Ilusiones eternas

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Hoy será el día en donde resucitarán los clásicos, juraré mi alegría y los malcriados temblarán en sus inclinados asientos. Lucharé hombro a hombro para enmudecer a la tiranía, y hacer que la libertad provoque incendios descontrolados. Llorará el hombre ante su espada, la tez de los hermanos yacerá fría y la revolución quedará marcada. Sangre traicionera me brotará de golpe, si a la muerte no derroto en amarguras, de una renuncia televisiva. La práctica, me hizo llegar pronto a lo que estaba predestinado, pues fui muchas cosas, aunque yo fuera uno solo.

He mirado mi rostro en el espejo antes de salir y he visto en la profundidad de mis ojos, un corazón roto que desde hace tiempo se siente vacío. Junto a las telarañas y el polvo se junta a montón en mis sentimientos el dolor y la ignorancia. Pude ver también que mi madre, ya no latía con ritmo sino solo por naturaleza. El crudo frío en mi interior me hizo estremecer completamente. Al observarme las ojeras que rodeaban el marte de mi vista, vi el cansancio que acarrea el insomnio y mi negra tristeza. Pareciese como si de mis acciones quisiera salir un mar de lágrimas; mis heridas aún no habían cerrado, y hacía rato que las tenía abiertas.

Mis labios estaban tan solitarios que ya se habían convertido en un desierto reseco. Tenía sueños, pero me acostaba y no podía dormir. No quería seguir viviendo, aunque inhalaba fuerte y conseguía respirar. Yo deseaba ser amado ya que no tenía a alguien a quien pudiera querer, pero lo que no lograba era amarme a mí mismo. En un momento oportuno, en esas mínimas casualidades de coincidir atención, puede poseer en ese instante, una bella alegría. Ese lugar, en donde no hacía falta tocarnos o juntarnos; nadie tenía que estar a centímetros de mi vida. La decadencia económica moral empeoraba, así que alguien tenía que decirlo, despues de todo nadie tenía agallas para hacerlo.

Porque en ese instante el deseo lo traducen las caras pintadas con maquillaje, y un cuerpo muy delgado, para vestir un traje a la medida. Ya estaba cansado de las noches así, con tanto ruido en mente que no deja dormir; tanto llorar, con bolsas pesadas de sentir, en un alma frizada de tanto tener que fingir. Extraño el día de ayer, mas ya no es un avance poderlo presumir. No me hubiera gustado que te acercaras mucho, solo aléjate de mí; que aunque no quiera, tiendo a destruir a las personas. No me gustaría que alguien vuelva intentando mentirme con historias que no son verdad. Espero que nunca les toque sufrir pensando que nunca llegarán hasta el fin del mes.

Con fuerza, logré dejar a la perdición atrás de todo aquello que me hacía pensar que la realidad no era mala. Ahora no encuentro lugar para descansar de tanta felicidad. Decidí olvidar crear castillos, y permití tirar aquellos que construí dentro de mi mente. Lamentablemente lo conseguí, ahora todo está en ruinas y es mejor que antes para mí. Solo quedó el constante ruido y el sentimiento enorme de no gastar en ningún lado. Me dejaba llevar por las opiniones de más de una mente cerrada, dejé de escribir y junto con las letras el descanso también se fue. Espero que mi pulso no me falle, quisiera volver a expresarme agonizando en papel.

Entendí que sin gracia uno tiende a morir mucho más rápido, deteniéndose a pensativos ratos. Mientras cierro mis párpados viene la ola de aplausos grabados. Nunca estuve del todo bien, pero ya me cansé de callarme. No pude caer por completo, así que solo me hundí más y más en el show. Todo estaba en silencio, no podía volver atrás. En cámara lenta y a la vez normal, actué como alguien incapaz de matar a su propia ubre. Es como sentir poder y paz al mismo tiempo, mientras dejaba que el cielo solar se caiga a pedazos. De todas formas nunca supimos como flotar y déjarnos llevar por la corriente.

Mi cabeza chocó en algún punto con la ignorancia de la existencia, frente a los males sociales. Si hubiera sabido que me iba a estrellar, aceleraría pues nunca frenaría; el muro de la crisis no te mataría, pero desearás estar muerto luego. Mis chistes me hicieron descender y no corrí para atrapar mi dignidad. En lugar de eso cerré las burlas, tirando a una gorda paloma mediática para simbolizar mi detención antes de la golpiza policial. ¡Qué horrible se siente creer que ya nada vale la pena, que lo único que esperas es solo finalizar! Como si todos estos sufrimientos te estuvieran preparando para algo grande.

Ahora estoy atrapado en el mismo lugar de antes, sin importar lo grande que sea el sangrado o mayor la lección, puedo levantarme como si todo estuviera paralizado. Lo único que hago es ver mi risa trotar por mis muñecas, caer al suelo y desvanecer como si no valiera nada. Como si yo no fuera suficiente, destrozando a mí mismo y sin conseguir nada. Olvido que la calma solo cae en coros sublimes con gotas que se van derramando en litros que se desvanecen. Recuerdo que estaba desperdiciando años de mi vida junto a moretones de abusos olvidados.

Creería que con avanzar caería aún más, pero la verdad es que mi vida se ha vuelto una positiva al llorar. Entre todos soy uno en un millón, pues vaya que no me consiguieron derrumbar con todas sus cuerdas hacia abajo y sus escaleras para el cielo. Para influyentes fui un terrorista, aunque para revolucionarios era un libertador. Nunca estuve tan cerca de la muerte, llegué a tener miedo, pero ahora ya no me importa con dejar huella en la historia. Siempre fui una naranja entera sin pelear, llegó el tiempo de pudrirme pero en vez de sufrir, reaccioné y me reí de toda la subjetividad humana, en fondos blancos y una camisa cerrada.

Fin

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