EPÍLOGO

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Tras cruzar la recepción, la suave brisa del atardecer golpeó contra su rostro, agitando sus grisáceos cabellos y refrescando su entorno.

Hoy era su último día de terapia, el último día que tendría que visitar ese gigantesco hospital, hoy al fin podría poner punto final esa época en su vida y continuar. Hoy cumplido un año desde que despertó.

¡Un año! Definitivamente el tiempo pasa volando. Él aún puede verse tirado en aquella cama conectado a todos los monitores posibles.

Esbozando una pequeña sonrisa suspira aliviado. Por lo menos todo había acabado. Nunca tendría que recibir otra vez largas recetas de medicamentos, o asistir a otra de esas pesadas charlas con el especialista. Si lo dejan a consideración de YoonGi, eso fue lo peor. Pasar horas y horas conversando sobre su estado, tanto de ánimo como físico, fue agotador. En especial, hablar de 'eso'.

Era difícil de explicar, más aún conociendo la verdad, pero por alguna razón se negaba a aceptar que todo fue producto de su mente (a pesar de no decirlo). Fue demasiado real para ser un sueño, en algún momento llegó a ser su justificación y de la que gustaba apegarse, no obstante, con el paso de los días, que se convirtieron en semanas y meses, los abundantes recuerdos que poesía cayeron en picada, desapareciendo uno a uno, hasta extinguirse.

Hoy en día sus dudas persistían, sin embargo aprendió a evadirlas.

—¡YoonGi! —Una melodiosa voz lo sacó de su ensoñación, obviamente reconociendo a quien pertenecía. —¡Min YoonGi!

—Te estoy escuchando, no tienes por qué gritar. —Dijo caminando despreocupadamente hasta su pelirrojo amigo que acababa de salir también del hospital. No es que HoSeok estuviera enfermo solo que vino acompañándolo.

—Bueno, por si acaso. —Contestó sonriente el más alto, formando un corazón en sus labios. —Ahora lo importante es continuar con el plan.

Con decir "plan", Jung se refería a pasar todo su día libre viendo películas, tal y como hacían siempre.

—Si, si como digas —espetó el pálido, sacando su móvil del bolsillo de su chamarra.

—¿A quién vas a llamar?

—A un secuestrador —habló sarcástico. —HoSeok, por supuesto que a un taxi.

—¿Para qué un taxi? Podemos ir caminando.

—¿Quieres caminar? —interrogó alzando una ceja. —En taxi estaremos en mi casa en diez minutos.

—Entonces, ¿cuándo compraremos las películas? —respondió con otra pregunta. —Caminando, aparte de comprar las películas, también estiraremos un poco las piernas. Vamos, tú lo necesitas más que yo.

—¡Oh, por favor cállate! —En respuesta sólo obtuvo fuertes carcajadas. —HoSeok, soy tu Hyung, me debes respeto. —Solo hubo más carcajadas.

Así finalmente, fueron caminando, conversando de diversas cosas, tanto del trabajo como personales, compartiendo una que otra risa de vez en cuando. Anduvieron durante casi media hora, hasta que llegaron al centro de Seúl, específicamente donde siempre Seok compraba sus largometrajes.

YoonGi le había dicho más de una vez, en varias ocasiones, que podían ver cualquier película directamente del Internet, no hacía falta comprarla. Pero claro, el pelirrojo se negó rotundamente. ¿Dónde quedaría la costumbre de comprar en caja las películas? Fue su escusa.

—Bien, vamos —dijo HoSeok, agarrando la mano de su amigo, sin embargo este no se movió. —¿YoonGi?

—Hobi, yo te espero acá fuera.

~ CAT ~  YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora