclamó el joven cazademonios, buscando su pistola mientras evadía a Dante cada vez que se le acercaba.
- ¿Una disculpa no es suficiente?
- No, no lo es.
- ¿Pero qué hice tan mal para que me evitaras de esta forma? - preguntó el hijo de Sparda, siguiendo a Nero por todo el garage.
- Existir - respondió, metiéndose en el Devil May Cry móvil y cerrándole la puerta en la cara.
Dante rió fuertemente. El estrés de Nero aumentaba gradualmente.
- ¿Dónde está esa jodida pistola? - se preguntó a sí mismo en voz baja.
El mayor comenzó a tocar la puerta de la van incansablemente, aumentando al doble la frustración del joven.
- No me sigas evitando, Nero. Tuve que venir a buscarte porque ya ha pasado mucho tiempo de que me dejaste de hablar.
- Sólo ha sido una semana, imbécil - respondió, parándose al frente de la puerta y mirándola fijamente -. Además, no hay nada de qué hablar.
Pasaron un largo tiempo en un incómodo silencio. Nero se mantuvo encerrado dentro de la van y Dante afirmó su cabeza en la puerta del vehículo.
- ¿En serio la cagué tanto? - preguntó finalmente el cazador veterano.
No hubo respuesta alguna.
- ¿Sabes? - continuó Dante, con voz melancólica -. Desde que llegamos de vuelta del Inframundo con tu padre, lo único que he hecho es discutir contigo. No sé cómo actuar después de todo lo que pasó, yo...
Las manos del joven comenzaron a temblar, mientras la frente del mayor tocaba el frío metal del vehículo y sus ojos demostraban el descontento de su alma.
- Simplemente lo siento - finalizó luego de un largo suspiro -. Perdón por haberte dicho todas esas cosas cuando me emborraché. Simplemente fue una noche en que necesitaba apagar mis pensamientos por un rato y... No volverá a pasar. Pero, por favor, no nos dejes. No dejes a tu padre. No me dejes a mí.
Y así, Dante se alejó e hizo ademán de irse, pero...
- Lo que me dijiste esa noche - habló Nero desde el tráiler, con la puerta aún cerrada pero que paró en seco al mayor.- Cuando no dabas más de ebrio; cuando te fui a buscar y me dijiste todo eso... ¿Es verdad? ... ¿En verdad sientes eso por mí?
- Yo...
- Tan sólo olvídalo. No tienes por qué...
- ¿Por qué crees que evitaba el alcohol? - interrumpió el hermano gemelo de Vergil.
- ¿Qué?
- Escucha. Cuando me emborracho, apago mis pensamientos, pero lo que nunca me ha gustado... Los sentimientos... Simplemente salen - contestó, acercándose nuevamente-. Todo lo que jamás quise decir sale disparado, y por eso te estaría engañando si te dijera que todo es mentira. Sé que es egoísta pedirte que me mires como antes luego de esto, pero no puedo evitarlo. Nero... Simplemente te amo.
El corazón del muchacho latía desesperadamente y sus orejas ardían como mil infiernos.
- Lo siento, muchacho - se disculpó, agachando la cabeza y masajeándose la sien con las manos.
Después de un minuto de silencio, la puerta de la van se abrió de par en par y Nero salió con el ceño fruncido.
- ¿Tanto te costaba admitirlo? - alegó Nero, acercándose a su pareja y dejando sus labios a pocos centímetros de distancia -. Si nunca más hubieras bebido, ¿no me hubieras dicho nada?
Cuando ambos estuvieron a punto de dejar sus bocas sucumbir, la voz de Kyrie se escuchó a lo lejos.
El joven, alarmado, tomó a su compañero del brazo y lo llevó consigo dentro de la van, tirándose ambos al suelo del vehículo y quedando en completo silencio.
- ¿Nero? - consultó la dulce voz de Kyrie, la cual ya se encontraba en el garage.
- ¿No está? - irrumpió Nico.
- Al parecer no.
- De seguro salió a caminar... Pues ni modo, se perderá la cena.
- Le dejaré su plato aparte... Mejor vayamos a la cocina, que o sino se enfriará todo.
- El idiota se lo pierde - comentó burlosamente la voz de Goldstein, seguida por el portazo de la puerta del garage.
Ambos cazadores suspiraron aliviados. No obstante, la inquietud del menor volvió a aflorar al darse cuenta que había caído encima de su mayor.
- ¿Por qué hicimos esto? Lo más bien podía decirle a tu novia que venía de pasada.
- ¿Para que sigas evitando el tema?
Ambos se separaron inmediatamente y se incorporaron en el suelo quedando en profundo silencio, esperando a que sus nervios se desvanecieran.
- Dante - oyó el mayor antes de recibir un beso de su compañero.
El beso fue correspondido y los corazones latieron al mismo ritmo. Sus ojos se cerraron y acercaron más sus rostros, entrecortando su respiración.
Una vez separaron sus rostros, sus miradas se cruzaron y, finalmente, Nero pudo ver al verdadero Dante: el verdadero humano que deja fluir sus sentimientos; que desmorona su máscara y se delata con la mirada.
- Nero, yo...
Calló sus palabras con otro beso.
- También te amo. Tan sólo... No esperes oírlo muy seguido, idiota.
La sonrisa del mayor afloró resplandeciente, y el corazón del muchacho se derritió frente a tal expresión.
- En serio que eres un idiota - comentó, quitándose la gabardina producto del calor provocado y entregándose a los labios del hijo de Sparda, los cuales poco a poco iban explorando cada vez más su cuerpo, mientras las prendas eran tiradas a un costado.
Mientras Nero se entregaba al cazador, sus manos comenzaron a explorar su espalda desnuda, bajando así hasta la cintura. No obstante, sus acaloradas manos chocaron con un metal frío que yacía en los pantalones de Dante.
- Con que aquí estaba - dijo en voz baja.
- ¿Qué cosa? - preguntó el otro mientras devoraba su cuello.
- Nada - contestó el menor, tirando a Blue Rose debajo del asiento y enfocándose nuevamente en las caricias que le brindaba su pareja.
No obstante, dicha pasión acabó súbitamente al ser interrumpida por la Yamato clavada en la pared del vehículo.
- ¿Por qué siento tanta energía dentro de esta chatarra? ¿Qué están haciendo ahí dentro, Dante? - irrumpió la fría y aterradora voz de Vergil fuera del DMC móvil.
Ambos cazadores comenzaron a sudar frío.
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The Heaven Of My Hell
FanfictionOne-shots Danero luego de acontecimientos en DMC 5. Quizás con la intervención de papa Vergil.