•CONTRATO• | Taejin| *Cancelado*

Capítulo 3

Tuvo una reunión con su jefe en cuestión, fue regañado por enfrentar a esos demonios solo a pesar de haber protegido a Jeon Jungkook, sumando que dejó escapar a uno de ellos poniendo en riesgo a la población, agregando más a sus problemas que tenía una maldición y termino suspendido de sus funciones hasta que sus heridas sanarán de forma natural.

Fue a casa en autobús usando su abrigo negro la gente le miraba embobada seguro por lo atractivo que era, además del hecho de un cartel publicitario donde aparecía él, pretendió no sentir las miradas de la gente y bajo en su estación como un ciudadano normal, caminó hasta su departamento viendo las luces encendidas.

Al abrir la puerta se encontró con ese hombre atractivo, Tae vestía una bata negra y unos pantalones de pijama rayado de color azul oscuro, sus cabellos estaban húmedos y el aroma a jabón llegó a su nariz, Jin se quito el abrigo para colgarlo sin mucho interés, estaba algo molesto y desilusionado por lo ocurrido.

— Apestas! — Soltó Taehyung para agarrarle sin aviso y sin cuidado levantándole del suelo.

— Hey! Eso duele! — Se quejó por su herida en su hombro, Tae le acomodó en sus brazos al notar lo violento que fue, ahora que le llevaba al estilo princesa pateó la puerta del baño. SeokJin se sobresalto y notó la tina llena de agua caliente.

Ese demonio le metió a la tina con ropa empapando esa camisa blanca y sus pantalones de repuesto, su vendaje de mojo y observó al castaño estupefacto, qué acaso no podía desvestirle como a la gente?

— Era necesario? — Preguntó con seriedad levantando una de sus cejas.

— Completamente! — Respondió con una sonrisa sádica para llevar las manos a la delgada tela de esa camisa y tiró con fuerza abriendo la ropa.

— Basta! Animal! — Le gritó molesto intentando cubrir su pecho ahora desnudo.

— Es divertido! — Tae sonrió riendo para proseguir con el vendaje en el hombro de su hermoso compañero, Jin cerró los ojos por el dolor.

— No lo es! — Le recriminó notando como su herida se abrió y volvía a sangrar.

Taehyung observó la sangre brotar de esa forma encantadora, contrastando con la blancura de esa piel suave, paso su mirada ahora al atractivo rostro de Jin y se acercó hasta el punto en que sus alientos chocaban ante la cercanía, Seok jin entre cerro los ojos a la espera de un beso tan pasional y caliente como esa misma tarde pero en su lugar sintió el agarre violento sobre su propio rostro. Esos dedos le tomaron de la barbilla con firmeza para alejarle de la boca ajena, Tae devoró la herida en su hombro sin cuidado provocando un ardor que hizo jadear al mago ante el contacto.

Esa lengua saboreo su carne y sintió su cuerpo temblar, el dolor disminuyó con cada lamida hasta desaparecer por completo, esa boca se separó de su piel y ahora se encontró con el atractivo rostro del demonio cuyos ojos brillaban en un encantador azul eléctrico, esos labios eran teñidos por la sangre de su herida y podía escuchar esa respiración pesada.

— Qué hiciste? — Preguntó llevando su mano al área donde estaba su herida pero está desapareció.

— Cuidarte. —  Respondió serio tomando el hombro ajeno para acariciarle con suavidad.

— ... — Jin se mantuvo en silencio ante ese comportamiento, llevaban años juntos y notaba que con el pasar del tiempo se volvieron íntimos pero no solía permitir esa clase de caricias suaves, su corazón estaba en juego y no podía confiar plenamente en un demonio.

Antes de continuar pensando en su relación recibió un suave beso en sus labios, el sabor metálico de la sangre invadió su boca al igual que esa lengua caliente y húmeda, nunca había sentido algo así, Taehyung le volvía inmoral y despertaba un deseo insaciable en él, sabía que eso era parte del encanto seductor de un demonio como Tae pero era la primera vez que lo sentía tan fuerte y en carne propia. Hoy estaba actuando más demandante de lo usual, el calor de esos labios era adictivo y el deseo crecía cada vez más, ni siquiera podía ocultarlo ya que ese ser que devoraba su boca podía oler su lujuria creciendo a medida que esa caricia húmeda se volvía salvaje.