Capítulo IV

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Al abrir los ojos solo vio un techo completamente blanco y unas cortinas que se movían al son del viento. Al intentar mover su cuerpo, notó que dolia horrores y le agarraban puntadas por todos lados. Hasta le costaba respirar.

Intentó levantarse, pero el sonido de una maquina le llamo la atención. Ese "Pi. Pi. Pi" paso a ser un "Piiii" constante. ¿Estaba muerto? No. Creia que no.

Otro ruido llamo su atención. Una puerta abriéndose con rapidez. Al levantar su vista se encontró con un par de ojos chocolate que lo miraban con preocupación, pero fueron cobrando un tinte de alivio cuando lo vieron bien.

— No me asustes asi - Le dijo mientras ponía su mano en el pecho, intentando calmar su alocado corazón.

— ¿Quién eres? - No podía creer que esa bella mujer vestida de blanco estuviera en su habitación.
¡Un momento! Su habitación no era blanca y, definitivamente, no tenia esas feas cortinas. Mucho menos una maquina de ruido molesto. Con su vista comenzó a recorrer todo a su alrededor y noto todo del mismo color. Blanco. Lo odiaba. — ¿Dónde estoy?

— En el hospital - La castaña se acerco a él y tomo sus hombros para que se recostase - Tienes que descansar - Le sonrió amablemente - ¿Quieres que te levante de la cama?

— ¿Quién eres tú? ¿Cómo llegue aquí? - Estaba muy confundido y mientras más intentaba recordar, su cabeza más dolía. Se miro el cuerpo, tenia varios vendajes, como si hubiese tenido una pelea... - ¡Tom! - Grito y se volvió a sentar con rapidez - ¡Mierda! - Gruño debido al dolor.

— ¡No hagas eso! - Lo regaño y lo volvió a acostar - Si. Has llegado aquí desmayado y completamente golpeado. Seguramente estuviste en una pelea.

— En varias - Le gruño. Era una hermosa mujer, pero completamente exasperante.

— No tienes que hacer eso. Te puedes lastimar gravemente - Con un paño mojado limpio su rostro, acariciándolo levemente.

—Es lo que quería - Refunfuño. Esas caricias. Nunca, nadie lo había acariciado asi. Pero era su trabajo ¿No? Ella era una enfermera y tenia que tratarlo asi.

— ¿De verdad querias que te golpeen hasta casi la muerte? Que hobby mas raro - Bromeo, pero en su mirada se notaba preocupación.

— No es un hobby - Sentenció. Pero ella no le contestó. Comenzó a tararear una canción, mientras lo curaba con delicadeza - ¿Hasta cuando me van a tener acá?

— Hasta que tus heridas se curen - Le dijo sin mirarlo, mientras comenzaba a sacar una de las vendas que tenia en su vientre - No puedo creer que hagas esto por diversión.

— No es por diversión - La castaña lo miro muy curiosa. ¿Entonces por que aceptaría que lo golpeasen asi?.

— Entonces...-

—No es de tu incumbencia - La castaña solo le sonrió y no preguntó más.

Harry aún estaba confundido. Habia perdido contra Tom, le había dado una paliza y, como si eso fuera poco, aún seguía imaginando a Cho con ese hombre. En la cama, manteniendo relaciones. Besandose y disfrutando uno del otro.

Sin notarlo comenzó a gruñir, lo que sorprendió a la pequeña castaña. Su curiosidad podía más, pero él ya había dejado en claro que no era su problema. Pero aún seguía picándole intriga ¿Seria buena idea preguntarle?

— ¿Estas bien? - Pregunto preocupada al ver como su ceño se fruncia cada vez más y más - ¿Necesitas algo?

El azabache la miro fijamente. Era una mujer bella, tenia un rostro aniñado, pero su cuerpo era muy desarrollado y, ahora que la miraba bien, tenia unas curvas de infarto. Unos muy buenos senos, una pequeña cintura, una cadera prominente y un muy desarrollado trasero. No seria tan mala idea olvidarse de esa maldita con esta niña ¿No?.
Queria probar que se sentia besar a otra mujer luego de tanto tiempo.

