Respirar hondo, se siente como pedir ayuda hacia adentro. Quién espero que me rescate de este instante que no tiene tiempo, no lo se. No tiene tiempo porque la eternidad la veo inerte, violentamente pausada.
Siento paz a mi alrededor. Solo por fuera. Solo en el aire que me circunda. Mas no la hallo al atravesar la frontera que limita mi carne del resto de las cosas. Y hacia adentro todo es dolor, sobre todo en el pecho. Se siente punzante e hiriente. Me deja sin aliento. Me provoca los pensamientos mas oscuros y mas bajos que pueda soportar mi cuerpo.
Se desprende la cordura de mis manos, la veo desvanecerse ante mis ojos. Mis dedos te buscan y cierro los ojos. Te siento. Te recorro completo.
Una lagrima enfría mi mejilla y aturde esa calma ficticia. No estas aquí. Otra en mi lugar te recorre y lo se. Lucho contra todo. Contra mi misma porque no es razonable tanto odio. Me atraviesa tanta desgracia, tanta impotencia, tanto dolor.
Intento no pensarte la piel y su tinta. Veo solo fuego imaginando su tacto rozando cada centímetro de eso que yo gobernaba. Mi piel , mi tinta, que era mi todo.
Aprieto los dientes con todas mis fuerzas y llevo mis manos hacia mis oídos, los tapo. busco un rincón y padezco. Estoy a la espera.
