Tan pronto como desperté, el alba llegó. Apenas desayuné, me vestí y cogí mi maleta rumbo a la estación de trenes. Rumbo a Madrid.
Hace años que trabajo como periodista y he de decir que no soy un hombre que va a por lo fácil, no, todo lo contrario. Mientras otros hablan de política, de futbol o simplemente son paparazzis, que no tienen más vida que la de perseguir a los ídolos de su audiencia, yo me especializo en casos que pueden fascinar al mundo entero e incluso cambiarlo, si buena es la moraleja de la historia. Sin ir más lejos, hace un año hablé de un hecho paranormal con el que me topé y, no quiero fardar mucho sobre ello, pero incluso gané un premio a la historia más espeluznante del año. Pero esta era diferente. Hace poco que en el periódico salió la noticia de que una mujer había fallecido de muerte natural a sus 33 años en un manicomio. Se llamaba Sakura y mucho antes de ingresarla en ese sitio, estuvo en el Hospital El Niño Jesús cuando era una niña. Donde diversos especialistas la trataron dando por hecho desde un principio que estaba loca. Así es, una autentica barbaridad. Uno de los médicos que durante más tiempo estuvo tratándola y mejor la conocía, se ofreció a hablarme de su peculiar caso después de que yo contactase con él. Tengo que ser sincero y decir que esta niña me había despertado curiosidad desde un primer momento sin ninguna razón aparente.
Después de tres horas y media de viaje, por fin llegué a mi destino. Tampoco me quejo, los viajes en tren me encantan. Paré para comer y descansar un rato, después dejé mis maletas en el piso que había alquilado y marché de nuevo al lugar de encuentro con este señor tan solo acompañado por una mochila negra y mi portátil. Era este lugar de quedada, un edificio antiquísimo y lúgubre, al que uno no sería capaz de acostumbrarse ni aún viviendo en él. Llamé al portal y la puerta se abrió tras un pitido, subí andando las escaleras hasta la quinta planta, donde un señor, de alrededor de sesenta años, me esperaba con la puerta de su piso abierta. Ambos estrechamos la mano del otro con fuerza y nos saludamos. Me pidió que me pusiese cómodo y, por supuesto, no dudé en hacerlo.
-Se que no es un lugar muy bonito para tener una conversación, pero por favor, si necesita algo solo tiene que decírmelo. -Comenzó. Su voz era tenue y tranquila, capaz de apaciguar a cualquier persona.
-Muchas gracias, es usted muy amable. -Sonreí.
-No me acuerdo si le llegué a decir mi nombre o no, disculpe, me llamo José María.
-Creo que no me lo llegó a decir. Encantado, soy Luna. Creo que tampoco le dije el mío.
-¿Luna? -Hizo hincapié en mi nombre arqueando una ceja. -Es un nombre muy curioso, al menos no lo había oído nunca en un hombre.
-Sí, es curioso. No se en que estarían pensando mi padre y madre cuando me lo pusieron. -Bromeé.
-Oh, no se queje, es un nombre precioso. -Rio. -Además, tiene algo que ver con la historia que le voy a contar. ¿Quiere que empecemos ya?
-Como usted desee. -Fui sacando mi ordenador de la mochila. -No le importa que escriba todo lo que digamos, ¿Verdad?
-Por supuesto que no.
-Pues, adelante, cuando usted quiera.
José María se aclaró la voz y comenzó a relatar.
-Antes de contarle la historia de esta niña, he de comentarle que, el Hospital El Niño Jesús ha intentado ayudar a niños con todo tipo de trastornos y enfermedades mentales, y seguirá intentándolo hasta el cierre de sus puertas. Pero las enfermedades de muchos de ellos se nos escapaban de las manos y a veces no sabíamos como ayudarles. La historia de esta muchacha es una de ellas. Se llamaba Sakura y desde que era muy pequeña sus padres habían estado llevándola a hospitales y a todo tipo de especialistas, y ninguno supo tratar su caso. Finalmente y como una de las últimas opciones, acabaron trayéndola, aquí, a Madrid. Todos los médicos quedamos sorprendidos con su expediente.
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Lúpiter
FantasyLa inocencia de una niña en busca de su libertad, un lobo que perdió su ferocidad y un periodista intrigrado por el maravilloso caso del hospital en el que ambas criaturas se conocieron.