así que volví a ese sitio. en el cual, había pasado dos años enteros, llenos de tristezas, desilusiones, pero sobre todo donde había experimentado el arte de enamorarse, el arte de amar tanto a una persona. fui avanzando con las piernas temblorosas por el local, viendo como había menos gente que hacía un año, viendo como los que quedaban tenían sus compañías. y te vi a ti, tan cambiado. tu aspecto no era el mismo, ahora brillabas. y eras tan feliz. el chico a tu lado te sonrojaba, te hacía reír y te brindaba tanta felicidad, la que yo nunca, ni aunque me dejara el alma haciéndolo podría darte. sentí que me caía a un abismo, me cubrí los ojos y me fui corriendo de aquél, ahora horrible, lugar. corrí hasta la playa, tirándome a la arena, observando la luna llena. me pregunté el porqué. el porqué tenía que sufrir tanto, el porqué de mi hiper sensibilidad emocional, el porqué de mi inferioridad a la hora de relacionarme con la otra gente, a la hora de estar en una relación, a la hora de tener amigos. el porqué del desgaste del tiempo, pues las personas vienen y van, nunca se quedan. solo quería que te quedaras una noche más. una noche de palabras cursis más. una noche de cariños dulces más. pero supongo que nunca debes descuidar lo que tienes, porque cuando se va es cuando realmente te has dado cuenta de tu grande error. y duele. duele como el infierno en el cual estoy, sintiéndome el más miserable humano pecador, rodeado de mis propios demonios, destruyéndome y cayéndome cada vez más bajo, en el abismo. viendo desde tan lejos, a un ángel que tuve entre mis brazos.