Prólogo

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El día de hoy era como cualquier otro, el sol muestra sus primeros rayos de luz y la vida comienza con su curso habitual de las cosas.

En la nación de sol naciente; arboles de cerezo exhibían galantemente sus flores con gran orgullo. Sus montañas, vistas desde el horizonte, se mostraban imponentes desde siempre; en especial el monte fuji, con sus llanuras y praderas, aunque no muy extensas. Un cielo nublado, llevaba consigo algunas nubes cargadas de agua y rayos, con una ligera llovizna impregnando el aire.

Dentro de su capital edificios tan altos parecían llegar al cielo, las personas por montones inundaban las calles con el ajetreo de su rutina. El asalariado común mostraba tanto vigor en su caminata como cansancio al saber que tendrá un día ocupado y agotador al mismo tiempo que iba en camino hacia el trabajo en la oficina, siendo en su mayoría hombres mientras que las mujeres se quedaban en casa o en algunos casos apartamentos.

Alrededor de todo en un departamento rentado de Tokio una mujer preparaba un obento en la cocina, siendo algo de todos los días, a su lado estaba un plato de cerámica encima del mismo unos recién preparados huevos con jamón, algo un tanto extraño.

La distribución de ese lugar no resulta digna de mención; salvo tal vez dos cuartos. Uno de ellos es la sala de estar. Su piso es de un simple pero bien colocado color rojo resultado del mosaico puesto en elección a los gustos de las mujeres acompañado del mejor, pero barato, comedor de madera que se puede traducir en sillas y una mesa de madera de buena calidad. (si no llegan las termitas o polillas)

Repentinamente suena una alarma.

Ubicando el origen del ruido está el otro cuarto, su estilo en las paredes es un simple color rosa claro con algunos adornos de flores y peluches. En el centro de todo se encontraba un futón color blanco y a su lado un reloj despertador junto a un celular.

Debido al despertador una chica se levanta del futón, pero se despierta un poco somnolienta. Mirando brevemente a su alrededor recuerdos de alegrías pasadas l‑legan a su mente y le invade la nostalgia, algo extraño a sus 6 años.

—lo que fue de padre...—Dice ella—

Después de apagar la alarma comienza a cambiarse su ropa de cama a un uniforme escolar y luego toma algo. Al mismo tiempo, su madre coloca la comida recién hecha en la mesa del comedor.

—hija, el desayuno está listo. No por sentirte enferma vas a dejar de comer.

Tras escuchar esa última acusación de su madre ella, de forma semi-consciente, replica:

—¡Mama!, ¿De verdad crees que diría una excusa como esa solo para no comer?

—quien sabe, ayer me habías dicho que dejaste la escuela por una gripe.

—¡Es verdad!, No me sentía muy bien así que le pedí al profesor qu-

—¡¡ESO NO ES EXCUSA!, no puedes decir esas Mentiras. Siendo mi hija me preocupa ese comportamiento tuyo.

—no tienes por qué preocuparte, Estoy bien.

—...

—de cualquier manera, no puedo faltar hoy a la escuela. Tsukasa y Naomi-chan me invitaron a jugar a las muñecas con ellas.

—ya veo.

Luego de aquella conversación insidiosa las mujeres, madre e hija, proceden a comer sin decirse nada la una a la otra. ocasionalmente ella mira de reojo a su madre e intenta imitar sus movimientos un tanto elegantes, aunque lo hace con torpeza. Al darse cuenta de eso su madre suelta una pequeña risilla provocando que su hija se sonroje como un pequeño tomate.

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