El reloj del siglo veinte marcaba las 16:47 hs, un jueves en la tercer semana de julio. Yo me encontraba fuera, en la galería de mi casa hecha completamente por mí con los materiales que pude encontrar, algunos fabricados artesanalmente y otros rescatados de la basura que se podria encotrar cada cuarenta o cincuenta kilometros.
El sol se estaba poniendo, degradando en naranja y verde el cielo con un par de nubes navegantes cuando cientos de puntos brillosos lo atravezaron y lo cubrieron desde el norte al sur, desde el este al oeste.
Se hizo mediodia por un momento, como cuando cae un asteroide, pero esta vez duro menos de cinco segundos; Presenciar eso me preocupo. Siempre pensé que podria llegar un momento en el que el territorio sagrado en el que me encuentro peligraría, y sabía que iba a ser de la mano de tecnologias desconocidas para alguien alejado de todo como yo. Pero esto ni siquiera tenia explicación. Nunca podria adivinar que era lo que causaban esos brillos, nunca.
Tuve que calmarme. Fui hacia dentro de mi casa, apagué el agua que estaba hirviendo en el fuego de la estufa y encendí el tocadiscos haciendo que sonase, esta vez, musica psicodelica de los años 60's a bajo volumen. Fui hacia un mueble, donde tenia distintas hierbas atadas y secandose. Seleccioné un par que ya estaban secas, y las deposité en una taza de barro cocinado. En plena preparación, algo sonó cerca mío y lo unico que pude hacer en esa fracción de segundo, fue sacar el revolver de mi cintura y apuntar velozmente.
El maullido de mi gata fue la respuesta. Estaba jugando con las hilachas de un canasto de palma viejo. Me miro extrañada, sin entender.
-¿Te asusté Dana?... Perdón.
-Miau.
La soledad nunca fue un problema para mí, pero siempre venia a tocar mi puerta cuando le hablaba a la nada, o a algo que no podria responderme. Me estire sobre la silla, cansado, con mis huesos dolorosos y con el frio acosandome.
-setenta y dos años... Demasiados para mí; y yo que pensé que iba a disfrutar esta epoca.
-Miau. -Responde Dana.
-...Vos sos mi unico compañera. Ya ni los espiritus se comunican conmigo... y mi propio subconsciente me ha cerrado las puertas... Es como estar atrapado en el hoy...
Mi gata ronroneó cruzando entre mis piernas un rato, hasta que vio su trapo preferido al lado de la estufa y fue a hecharse. Yo seguí preparando mi infusión, siendo cautivado por los olores que desprendia. "pequeños placeres..." pensaba mientras mis sentidos cambiaban. Mi imaginación crecía exponencialmente y un letargo poderoso se apoderaba de mi cuerpo. Mi memoria a corto plazo fallaba mientras mi dirigía fuera de mi casa, apenas reconociendo el camino. "Mi... Tengo..." no pensaba con claridad, pero sabia que es lo que iba a hacer.
'En un principio, huí de la gran ciudad donde vivía. Allí, salí de la miseria. Me volví una persona necesaria y funcional a lo que mas tarde descubrí era un monopolio de explotacion y esclavización sutíl. Nadie era libre, nadie estaba vivo realmente. No me sentia comodo con las pocas personas que conformaban mi mundo de computadoras, códigos y circuitos. Una rabia interna habia despertado en mí, y para no causar líos, me despedí de ese mundo sin avisar.
Luego, pase un par de años tratando de idear un plan para destruir todo. Las columnas de este templo de confusion entretejido a nivel global eran mi objetivo, como tambien quienes las sostenian. Pero cada paso que daba hacía todo mas dificil... Y todo manejado por mi rabia interna, que a la vez era dueña de mis caprichos. Por lo tanto, al no poder lograr nada, entré en un estado de nerviosismo y depresion agonizantes.
Mis manos temblaban. Mis ojos solo veían suciedad en la ciudad y ahi yo ya no era nadie...'
De pronto, mi monologo recordando quien era, fui interrumpido por un sonido que tardo un par de segundos en desenvolverse completamente como una alfombra en mi mente. Era un estruendo, que me horrorizaba, y me hizo salir de mi estado hipnotico mientras caminaba. Ahora me sentía vulnerable en la oscuridad del bosque, sin lograr ver nada, solo con pequeños destellos debiles de luz solar entre los arboles; Mis ojos se abrieron, como presenciando una muerte... Un arbol cayó delante mío. El mismo arbol al que siempre me dirigía. El arbol viejo y mohoso y alto donde llevaba mis ofrendas y quemaba hojas de tabaco para comunicarme con los espiritus. Ya no pudo autosostenerse y se quebró cayendo hacia la derecha y quebrando todos los cuernos de ciervo que rodeaban el lugar y que yo algun día ubiqué para establecer este lugar como el contacto con el otro mundo. Cuando el estruendo paso, alejandose su sonido en el oscuro bosque, ya no pude sentir a nadie. A ningún espíritu ofreciendome visitar el mas allá o aconsejandome sobre el futuro. Nada. Perdí esa facultad tan poderosa de repente y todo comenzó a verse borroso. El cuerpo me empezó a temblar y me picaban las extremidades. El corazón queria salir disparado, chocando contra mi esternón violentamente y haciendome sudar con un olor abrasivo. Todo se estaba viniendo abajo; La gravedad dejo de tener sentido y mientras el bosque se desarmaba en vertical, yo me hundía en la tierra, a presión, llevado por quien sabe que fuerzas hasta el fin de mi existencia, según lo que yo pensaba en ese momento.
