Un único latido

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Y pensar que todo fue tan corto, un día, una noche, una cita, que hizo a mi corazón sentir algo que anteriormente nunca había podido.

Hablé con él por WhatsApp, sí, tenía su número, me sentía tan feliz, casi todo un mes hablando sin parar, día y noche, era tan bonito.

Por fin habíamos quedado, ya podíamos vernos, ya tenía mis billetes para verle, estaba nerviosa, no recordaba tan bien su rostro y cuando quería verle era solamente por fotos que él mismo me enviaba pero yo quería algo más, quería tocarle, sentir mis manos frías en su rostro y poder acariciar esa nuca como me decía que tanto le gustaba, volver a oler ese perfume que llevaba y tanto anhelaba esa última vez que nos vimos.

Ya era la hora, me subí a ese tren, iba a volver a ese pueblecito perdido en el campo donde yo nací y crecí.

El tren era bastante viejo, se podría decir que no lo habían arreglado en mucho tiempo, dentro del vagón no había mucha gente, bueno, ese pequeño tren tampoco tenía muchas paradas, solamente la de mi pueblecito. Lo recuerdo como si fuera ayer, ese campo totalmente verde, con flores a rebosar, ver a los conejitos cada uno de un color ir tranquilamente paseando con sus familias y las ovejas comiendo el pasto...pasto...mis abuelos...agricultores de nacimiento, fuertes como un árbol, les extraño tanto y hoy también podré verles. Pasaron unas horas y llegué a mi destino, claro, aquí nada cambia, solamente las personas, veía a mis vecinos de cuando era pequeña mientras llegaba a casa de mis abuelos , el campo estaba igual que siempre, el cielo era azul y estaba tan despejado que cualquiera de la ciudad que viniera aquí tendría envidia de lo soleado y bonito que estaba y como no, el aire, aire puro, perfectamente sabias que podías purificarte, el aire era frio, tanto, que te recorrería todo el cuerpo aunque la estación en la que estábamos era primavera, y el olor era genial, según mis abuelos me contaron por una llamada, había llovido, así que mi olor favorito cuando llegara estaría por todas partes, como amo el olor al césped y tierra mojada.

Llegué a casa de mis abuelos, estuve casi todo el tiempo, hasta que, era el momento de verle de nuevo.

Me empecé a arreglar con las prendas más bonitas e informales que podía encontrar en mi maleta, un vestido rosita que perfectamente dejaba mis hombros al desnudo, un cinturón marrón claro que me había regalado mi abuela antes de irme que decía que traía suerte en el amor, unas sandalias también marrones y por ultimo un sombrero tipo pamela de color blanco que hacían resaltar mis ojos pardos. Mi peinado tampoco se quedaba atrás mi cabello largo castaño lo deje suelto aunque en un lado le hice una pequeña trenza y mi maquillaje era sencillo un poco de brillo de labios y el rímel.

Lista para la quedada salí de mi casa para ir directa al lugar donde habíamos acordado, la casa de sus abuelos, no, no nos íbamos a quedar allí, solamente que el "trabajaba" en el huerto, ya que ellos no podían mantener ese trabajo tan duro con sus años, así que decidió ayudarles, como no sabía cuando tiempo le iba a tomar decidí llevarme un libro en un bolsito que llevaba conmigo por si acaso.

Recién llegada a la casa de sus abuelos, ella me invitó a un refresco, la cual acepté encantada y mientras hablaba con su abuela, mis ojos de vez en cuando seguían al chico, el chico que me gustaba, ese que solamente podía hablar por redes sociales y ver unas fotos de él. De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban y de la vergüenza que sentíamos nos reíamos y seguíamos a lo nuestro.

Pasadas las horas era de noche y por fin, él ya había terminado, nos despedimos y salimos de la casa, terminamos yendo a un parque, no un parque cualquiera, era el parque de nuestra infancia, donde los dos jugábamos. Nos sentamos en uno de los columpios, que era el favorito de pequeños. No había nadie, solo nosotros, el silencio inundaba el lugar y lo único que se oían eran nuestras voces riendo y comentando anécdotas de lo sucedió mientras no estamos juntos en el pueblo.

Mi corazón palpitaba más que nunca, él estaba tumbado y yo sentada a su lado, la poca luz que daba la farola más próxima a nosotros, podía apreciar perfectamente sus ojos pardos mezclado con un poco de verde, su pelo castaño y su sonrisa que tanto me enamoraba de nuevo y deseaba volver a verla, ya estábamos juntos, ya podía tocarle y sentir su piel suave que tanto recordaba de joven con mis dedos. Teniendo ese pensamiento, mi mano intuitivamente le acarició la nuca, a la mejilla y terminado en su pecho. Mi postura cambió, seguía estando sentada aunque uno de mis brazos pasaba por encima suya aguantado mi propio peso y el otro en su pecho, él, tumbado, coloco uno de sus brazos alrededor de mi cadera y la otra mano sujetando la mía en su pecho. Se hizo tarde y tenía que volver a casa de mis abuelos, el chico me acompañó y justo en la entrada de la casa, él me abrazó, no me soltaba, parecía que quería decirme algo más, yo subí la mirada y le observaba, no entendía que le pasaba, me miró, sonrió y sopló en mi rostro con una sonrisa pícara, sonreí y en eso, la única luz que había fuera de la casa de apagó, suspiré. Sin pensar me puse de puntillas y mis brazos se colocaron alrededor de su cuello apoyándolos en los hombros en cambio él me agarró de la cintura y se acercó más para verme mejor, cerré los ojos y... cuando me di cuenta que estaba en ese mismo tren viejo donde la gente era escasa, agarré el móvil y miré la hora, aun era por la mañana, había soñado con ese chico la cual iba a verle de verdad ese mismo día, esa misma tarde.


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⏰ Last updated: Nov 02, 2019 ⏰

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