Medievaltale: Almas Humanas

La Virtud de la Paciencia

Claire PDV

El dolor que sentía apenas me permitía caminar entre los tantos pasillos que tenía este lugar

-No creo poder seguir más con esto-. Y pensar que estas palabras fueron las que comenzaron todo esto.

En estos últimos meses perdí muchas cosas. Primero mi padre que dio su vida para proteger al reino, luego mi madre que enfermo terriblemente, después nuestros ahorros para pagar a los médicos y por ultimo a la gran cantidad de personas que creíamos eran amigos.

Ante estas circunstancias solo pude quedarme al margen y esperar lo mejor, pero el tiempo pasaba y con él la salud de mi mamá. Así que como los médicos no encontraban algún remedio trate de buscar información en alguno de los pocos libros que tenían en la biblioteca del pueblo para conseguirlo yo misma.

Después de un tiempo logré encontrar algo sobre una extraña planta que se dice puede curar casi cualquier enfermedad, me alegré mucho, pero cuando descubrí donde podría encontrarla esa Felicidad se desvaneció, el temor de todo el pueblo, aquel sitio donde se dice encerraron a los monstruos, el Monte Ebott.

Volví a mi casa y fui directo con mi mamá, pero su estado era peor del que recordaba en la mañana, su piel pálida, sus ojos casi sin vida, fiebre y mucho dolor, intenté acercarme para ayudarla en algo pero cuando al momento de toser escupió sangre supe que tenía que actuar, me dirigí rápidamente a la montaña sin importarme las leyendas en búsqueda del remedio.

El paisaje verde, las flores coloridas y el cantar de los pájaros hacían que me cuestionara que tan reales eran esos cuentos, pero no tenía tiempo de pensar en eso. Seguí con mi búsqueda tratando de no perderme, cuando en una cueva de la enorme montaña divise la valiosa hierba que tanto necesitaba.

Pero las cosas nunca son tan sencillas, y menos en esta clase de situaciones. Para lograr obtenerla tenía que tener mucho cuidado de no caer en un profundo abismo que no parecía tener fin.

Me acerque lenta y cuidadosa mente y con un pequeño cuchillo intenté cortar el tallo cuando en eso la parte del piso en la que me encontraba se derrumbó, mandándome al vacío oscuro.

Me recibió el frio y duro suelo provocándome muchas heridas por el fuerte impacto, pensé que moría en ese lugar, pero ni siquiera tuve esa suerte.

Me levante como pude e intente buscar una salida de aquel lugar, aun tenia cosas que hacer y quedar ahí estando tan cerca sería horrible.

Encontré algunos pasadizos a los cuales no les preste mucha atención hasta que termine sin modo de seguir y de reojo divisé a mi peor pesadilla hecha realidad, un monstruo.

Al parecer los relatos que creí eran para atemorizar a los niños eran verdad y ahora me encontraba con ellos, quise huir de ahí para evitar alguna confrontación, cosa que no logre.

Las batallas eran horribles, apenas me podía mover así que no podía esquivar muy bien, mucho menos huir, tan solo me quedaba intentar actuar y aburrirlos para que se fueran y después seguir. Intentando resolver los acertijos y cayendo continuamente, lo cual empeoro las cosas

Hasta que llegue a este punto, perdí mi querido listón que me regaló mi padre, un dolor horrible en cada parte de mí cuerpo, no puedo ni mantenerme en pie y por como estoy no creo poder salvarla.

-jaja- empezaron a caer mis lágrimas –no pude hacer algo tan simple como cortar una simple planta, realmente soy ridícula- el aire me empezaba a faltar un poco por el llanto

-lo arruine todo otra vez...ya no puedo hacer nada... solo me queda esperar de nuevo...- esperar, creo que fue lo único que logre hacer bien, esperar a mi padre de la guerra, esperar a que los médicos encontraran una solución, esperar por la ayuda o piedad de mis conocidos...esperar hacer esto bien- esperaré aquí con esta linda vista.

Y finalmente todo se volvió oscuridad

Un hermoso paisaje de una ciudad subterránea se alzaba en las Ruinas, el "Hogar" de muchos monstruos, pero también el lugar donde yacía el cuerpo sin vida de una chica con una gran paciencia, que murió esperando por ayuda sin poder admirar realmente aquel paisaje. Cuando la ayuda finalmente llegó ya era demasiado tarde su propia virtud la condeno.