A veces no somos conscientes de lo que vale el tiempo. Solo queremos aprovecharlo, o eso pensamos. Y es que al final perdemos y dejamos pasar hermosas etapas de la vida, que quizás en un futuro no vas a poder volver a gozar.
Sólo teniendo 14 años se siente mayor. Se siente como una adulta de 20, que en eso siente que acaba de convertirse, en adulta. Ahora no es niña ni adolescente. Su infancia se fue. Ya acabó, y aún así, no se da cuenta de lo que tiene y va perdiendo con los segundos.
Se siente sóla. Sin rumbo. Perdida en un mundo lleno otros indiferentes. Y es que aún no asimila lo que pasa a su alrededor. No asimila que esos "otros" son seres vivos. Cada uno con su vida y problemas. Y es que no es sólo eso. Tiene tanto que asimilar. Y sólo con catorce años, sintiéndose y precipitándose al tiempo. Preocupándose por cosas que aún no entiende y, tal vez, no debería de entender.
Y es que no es sólo eso. Ella se siente diferente. Ella no pertenece. Todos sus amigos se comportan de forma "infantil", cuando en realidad sólo gozan de lo poco que les queda. Pero ella no comprende. Ella se aísla de los demás, pensando y haciéndose tantas preguntas como neuronas tiene un ser humano.
Cada vez es peor, y sus pensamientos sólo envejecen. 25, 30, 40, 70 años.
¿Qué va a pasar cuando llegue a los 70 realmente?, ¿en qué va a pensar? Si lo que tenía que pensar, ya lo pensó. Sólo le queda pensar en todo eso en lo que no pensó. En cuando tenía 10 años, y sólo era una niña inocente y alegre, o la que ella habría querido ser. O esa adolescente inteligente que le gustaría haber sido. O quizás una época de fiestas universitarias. Y al final, solo al final, se dio cuenta de lo que perdió y no aprovechó. De lo que pudo tener, y a lo que se negó. El Tiempo.