-Miau. -El maullido del gato rompió el silencio otra vez mientras este miraba hacia el horizonte desde la ventana. Me habia despertado y me encontraba sentado en mi sillón plegable viejo y maltratado.
Me di cuenta de que lo que paso fue algo grave; Todos los dias de luna llena, hacia el mismo ritual. Esta vez, yo siendo el lazo entre la realidad y el sueño como en todos los rituales, habia sido perturbado. Fue comparable a desarmar una prenda simplemente tirando de un hilo, destruyendo el equilibrio que conformaba y daba sentido a todo lo que me rodeaba.
-¿...Que provocó esto? -Dije en voz alta. De pronto me sentía pesado y estaba congestionado. Me surgio la necesidad de despejar un poco mi sistema respiratorio, asi que me puse un abrigo y me dirigí hacia los muebles con hierbas, a ver si podia recordar cual servía para tratarlo.
Buscaba en el silencio de la casa, mientras la luz del sol transformaba el negro en celeste. El gato habia salido de la casa. Estaba solo, o al menos eso pensaba; Al no recordar bien las utilidades de las hierbas, fuí hacia la biblioteca que se encotraba del otro lado de la habitación a buscar algun libro que me ayudara.
En plena concentración, un sonido llamo mi atención. Como una brisa cercana, dentro de la casa. "¿Que es eso?" pensé. Gire mi cabeza y mis ojos se encontraron con lo que a primera vista parecía una persona.
"Arbol caído, no hay conexión... ¿La muerte...?- Dios santo... ¡¿Quien mierda es este?!" Mi nerviosismo se apoderó de mí, no podia sacarle los ojos de encíma. Estaba vestido como alguien normal, nada raro, sentado allí en la entrada de la casa mirando a la nada. De pronto se me cayo un libro que estaba sosteniendo. El extraño lo notó y miró en mi dirección, encontrando nuestras miradas. En una fracción de segundo saqué mi revolver y gatillé, sin que ni una bala salga disparada. El ser sin alma no reaccionaba.
Inmediatamente me lanzé al suelo y tomé una herramienta de la estufa y me arrastré hasta la cocina para escabullirme.
"No... ¡esto no... se siente como un sueño...! no estaré atrapado en él todavia ¿o sí?" Estaba demasiado confundido, no podia procesar bien lo que pasaba.
-¡¿QUIEN SOS?! -Grité. Una voz ecpática me contestó:
-Quedesé tranquilo. Nosotros estamos aqui para protegerlo. Mis jefes vendran en un momento. -Eso me dejaba mas dudas.
-¿QUE ERES? ¡CONTESTA YA!
-Un androide de servicio humanistico brindado por SoftSecure a la secretaria de derechos humanos, modelo "WLance3.7.0".
"No... ¿Como llegó...? Es imposible... El no tiene porqué estar acá" Pensaba en ese momento. Los androides fueron parte de mi pasado, y quedaron como parte de mi pasado, pero esa vez, llegaron sin explicación alguna. Saqué mi revolver otra vez para revisarlo y noté que no tenia balas. "él o alguien con quien haya venido me sacó del trance y me trajo aquí, muy seguramente"; Me calmé, junte fuerzas y me levante. Silenciosamente caminé hacia el androide, atento a cualquier movimiento que pueda hacer. Ya preparado, con la herramienta de hierro en alto, personas aparecieron desde el bosque, el mismo donde me habia metido hace unas horas y observaron desde lo lejos lo que pasaba.
-¡Walter! ¡Cuidado! -Dijeron alterados. El androide solo movio un poco la cabeza. Yo fui mas rapido y me lanzé detras de él, ahorcándolo con la herramienta. En el enfrentamiento repentino, quiso agarrar mis brazos desde adelante, pero yo lo estaba arrastrando hacia dentro de la casa violentamente hasta que pude llegar a la puerta, que esta estaba trancada y no podia seguir. Las otras personas estaban cada vez mas cerca, y tenia que hacer algo para alejarlos. Asi que solté al androide, quien quiso girarse ni bien salió hacia delante y cuando casi pudo poner sus ojos encima mio, le quebré la cara con el hierro, y sus partes plasticas volaron en pedazos. Ya no podia ver nada, pero yo si. Con total rabia y desesperación, lo tiré al suelo y le enterré la herramienta en el cuerpo... Sus compañeros, una mujer joven y un niño gritaron a unos treinta metros, sin ya poder hacer nada por su amigo que se encontraba temblando y gritando mientras yo le seguí enterrando incontables veces mas la herramienta de hierro por un minuto. Todo paso demasiado rapido, hasta que me cansé y levanté la mirada. La mujer tenia una pistola y me estaba apuntando.
-No-... Fui interrumpido por un disparo que llego a mi brazo y lo reventó, esparciendo sus partes en la tierra. Grité de dolor y me lanzé al suelo, no habia forma de parar el sangrado; Estaba completamente desesperado. Miré a la mujer acercandosé lentamente, con los ojos llorosos mientras yo, completamente aterrorizado, comenzé a arrastrarme hasta mi casa. Se escucharon las partes metalicas del arma articular, y super que podria ser esta vez, mi ultimo aliento. Sonó el disparo y no recorde nada más.
