Era invierno en Monte de Plata. Sí, no hubo mejor estación para mudarme de mi ciudad, la ciudad en la que viví todos mis dieciséis años y de la que pocas veces salí, que invierno, justo la estación que detesto. No sé por qué, pero esta estación no me gusta, quizá sea porque cuando pienso en ella solo se me vienen a la mente árboles sin hojas, tan aparentemente muertos como una simple piedra, y un cielo gris como el plomo, que cuando salgo del encierro de mi casa me hace sentir aún más encerrado, que literalmente para mi es deprimente, con las calles desiertas del frío.
Ya han pasado poco más de dos años desde que recibí la última carta de Isis y eso es una de las dos cosas que me abruma, que hace demasiado que no se de mi amiga, además de que me estoy mudando.
Esta ciudad, como fue la base para unificar un país que antes era 9, se encuentra en el centro de éste y siempre fue bastante conflictiva políticamente. Se pensaría que al ser la base de un país, debería ser enorme, pero poco a poco ha sido olvidada (no tiene más de 130 años) y las mayores y más importantes ciudades siguen siendo las antiguas capitales de los ex países que se encuentran en nuestro territorio. Siempre me gusto mi país, aunque nunca lo pude conocer ya que hasta ahora, nunca salí de mi ciudad. Lo que más me gusta de él es su variedad, desde las selvas de la antigua Venezuela hasta los glaciares de los anteriores países de Chile y Argentina. Tanta belleza…tan frágil y corrompible ante nuestra presencia, ante lo que somos nosotros. A veces me aterra entender que así cómo hace 50 años un grupo de locos, dispuestos a destruirlo todo, inclusive lo más bello que se puede presenciar en vida, lograron acabar con casi el 100% de la tecnología moderna, volviendo a todas las sociedades a la vida de hace más de unos 200 años atrás, así podrían acabar con todo lo lindo que queda en este mundo. Claro, con todo lo que no hemos acabado ya.
Estaría feliz si no nos estuviéramos mudando a una gran ciudad, Buenos Aires. Esta enorme urbe está casi cien por ciento trasladada de su lugar original debido a que hace un siglo las aguas empezaron a subir y la trasladaron a quinientos km. de donde estaba, previniendo futuras inundaciones.
Ahí voy yo, al medio de las pampas.
Lo peor de todo es que voy a extrañar a mis amigos, a los que no se están mudando al mismo lugar que yo, obvio. La razón de esta mudanza masiva es simple: “En las ciudades grandes hay más oportunidades”. Por suerte podré seguir viendo a mis “grandes amigos” (que son los únicos que se trasladan conmigo) y seguramente iremos a la misma secundaria. Desde mi gastado lugar del asiento trasero, y a través de una ventana con un terrible polarizado, puedo ver los autos de Frik y Alva, mis “mejores amigos por siempre”.
Antes me preguntaba por qué cada seis meses los registros civiles imponen gamas de nombres distintos. Como los tres nacimos cuando estaban los nombres nórdicos, estos nombres de procedencias tan lejanas tenemos. Gracias a las cartas de Isis entiendo que es todo parte del juego del gobierno cuyo objetivo es alejarnos cada vez más de la realidad de afuera imponiéndonos su poder sin que nos demos cuenta.
Uno pensaría que en un país en el que están prohibidas todas las redes sociales (que no sean supervisadas por el gobierno), programas extranjeros y viajes desde o hacia otros países así como la comunicación sin que el gobierno la controle con familiares en el exterior, sería un país muy aburrido y que la gente empezaría a darse cuenta que algo anda mal muy fácilmente, pero no es así. El gobierno se ha encargado tan bien de entretener a la gente que ahora hay en cada ciudad diez estadios, diez teatros y diez shoppings por cada millón de habitantes. Todo un lujo para las ciudades grandes mientras que en las ciudades con menos de doscientos mil habitantes (como mi ciudad natal) la gente debe conformarse con un solo shopping, 2 galerías de tiendas y 1 “carnaval” por semana. También para evitar la queja de la gente que quiere viajar se promocionan viajes muy baratos a partes espectaculares del país.
ESTÁS LEYENDO
Mons Argenti
Teen FictionA veces uno puede disfrutar de la vida, uno puede ser totalmente feliz con lo que hace, con lo que puede hacer pero, ¿qué harías si te dieras cuenta que tienes el poder para hacer otras cosas? ¿qué harías si te dieses cuenta de que podes cambiar no...