"El beso"
Era un lugar prestigioso, las luces colgaban de algunos árboles indicando la entrada al lugar, todo parecía estar en orden, mucha gente había llegado ya a la fiesta y se disponían a alcoholizarse incluso antes de las nueve de la noche. Vivían realmente en un mundo donde lo que manejaba a los adolescentes eran los alucinógenos, el alcohol, el sexo, y el adormecimiento de las emociones como su más fuerte armadura.
—Estás tan preciosa.
Meghan volteó enseguida, reconoció la voz del chico de sus sueños y se dispuso a plantarle un pequeño beso.
—Sabes a fresa. —dijo el chico encontrando el sabor en sus labios.
— ¿Eso crees? —la castaña le sonrió coquetamente, ella sabía que esa era la debilidad de Thomas, su risa.
—Hmm, ahora que lo pienso no estoy seguro, ¿Podría probar otra vez?
—O tal vez podrían alquilar una habitación después y ayudarme a sacar las bebidas. —gruñó Rebbeca, quién parecía estar haciendo bastante fuerza para cargar con ese paquete de tragos.
Thomas se giró y le esbozó una sonrisa.
—Oh, mi cumpleañera favorita, no sabes cuanto extrañé tus quejidos.—reía Thomas.
Rebbeca levantó su dedo de en medio y le dio una sonrisa que alcanzaba los límites del sarcasmo, para después entregarle un paquete entero lleno de alcohol.
Los tres se dirigieron a la fiesta, y en la mitad del camino la mayoría de las personas pararon a saludar a Rebbeca, quien parecía estar contenta con toda la atención y halagos, algunos incluso le dieron sobres con un poco de dinero y le guiñaron el ojo, ella tenía muchos amigos cercanos.
Mientras tanto Meghan y Thomas le recibieron las bebidas y las dejaron cerca a donde se encontraba el bar, que al ser menores de edad, obviamente no iban a utilizar, o eso creían los que les alquilaron el lugar.
La temperatura fue creciendo y poco a poco los cuerpos de ambos se unieron, se besaron, bailaron, se embriagaron y se dedicaron palabras románticas como siempre lo hacían, ese era su sello, el que siempre los acompañaba, eran de esas parejas envidiables, esas de las que puedes oler cuanto se aman a millas y desearías algún día conectar miradas como ellos lo hacían. Pero pronto eso cambiaría y ninguno de ellos estaba listo para afrontar lo que pasaría.
—¡Amor, iré al baño!—exclamó Meghan entre los gritos de las personas y la música.
Vio cómo su novio le guiñaba el ojo y le regalaba una sonrisa, a lo que ella respondió mandándole un beso.
En su camino llevaba una cerveza, bajo la mirada un momento para acomodarse su vestido con su otra mano libre y de repente.
— ¡Ay!
— ¡Idiota, has regado tu trago barato en mi vestido de diseñador! —exclamaba furiosa la rubia haciendo fallidos intentos de limpiarse el líquido.
—Amber, solo te mojé un poco, ¿Te podrías tranquilizar?—Meghan puso los ojos en blanco.
Amber Agron era la chica más popular y "bonita" de su instituto, y se refería a este atributo en comillas porque solo era linda por fuera, por dentro era una completa basura. Pasaba todo el día en clase alardeando de lo que sus padres le habían traído esta y la navidad pasada, pisoteaba a los que creía de un nivel inferior y le gustaba burlarse de cualquier persona que no tuviera su buen gusto o igual dinero que ella. Ah, y por supuesto, era la fastidiosa novia de Eduardo Boron.
Era una relación tóxica basada solamente en el sexo, aunque Amber se había enamorado de él y había tratado de cambiarlo, él varias veces le había dicho lo mismo.
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Cuestión De Tiempo
Teen FictionCuando Thomas Boron muere trágicamente en un accidente de automóvil, su hermano, Eduardo Boron no puede evitar descargar toda su ira y rencor contra Meghan Roden, la ex novia de Thomas. Si tan sólo Meghan no hubiera besado a aquél chico enfrente de...