Ese momento ,en el que se está a solas con uno mismo , y eres capaz de apreciar hasta el más pequeño detalle del instante en el que te encuentras ,hasta tenerlo como precioso, ese sentimiento, si es que puedo llamarlo así, lo tengo al cesar la lluvia, me parece el momento más precioso para estar con uno mismo , el petricor , la humedad, y la pequeña brisa junto al cielo nublado que deja la lluvia, me apacigua , a veces hasta el punto de tener la necesidad de derramar lágrimas , al recordar todo lo que viene después de entrar en calma, toda la pesadilla que se desata al llegar a casa. Esa palabra , casa, realmente la odio, más bien, la envidio, todos mis compañeros al pronunciarla sueltan una dulce e infantil sonrisa, deseosa de llegar a ese lugar , como si hablaran del lugar más feliz, donde se sienten más que cómodos y seguros , cuando yo lo único que siento es temor, temor , y más temor, ganas de salir corriendo hasta llegar a un lugar donde la calma me inunde como el cesar de la lluvia.
Temblando, comencé a girar la llave y abrir esa vieja puerta de madera de cedro, con el miedo acumulado en mi estómago comencé a dar pasos hacia la cocina, ya que el olor a alcohol me atrajo desde casi antes de entrar a la humilde y algo destrozada ,casa , pero él no se encontraba allí , solo habían un par de botellas de wiski derramadas por el suelo, y una de ellas rota. Antes de recoger los cristales del suelo , me dirigí hacia mi habitación para dejar mi mochila , pero, al arrojar esta encima de mi desgastada cama, escuché ese sonido, un sonido común, pero que causa que mi corazón estremezca de miedo y dolor, el sonido de la puerta al cerrarse me avisó de que él había llegado, probablemente ebrio, comencé a escuchar sus pasos sobre el chirriante suelo de madera de roble , provocado por sus pesadas botas con plataforma de goma, se dirigía hacía mí, mis nervios eran tales, que mis manos comenzaron a sudar a pesar de que mi cuerpo se encontrara frío y con la piel erizada. Dio un fuerte portazo al entrar , ese gran estruendo junto a su figura causaron en mi , más temor aún, a tal punto de comenzar a derramar lágrimas vacías que deslizaban por mis mejillas sonrojadas debido al frío. Eso no lo puso de mejor humor , me esperaba un castigo, y no estaba lista ni física ni psicológicamente para ello, tales fueron los golpes de la semana pasada que todavía sigo teniendo marcas notables, por no hablar de mi bajo rendimiento en el instituto causado por este abusador al que llamo padre. Dio media vuelta ,al parecer solo entró en mi habitación para ver si estaba en casa, o eso intente creer. El sonido de sus botas se fue alejando junto a la figura de aquel monstro, por segundos el silencio reinó, lo que causó en mí un mayor número de escalofríos que frente a su presencia. Esos segundos de silencio desaparecieron cuando escuché salir de su boca mi nombre, me llamaba mientras me maldecía , gritándome, insultándome , el estaba en la cocina , se paró frente la puerta dirigiendo su mira más fría a mí, hoy su aspecto lucía peor que otros días , olía mucho a alcohol, su barba llevaba uno o dos meses sin ser cortada y tenía unas pintas asquerosas, su ropa olía agrio y estaba realmente sucia, ese es el sentimiento que sentía ahora mismo, el miedo desapareció y llegó el asco, un asco profundo por esa persona, el cual también desapareció al poco tiempo, cuando vi lo que se aferraba a su mano derecha, una barra de metal de unos 40 cm de largo , se acercó hacia mi con detenimiento y justo a tres pasos de mí me cogió de la coleta alta que traía puesta hasta tirarme al suelo , quitó mis pantalones y zapatos lo más brusco posible haciéndome daño por la fuerza que empleaba, pensé en defenderme , pero sabía que no era posible, sería peor, sabía que no podía huir , no podía pedir ayuda, porque sus amenazas superaban mi desesperación por alejarme de él , al ya estar semidesnuda en el suelo dio un golpe en mis rodillas , el dolor se apoderó de mi cuerpo , lágrimas comenzaron a salir , el segundo golpe lo dio mis tobillos, con tal fuerza que no podía caminar y mi respiración se aceleraba , tercero, cuarto y quinto golpe en los mismo lugares , ya no podía controlar el dolor ni el miedo, llantos salían de mi, en el momento en el que comenzó a arrastrarme hasta su habitación el miedo apoderó mi consciencia, temblaba, sudaba, lloraba y sufría de una de las formas más horribles por las que puede pasar una niña de tan solo doce años, sus manos frías y ásperas sujetaron mi cuello , me levantó mientras me asfixiaba para tirarme contra el suelo de nuevo , tal fue el golpe que quedé inconsciente. Otra vez, se repetía, sus abusos y desahogos contra mí por razones estúpidas, mis sentimientos estaban rotos por estos y en mi reinaba el miedo y temor por esa figura paterna, que tanto envidiaba de otros.