Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento.
Otoño – Juan Ramón Jiménez
La flor, marchita de hojas,
se quiebra en la génesis del otoño.
Todo muere y vuelve a renacer,
tonos amarillos, naranjas y rojizos
nos regala la estación de la resurrección.
El zigzagueo de las hojas
que buscan desprenderse de las ramas
suenan como un preludio de Chopin
y al desprenderse viajan,
se trasladan de un lado hacia el otro
parecen libres, pero son marionetas del viento
que las eleva, las hace descender, las destruye.
Y la hoja cae hecha pedazos,
y los trozos se dividen,
los fragmentos buscan la unión
y el viento arremete nuevamente.
Solo queda esperar
que la primavera, con algo de compasión,
la vuelva a reconstruir
más fuerte, menos dócil,
más cauta, menos dúctil,
más revolucionaria, menos conformista,
más auténtica, más luchadora.