Ese sonido

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-¡Pará, me harté de escucharlo!- le grité, pero se notaba que no le daba importancia, ni siquiera me estaba prestando atención. Le gustaba ese sonido, lo hacía siempre que podía.

Ese sonido era horrendo, al escucharlo, se proyectaba la imagen de algo grotesco en mi cabeza. En realidad, no era un sonido solo, eran varios, cada uno más extraño que el anterior. Primero, uno muy agudo, ese era el que daba inicio a todo, vos podías darte cuenta de que algo estaba pasando solo con escucharlo.
Después, un sonido muy fuerte, dependiendo de diferentes cosas, podía ser grave o agudo. Por último, un fuerte silencio invadía la sala o habitación en la que te encontrases.

Muy poca gente sabe que es lo que está pasando cuando ese sonido se hace presente, y todos reaccionan de forma distinta, algunos sienten repulsión, otros se encuentran atraídos por la situación, y yo lo único que siento al escucharlo, además de lo que dije antes, es lástima, tristeza, rabia. Me da mucha bronca estar ahí y no poder hacer nada, odio verlo disfrutar y yo no poder evitarlo.

Él suele hacerlo para saciar su hambre, ya que después me pide que cocine el producto de tan repulsivo acto, y siempre me pregunto si realmente disfruta haciendo eso, aunque la respuesta sea evidente.

La última vez fue a la vecina, una chica joven, tenía sueños, gustos, tenía una vida, y él se la arrebató.
La metió en casa contra su voluntad, y la llevó a la habitación del fondo para empezar el gran festín. La ató a la silla, la drogó, y deslizó un cuchillo por el afilador, haciendo ese sonido muy agudo que no me gusta, el que da inicio a todo.

Y así, sin pensarlo, lo clavó con fuerza en el estómago de la pobre víctima.

Él sabía que hacer eso estaba mal, pero no le entraba en la cabeza.

-¡Pará, me harté de escucharlo!- le grité, pero se notaba que no le daba importancia, ni siquiera me estaba prestando atención. Le gustaba ese sonido, lo hacía siempre que podía.

Ese sonido asqueroso
despierta mi inquietud,
el mismo es dueño de mis pesadillas
y representa mis miedos más profundos.

Asqueroso, repulsivo
ese acto es un recuerdo invasivo
me persigue sólo para molestarme
y no puedo evitar que eso logre afectarme.

Y el producto se presenta
ante el hambriento comensal
al verlo, se tienta
ya lo siente en el paladar.

Él disfruta emocionado
la comida que le han preparado
producto de su esfuerzo.
¿Quién pensaría que era capaz de hacer eso un jubilado?

Él vivía escondido tras la máscara
la que sólo usa de día
de noche no,
no la usa, por que empieza la cacería.

Recorriendo Buenos Aires va,
hambriento,
si se lleva algo,
quedan palabras sueltas en el viento.

Ahí está la víctima
presa de sus propios pensamientos
y solo queda a merced
de alguien que ya no tiene sentimientos.

El resto es historia
no hace falta seguir hablando de esa escoria.
Es un ser repugnante y espantoso
que no merece saber lo que es el gozo.

AníbalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora