El sabueso afortunado
Después del largo tiempo de estudio me logre graduar de periodista y con ayuda de mis padres logre conseguir un alquiler a un precio razonable y así empecé a llevar una vida independiente a los 21 años, luego con suerte y buenas notas logre encontrar un trabajo en un periódico donde con un poco de tiempo conseguí una pequeña columna sobre curiosidades y otros temas de poca importancia, no era lo que más me gustara pero no estaba mal para empezar, también logre hacer algunos amigos entre estos a Elena la cual conocí de primero al empezar a trabajar, ella tendría unos 23 años era bromista y graciosa pero se tomaba muy enserio su trabajo, a diferencia de mi Elena tenia llevaba más tiempo que yo trabajando en el periódico y estaba en el área de los sucesos, las oficinas en las que trabajábamos estaban una al lado de la otra y de vez en cuando hablábamos un rato cuando no había nada más que hacer .
Para cuando llegaron las vacaciones gran cantidad de los empleados tomaron sus respectivos descansos y se ausentaron por unas dos o tres semanas, yo decidí quedarme durante las vacaciones a trabajar para dar una buena impresión y ver si me ascendían pues me empezaba a cansar de esa columnita sobre curiosidades, Elena también había decidido no tomar vacaciones pero era porque últimamente habían estado sucediendo una ola de asesinatos en serie de niños y con tan poco personal en el periódico no tuvo otra opción más que atrasar sus vacaciones hasta que se pasara todo pero se encontraba realmente decaída y casi que enferma.
-no te ves muy bien has dormido últimamente-le pregunte.
- no mucho-dijo con un tono apagado no usual en ella- quería tomarme mis vacaciones e ir a la playa pero esos asesinatos ya han durado por demasiado tiempo y la policía no ha logrado dar con el culpable.
-si lo he visto en tus páginas, un caso terrible la poli debe estar como loca con tantas víctimas y más aún si son todos niños pequeños- le respondí.
-pero por más que investigan no han logrado nada así que he estado investigando por mi cuenta creo que llevo unas cuantas noches sin dormir bien-respondió ella.
-ahora eres Elena la detective estrella-le dije con de broma para ver si la podía animar un poco.
-búrlate si quieres pero sabes creo que he logrado dar con algo interesante- respondió con un tono bastante serio pero no le preste atención.
-vale vale yo termine con un reportaje sobre los perros más leales de la historia ¿lo quieres ver?- le dije con el mismo tono serio que ella pero con algo de sarcasmo.
- tal vez luego ahora descansare un poco-respondió mientras bostezaba.
Y luego se quedó dormida en pleno escritorio, yo decidí ir a terminar mi reportaje sobre los perros y luego irme a casa. En la tarde del día siguiente al volver al trabajo me entere que Elena había faltado pero ella era siempre era muy cumplida con su trabajo y era extraño que faltara sin una buena razón pero recordé lo mal que ella estaba ayer así que pensé que se había tomado un descanso. Pero pasaron ya cuatro días y no se supo nada de Elena, me tenía extrañado pero no podía hacer nada, esa tarde fui a hablar con el jefe de redacción y este me dijo que tampoco sabía nada de ella y como estaban cortos de personal por las vacaciones me ofreció para que yo cubriera sucesos mientras Elena volvía, yo lo acepte y me puse a trabajar desde esa misma tarde.
Llegue al sitio en el que había ocurrido el asesinato que me dijeron que cubriera y para mi sorpresa resulto ser de los mismos que Elena estaba investigando, el caso de los asesinatos de los niños habían sido catalogados como obra de un asesino en serie que secuestraba niños los mataba por asfixia y luego los dejaba colgados de una soga en edificios abandonados a varios metros de altura, serían más o menos las seis o siete de la noche y empezaba a oscurecer habían sucedido tantos asesinatos ya que los tumultos de periodistas acosando a los policías por respuestas se disipaban rápido tras obtener siempre las mismas palabras de impotencia, ya la policía no sabía que hacer no encontraban ninguna relación entre estos casos salvo el horrible echo que todos eran niños bastante pequeños de entre unos 8 a 10 años de edad y de que siempre se usaba el mismo modus operandi, tras obtener la misma sosa información y lograr ver el cadáver del pobre niño de reojo decidí preguntar otra cosa al detective una vez que los otros periodistas se habían ido.