2. Olvidar y Recordar

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Esta cena sin el tío Juan había sido muy distinta, más seria. Mis abuelos peleaban porque el abuelo queria ver la tele en paz y el tío Juan ya no podía estar para tranquilizarlos. Se notaba que  faltaba este año. Mis primos y yo pasábamos de ellos para evitar que nos regañaran también. En medio de ese bullicio, se nos acercó el tío Facundo, nos hizo un gesto para que lo siguiéramos y se dirigió al pequeño saloncito donde se hallaba su sillón azul.
Nosotros, sabiendo lo que nos esperaba, lo seguimos emocionados.
Los cinco primos que éramos, nos acomodamos en el sofá de enfrente del tío.
-Se que estas semanas han sido complicadas, para algunos mas que para otros. -dijo el tío. Miré de reojo a mi prima Angela, que se había pasado este mes en el hospital con mi tío Juan, que era su abuelo. Este había fallecido poco después de navidad.
-Igualmente nos contarás un cuento? -dijo Alba.
-Claro que si- respondió con su tranqulizadora voz el tio Facundo.- ¿De qué quereis hablar?

De pronto, entró al salón Alba, mi prima. 

-Lo siento, con tanto jaleo se me había olvidado venir. ¿Habéis empezado ya?

- Olvidar...- murmuró el tio, todos le prestamos atención.-Sobre eso tengo algo escrito por aquí- sacó su libretita y rebuscó entre las páginas. Entonces empezó a leer uno de los cuentos que solía escribir.

<Jorge Bonachera se encontraba en una habitación de hospital. Pero no sabía porque, tampoco sabía que se llamaba Jorge hasta que entró una enfermera

- Señor Jorge Bonachera, ¿cómo se encuentra? - dijo amablemente la mujer acercándose a su camilla.>

Así que esta historia tenía diàlogo, me encantaba cuando el tío hacía voces para leerlo.

<- ¿Me lo dice a mi? - preguntó él confuso.

- Claro, es usted el señor Bonachera ¿verdad? – respondió la enfermera. Jorge asintió aunque en verdad no sabía la respuesta a eso. – Tuvo esta noche un accidente de coche junto al señor Sebastián Garza, su compañero salió mejor parado pero usted deberá estar ingresado durante un tiempo. - Dicho esto, la joven enfermera dejó a Jorge solo.

Con el silencio y la calma de la habitación le pasaron mil preguntas por la cabeza. ¿Quien era él? ¿Por qué no se acordaba de él pero si de cada calle de Madrid? Jorge intentó pensar en todo lo que recordaba. Se acordaba de sumar, restar y hacer ecuaciones, también sabía historia de España, conocía nombres de bares y cafeterías de una zona de la ciudad de Madrid, seguramente la zona donde vivía.

De repente, la puerta de la habitación se abrió, rompiendo la calma de la habitación. Un hombre moreno con unas gruesas gafas marrones y una escayola en el brazo se asomó.

- Hola Jorge, espero no molestarte, quería saber como te encontrabas. – dijo con una tranquilizada y familiar voz.

- Pasa, ¿sabes quién soy? No recuerdo nada, por favor dime si nos conocemos y todo lo que sepas de mi.

- Oh, me dijeron que te golpeaste la cabeza, pero, ¿Realmente no sabes quién eres? -dijo el hombre preocupado cerrando la puerta. – Siento decirte que no te conozco mucho. Te conocí la noche anterior en el bar, estuvimos charlando durante unas dos horas, me lo pasé muy bien. Luego te ofrecí llevarte a casa pero por el camino tuvimos ese accidente. Siento mucho lo que te ha pasado, te ayudaré en lo que pueda.

El hombre resultó ser Sebastián Garza que, como había dicho la enfermera, estuvo junto a él en el coche. Sebastián tenía una mirada que le inspiraba confianza a Jorge eso hizo que aceptara que lo acompañase a su casa. Sabía que era su casa gracias a una carta con dinero que encontró en el bolsillo. El hecho de que únicamente hubiese dinero era confuso.

El pisito de Jorge Bonachera era pequeño y estaba amueblado a medias con algunas cajas de mudanza esparcidas por el salón. En la nevera, no había casi nada de comida pero lo más misterioso fue la caja fuerte que encontraron que, como requería de una contraseña, no pudieron ver su contenido.

Sebastián decidió entonces ir a comprar unos bocadillos a un bar cercano dejando a Jorge solo con sus pensamientos. Él, observando los pocos libros de la estantería, encontró un álbum de fotos el cual comenzó a hojear. Primero le parecieron fotos de desconocidos, pero poco a poco le resultaron más familiares. Recordó a su hermana pequeña, Clara, y a su padre Iván. Jorge estaba recuperando parte de su memoria.

Sumergido en esos recuerdos escuchó su teléfono sonar por primera vez. Sin pensárselo dos veces lo cogió.

-Hola Jorge, el jefe quiere saber si ja te has encargado de Sebastián Garza- dijo una voz ronca al otro lado de la línea. Jorge se puso pálido al escuchar eso y, sin saber que hacía, se dirigió al armario con contraseña y extrajo de ahí una de muchas armas de fuego que habían.

Alguien del exterior empezó a girar la llave para abrir la puerta. Era Sebastián con dos bocadillos. Tembloroso, Jorge levantó el arma hacia la puerta que estaba apunto de abrirse.

Ahora lo recordaba todo.>

- ¿Entonces lo mató o no?- dijo Guadalupe confusa.

-Eso te lo tienes que imaginar como quieras.- le respondí.

- Yo quiero pensar que no lo mata- dijo Alba.

- Pues yo creo que si. No puede traicionar a su jefe- dijo Alfredo alterado.

- De las dos formas traicionaría a alguien.- respondió Angela.

Me giré para preguntar al tío Facundo pero este ya se disponía a unirse a los mayores, dejándonos dicutiendo por ese final abierto.

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⏰ Last updated: Feb 23, 2020 ⏰

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