A veces no quisiera tener la razón

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Luego de aquella junta el mexicano volvió a su tierra, sin embargo, distinto a la última vez que salió de su territorio, esta vez no huía con prisas... se tomó su tiempo para caminar de regreso ocultando su fachada tan elegante de antes analizando con cuidado una leve idea de cómo se encontraba el resto del mundo... y ¿qué podía decir?...

Una punzada de culpa se le clavó en el pecho haciendo una sutil mueca mientras sus pulmones se inflaban en un suspiro, se encontraba en Inglaterra pues allí se había decidido la ultima reunión, el olor a podrido en las calles le revolvía el estomago ligeramente, pero el silencio y monótono comportamiento de la gente fue lo que realmente le dio cierto vértigo.

Sus pies pisaban las piedras húmedas y algo agrietadas que conformaban aquellas calles, las miradas de la gente no eran oscuras, simplemente grises... observando la tierra húmeda entre las piedras, y eso era mucho decir, pues no es como si hubiera realmente mucha gente en esos momentos, ¿lo habría en algún otro lado?... Esa duda asaltó la mente del tricolor dejando eco en su caminar de vuelta al aeropuerto, hasta que un leve empujón contra su pierna acompañado de un blanco quejido llamó su atención haciéndole bajar su vista del cielo para ver a sus pies un cuerpo pequeño y demasiado delgado, un cabello rubio deslavado y reseco asomándose bajo un gorro un poco deshilado acompañado por una piel pálida manchada por algo de tierra- ¡Ay! Perdón! - se disculpó casi de inmediato el mexicano mientras se agachaba al infante para mirarle tendiendo su mano queriendo levantarlo, sin embargo, pudo verlo lo suficientemente ido como para tomarlo con todo el cuidado posible a penas alzando su rostro, notando unos labios delgados y amoratados con unos sutiles llegues por resequedad; el de piel tricolor afiló su mirada sobre el infante quien al verle tembló, el impulso de correr latía fuerte en su pecho, sin embargo...

Esos ojos...

El color oro fundido ... era realmente brillante, simplemente el instinto le dominó sobre el miedo, quedándose en silencio sin saber qué decir ante el mayor, un vértigo ante la dualidad de sus pensamientos le hizo querer empezar a llorar, el mayor percatándose de aquello parpadeó y le ofreció una sonrisa amable y sutil- shhh... motonalui...- (tranquilo) susurró con voz satinada llamando la atención del niño para sacar de debajo de su chamarra un pañuelo con el cual limpió la cara del mas pequeño con cuidado y le miró- much better... - (mucho mejor... )dijo ya hincado en una rodilla para quedar más a su altura y suspiró luego de ver los ojos temerosos y curiosos de aquel infante quien no se atrevió a decir palabra alguna. Cerró un momento sus ojos dejando al niño calmarse un poco y al volver a abrir lentamente sus parpados el niño sintió un suave hormigueo, la mirada ámbar del águila real vibró fundiéndose en aquel color tan encantador ante los ojos del rubio y por un momento el oro se vio reflejado en la mirada más joven, allí el latino sonrió dejando escapar una leve risa nasal, esa reacción pudo aliviar la angustia en su pecho y se puso de pie sacándole más de la mitad de altura al infante quien, por lo mismo, se vio retrocediendo unos pasos sutilmente intimidado, sin embargo, pudo ver al mayor hacer un gesto pensativo y luego una mueca algo cómica mientras torcía la boca sacando la lengua arrugando la nariz enarcando una ceja y entrecerrando un ojo a la par, el infante sonrió sutilmente curioso por aquel gesto, pero se tensó un poco cuando lo vio sacando algo de su bolsillo y luego sonreírle divertido, le tendió aquello que guardaba... un... circulo?... no comprendió aquello y miró interrogante al extraño adulto, pues a sus ojos de aquel infante, ese desconocido era lo más extraño que había visto en su vida entera...

Esto solo le hizo gracia al de sangre azteca quien luego de una leve risa abrió con cuidado el empaque de papel encerado reciclado mostrando dentro un medallón de color claro y el niño detenerse a olerlo, su boca comenzó a salivar y su estomago gruñó, una leve insistencia mas por parte del mayor causó que aquel rubio se abalanzara arrebatándole aquel dulce que se desmoronaba y luego se amasaba en su boca, se sonrojó levemente gesticulando con gusto, no sabía qué era aquello pero sencillamente era lo más exquisito del mundo!. El de ojos ámbar miró con cuidado cada detalle de esa situación y poco después el niño sintió un peso en su cabeza por una sutil caricia, el emperador acarició suavemente su cabeza, permitiéndole al menor sentir el calor de aquella mano firme... unas palabras que no pudo reconocer le hicieron volver su atención... - pronto verás el sol brillar... - no entendió aquel lenguaje, pero sintió perfectamente el alivio que querían darle aquellas palabras mientras el calor se hacía un recuerdo, giró sobre sus pies mirando a dónde se iba aquel extraño, y en un impulso gritó –

EMPERADORWhere stories live. Discover now