Si Cho se había dejado conquistar por otros labios, por otro cuerpo, pero no creía que fuera posible que otra boca te gustase tanto como de la cual estabas acostumbrado. Eso era imposible ¿No? Estaba seguro que si besaba a esa enfermera, de la cual no sabia ni siquiera el nombre, no sentiría nada.

— Si - Le susurró.

— ¿Qué sucede?

— Acercate - Susurró aún mas lento, para que ella se acercase y estuviera a su alcance.

Y asi sucedió. La castaña, con completa inocencia, se acerco más al rostro del azabache. Este tomo uno de los mechones de su cabello y termino con la distancia entre sus labios, besándola.

La castaña se quedo estatica al sentir esos calidos labios sobre los suyos. No podía terminar de procesar lo que estaba ocurriendo, acaso... acaso... ¿La estaba besando?

Harry, por su parte, no podía creer lo que estaba sintiendo. Esos labios eran mas carnosos de lo que imagino, y dulces como un caramelo, y no era gracias a ningún labial, se notaba que eran naturalmente azucarados. No podía ser que le gustaran tanto. No podía ser posible que le gustaran otros labios que no fueran los de Cho.

Completamente aturdido se alejo de ella, que solo lo miraba con una sonrisa.

— Yo... ¡Auch! - Uno de los finos dedos de esa mujer se apoyaba firmemente contra una de sus heridas - ¡Duele! - Volvio a gritar pero ella solo presionaba más y no apartaba su sonrisa de su rostro.

— Vuelves a besarme asi y será peor. ¿Si? - Esa sonrisa asustaba. Asustaba mucho.

— Si - Fue lo único que pudo decir, ya que no quería pronunciar palabra alguna, por miedo a que lo lastimara más.

— Veo que te sientes mejor. Ire a buscarte la cena - Lo miró y corrió su rostro completamente indignada - Maldito pervertido - La escuchó susurrar, y se fue, dejándolo solo en la habitación.

Estaba mucho mas confundido que antes. ¿Cómo podía ser que la boca de esa muchacha le gustase tanto? Si no sabia ni como se llamaba. Su corazón aún latia con rapidez y su cuerpo reclamaba su atención. Eso era imposible.

—¿Qué te sucede, Harry? - Se regaño a si mismo y oculto su rostro entre sus manos. Habia besado a una mujer, muy hermosa, pero él no era asi. Nunca había sido mujeriego, no tendría porque empezar ahora, a pesar de su fallida relación - Cho - Susurró y se recostó nuevamente.

¿Cómo había podido hacerle eso? Era la primera vez que alguien le rompia asi el corazón. Seguia sin entender la razón, si es que existía. Él le había dado todo, y no solo material. Intentaba estar pendiente de ella constantemente, enviándole mensajes cuando trabajaba, o cuando ella se iba a estudiar. Cuando sabia que ella llegaría tarde, cocinaba e intentaba mantener el departamento lo mas limpio posible. No era muy normal que le dijera "Te quiero", pero se lo demostraba, ya que cuando estaban solos, no podía sacarle las manos de encima.

¿Era por su culpa que tenia que pagar asi? ¿Acaso ella quería escuchar esa palabra tan poderosa de sus labios? Sabia muy bien que él era un hombre tosco y bruto, poco demostrativo y cariñoso, pero asi lo había aceptado. O eso creyo.

En el sexo tampoco le iba tan mal. Siempre la dejaba satisfecha, o eso decía ella. Y asi lo creía, ya que lo buscaba muy seguido, en cualquier momento. Cientos de veces había dejado un trabajo inconcluso para hacerle el amor.

Solo tenia algo en claro, ella ya no lo merecia. La amaba, era verdad, pero no se dejaría ver la cara de idiota por nadie, mucho menos por una mujer que lo engañaba. Sin saberlo, el odio comenzaba a crecer en su interior, reemplazando ese amor por Cho. Seguiría con su vida, mirando hacia delante y no volveria a sufrir asi por nadie.

Si tenia que quedarse solo por el resto de su miserable existencia, asi lo haría.

Dra. Granger •Harmione•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora