Reminiscencia

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Hay historias que son difíciles de contar cuando eres pequeño, he incluso cuando eres mayor.

La historia que vengo hablarles fue algo que paso en un día común y corriente, a una persona común y corriente que tenía una vida tal.

Recapitulaba la misma rutina de la mañana, solo que... esta vez fue diferente.

Mi mejor amiga me había mandado un mensaje pidiendo mi ayuda "¿crees poderme acompañar al medio día a un colegio que necesita mi ayuda? Me vendría bien una mano" No ví la oportunidad de negarme por lo cual accedí. El lugar no estaba lejos, era cuestión de caminar unas cuadras. De hecho, ella vivía cerca de mi casa así que nos veríamos a medio camino.

El sol estaba un poco fuerte. Había pensado en llevar mi sombrilla, pero no vi necesario traer cosas conmigo, incluso había dejado mi celular en mi habitación.

Cuando terminé por cruzar la calle pude ver a mi amiga recargada en uno de los posters de luz.

-¿Qué es lo que vamos hacer? -Fue mi pregunta mientras nos dirigíamos a aquel colegio.

- Para serte sincera, no iremos ahí directamente.

-Entonces, ¿A dónde vamos?

-Cerca del colegio vive un conocido mío que me pidió ayuda con el transporte de unos papeles. Será de su casa al colegio.

- Y nos dirigimos primero a la casa.

- Y de ahí pasaremos todo al colegio.

-Esta bien, no hay problema -Y de hecho no veía ningún problema. Ella es mi mejor amiga y alguien en quien podía confiar. Podía afirmar que, si me decía que saltara de un avión para salvar mi vida, lo haría.

Llegamos a aquella casa en la cual la puerta se encontraba abierta. No éramos las únicas personas que se encontraban entrando.

Un hombre de mediana edad podía jurar que estaba en sus 50's, no invito a pasar, agradeciéndole a mi amiga por la ayuda. También me agradeció a mí.

Nos llevo a lo que parecía ser su oficina en donde varias cajas se encontraban amontonadas en el suelo.

-No sé en qué parte deje los papeles que ocuparé mañana. Necesitaran vaciarlas y ver las fechas para poder llevar aquellos que necesitaré para el colegio.

Una joven interrumpió la conversación de aquel profesor. Nos miró disimuladamente y después le indico al hombre que ya estaban todos.

-Si me disculpan, hay una clase que debo impartir aquí.

Lo vimos entrar a una habitación junto con la joven, dejando semi abierta la puerta.

-¿Qué tipo de clases da? -Fue mi pregunta a mi amiga que ya estaba abriendo las cajas y observando los papeles.

- ...Historia

-¿Es lo que esta impartiendo ahora? – Le pregunto asomándome a lo que se podía ver una clase didáctica en donde empezaron a reproducir una película.

-Creo que sí... Deja de mirar y ayúdame con esto.

Asiento a su pedido, volviendo a los papeles.

Estuvimos metidos en ellos casi una hora y media. El murmullo de gente acercándose nos saca de nuestro mundo, viendo a cada uno de los alumnos salir de aquella habitación que aún permanecía a oscuras.

-¿Ya acabo? -Le digo a mi amiga que se levanto de su silla para acercarse a aquella habitación cuando el último alumno salió.

- Parece que sí. -Voy junto a ella y me doy cuenta de que el profesor aún se encuentra sentado en uno de los pupitres esperando el final de la película.

Mi amiga toma mi mano haciendo que dejara de ver al hombre -Corre... -me dijo con su mano temblando, jalándome con ella.

-¿Por qué?- No me dio tiempo de seguir preguntando cuando veo que una figura negra se acerca a nosotros.

- ¡Corre!- Ella soltó mi mano empezando a correr, y yo junto con ella.

Ella, siendo más alta que yo, iba al frente de mí mientras mi respiración se volvía errática. Estaba cansándome, no quería voltear a ver si lo que nos estaba persiguiendo seguía ahí... lo hice, volteé. Aquella figura negra sin rostro y sin forma estaba más cerca de lo que pensaba. Dejándome llevar por mis instintos aceleré mi paso.

Mi mirada volvió hacia enfrente y mi amiga ya no estaba. Entre la falta de aliento grito su nombre -¡R! -La nombre una y otra vez, pero ella nunca me contesto -¡R, donde estas! -Seguía corriendo y gritando, pero lo que más me helo la sangre, fue que absolutamente nadie más estaba conmigo.

No volví a voltear hacia atrás y con lagrimas deje de llamar a mi mejor amiga.

Una casa cualquiera fue en donde yo entre pidiendo con todas mis fuerzas que me ayudaran.

Una mujer abrió la puerta y me indicio que entrara. Cerro la puerta a su pasa y yo a falta de fuerza caí en el piso tratando de recuperar el aliento.

-¿Qué sucede? – Me pregunto. Tenía miedo, mi voz no podía salir y resignada, acabe llorando.

- A-alguien... A-algo, me esta siguiendo.

Ella me miro sorprendida.

-Ayúdame, por favor- Tomó mi mano y me levanto del piso, llevándome al baño.

-Estas todo sucio - ¿Sucio? ¿Yo? Me mire en el espejo, sorprendiéndome de mi reflejo- Te traeré ropa limpia, lávate- La persona que veía en el espejo no era yo... Era un hombre de cabello rubio, piel avellana y más alto de lo que yo era.

-¿Quién demonios soy?

El ruido de la puerta de la entrada empezó a retumbar, obligándome a salir del baño en busca de aquella mujer que me dejo entrar.

Ella corrió hacia mi cuando me escucho llorar.

-¡Tengo miedo! ¡Tengo mucho miedo!

La escuche tragar en seco, sintiendo lastima de mi estado. Tomó mi mano y la apretó, llevándome a lo que era su habitación. Me subió a su cama y me sentó aún lado con ella.

-Cierra los ojos y busca paz en aquello que le tengas fe. No abras tus ojos hasta que dejes de tener miedo. -Negue a su pedido- No te preocupes, yo me quedaré contigo, no te dejaré solo- La presión que hizo en mi mano con la suya me dio fuerzas para hacer lo que me indico ante todos los ruidos que se escuchaban. Cerré mis ojos y busqué aquello que me diera paz y tranquilidad.

Mi ritmo cardiaco se estabilizo, mi mente se sereno, y cuando abrí mis ojos, pude darme cuenta de que todo aquello que había vivido fue un sueño... pero, por mi mente cruzo- O tal vez, observe todo lo que aquella persona vivió al prestarme su cuerpo.

Un escalofrió se coló por mis extremidades, pero fue claro que lo primero que hice después de despertar fue hablarle a mi mejor amiga.

Sentí que volví a respirar cuando me contesto con normalidad. Le mencione el porque de mi llamada, en donde me aclaro varías cosas. Una de ellas es que no conocía tal colegio y dicho profesor que le mencione. Sin embargo, lo que más me dio vuelta en la cabeza era...

- ¿Quién fue la mujer que me salvo?

Autora: RuNoona

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