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Era nueva en el barrio, nadie la conocía ni sabía nada de ella, solo la habían visto muy pocas veces. Vivía en una casa del final de la calle que llevaba mucho tiempo abandonada, las paredes estaban oscurecidas y la hiedra había crecido desde el jardín. Era todo un misterio.

Una noche, cuando todo el mundo, o mejor dicho casi todo el mundo, estaba durmiendo, ella salió de su casa. Iba sola como siempre, vestida de negro de los pies a la cabeza, con unas botas con tachuelas, pantalones negros ajustados y una cazadora de motero. El pelo le caía suelto hasta debajo de la cadera, liso y más negro que el azabache. Tenía unos ojos mágicos, de lechuza, profundamente negros y abismales con un extraño brillo. La cara apenas se le veía, era extremadamente bella, ligeramente pálida y con unos labios perfectos, rojo intenso como la sangre, dejando ver unos dientes maravillosamente blancos.

Sin que nadie la viera, igual un gato entre las sombras, subió a su moto, una Harley Davidson Superlow, negra y flamante, último modelo. Arranca el motor, como si se despertase un dragón, su rugido traspasa la noche. Chica y moto hacen uno. Y desaparece entre las sombras, una vez más sin que nadie la vea, huye en lo más profundo de la noche, perdiéndose del mundo.

La Dama de la Noche [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora