Capítulo 10

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—¿Rubén?—Pregunté en un tono bajo mientras entraba en la habitación, pudiendo ver con facilidad a Rubén en la cama durmiendo.

Juraba que lo había escuchando quejarse por lo cual me adentré más en su habitación para acercarme a su cama y verlo de cerca, quizá se estaba haciendo el dormido, algo que yo hacía cuando en una mala noche lloraba y Mangel iba a mi habitación porque me había escuchado.

Pero no, el estaba totalmente dormido.
Presioné mi mano sin querer en su cama para poder reincorporarme e irme de nuevo a mi habitación pero sentí un agarre que me lo impidió; "mierda" pensé al creer que había sido descubierta, pero lo siguiente fue ser jalada a su cama, demasiado cerca a decir verdad, pero no, no era incómodo...

—No jodas...—Susurré al sentir su respiración demasiado cerca, pero él ni siquiera se inmutó.

Y yo simplemente me dediqué a verlo hasta que sentí flojo su agarre y finalmente pude escabullirme de vuelta a mi habitación.

A la mañana siguiente como ya era costumbre me levanté para prepararle el desayuno y a mí también.

Él se levantó justo cuando estaba sirviendo la comida en la mesa, se veía bastante adormilado y me observó sin decir ni una palabra hasta que simplemente soltó una suave risa mientras se sentaba a la mesa.

—¿Qué te picó?—Le pregunté alzando una ceja mientras me sentaba también y bebía un sorbo de mi café.

—Nada, nada. Tuve un sueño muy extraño.—Dijo con simpleza comenzando a comer y yo casi ahogandome con el café.—¿Estás bien?—Me preguntó notoriamente confundido.

—Voy tarde.—Le respondí rápidamente levantándome para irme a la habitación a alistarme con desesperación que no venía ni al caso.

Más o menos una hora y media después ya estaba lista, vestida como debía hacerlo y todo el orden con una actitud de un poco de trastorno obsesivo compulsivo.

Entré a la sala de estar en la cual ví al mejor amigo de mi hermano sentado sobre el sofá usando su celular y sin saber porqué preferí actuar como si no hubiese notado su presencia, pero, nuevamente, fue su risa quién rompió de nuevo el silencio.

—¿Es domingo?—Preguntó levantándose.

—Jo, ¿Habrá un chiste nuevo todos los días?—Le pregunté cruzándome de brazos él comenzó a acercarse demasiado.

—Tal vez.—Respondió mirándome con los ojos entrecerrados y peligrosamente cerca.

—¿Qué?...—Dije apenas audible y de pronto él estaba apretujando mis mejillas.

—Creí que te habías pasado con el ese.—¿Ahora de qué hablaba?

—¿El ese qué?—El comenzó a hacer un ademán cerca de sus mejillas.—¿Rubor?

—Estás roja.—respondió haciéndome pensar en la noche anterior, lo que me hizo apartar rápidamente y caminar hacia la puerta.

De camino todo estuvo normal, él dejó de comportarse como si fuese un misterio su vida, pero yo seguía extrañamente nerviosa.

Él me dejó en la entrada y se fue, ya que debía hacer unas cosas, tampoco pregunté mucho al respecto, tan solo esperaba que a mi hora de salida él estuviese allí para recogerme.

Entré a mi salón, bastante normal, tenía una lista de cosas, piezas que aprender, y algunas tareas, también algunas clases, no era nada nuevo, pero era más grande.

En mi última hora, estaba tan solo con la señorita Rolow practicando la última canción de la lista para poder terminar con mi día en la academia, terminé todo a la perfección recibiendo un ademán de aprobación de parte de mi superior quién apuntaban algo después de haberme visto.

—Señorita Rogel.—Habló ganándose mi atención.—Sé que usted es nueva por aquí pero creo que ya tengo su primera práctica.—Me dijo refiriéndose a unas prácticas que servían como algo parecido a un trabajo o servicio.

—¿De verdad?—Le pregunté sin poder creermelo, pero ella asintió.

—¿Tiene experiencia con el piano de ballet?

—Sí, recibí esos estudios hace dos años.—Le respondió ganándome una sonrisa complacida de su parte.

—De acuerdo, entonces. Será enviada a ofrecer su servicio a la escuela de ballet de Madrid pasado mañana, por mañana puede tomarse el día para practicar.

Me respondió dándome un papel con información que debía llenar, luego de eso salió del salón.

Recogí todas mis cosas, guardé todo y salí del salón bastante emocionada ya que, siempre había trabajado en solitario y estar ahora con más personas me animaba bastante, tal vez, me hacía la idea de poder hacer amigos por primera vez y en aquel lugar en el que era nueva.

Al salir de la academia fue fácil ver a la torre que era Rubén esperándome, me sonrió y luego hizo una mueca viéndome, haciéndome reír y rodar los ojos.

De camino le conté lo que había pasado, él me prestaba más atención de la que alguna vez creí que me prestaría, lo cual, bueno, supongo que se sentía bien.

—Te veo emocionada, por lo cual hay que celebrar.—dijo mirándome de vez en cuando para no perder la vista totalmente del camino.

—Ajá, ¿Y cómo?

Tan solo preguntar eso, él me miró de nuevo con misterio, llevándome a unas cuantas cuadras de allí, a un pequeño local de juegos bastante ochentero, pero realmente me gustaba.

Jamás creí ver un lugar de esos debido a la época, las personas comenzaban a buscar otras cosas, pero ahí estábamos él y yo como un par de marginados que en poco tiempo de conocerse parecían entenderse de toda la vida.

Ya en la tarde noche, estábamos en casa, pero habíamos comprado algunos snacks por lo que estuvimos viendo algunas películas que tanto él y yo habíamos visto mil veces pero seguían sin ser aburridas, pero apesar de eso, ni siquiera prestabamos atención, la práctica trivial parecía estar más interesante.

—A ver, a ver. No soy Mangel y además soy su mejor amigo, no tengo porque contarle cosas.—Me dijo riendo y yo riendo también preguntándome en qué me había metido.

—¡Pero te digo la verdad! Jamás he tenido novio, ¿Ok?—Él me miró seriamente y luego río de nuevo, esta vez más convencido.

—Ya, te creo. Estás mejor así, no te metas en esos líos, es una cagada salir después.

—¿Algo qué compartir con la clase?—Pregunté mirándolo, él suspiró mirando hacia el suelo.

Continuará.

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⏰ Última actualización: Mar 27, 2020 ⏰

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La hermana de Mangel (El rubius y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora