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«Sang off-key in my chorus, 'cause it wasn't yours»

La biblioteca estaba totalmente vacía. Yo era la única que estaba tan tarde allí haciendo la tarea de Geografía. No lograba escuchar sonido proveniente de otra parte tampoco, y débilmente lograba oírse el sonido del sello que la bibliotecaria le ponía a los libros que habían llegado nuevos el día de hoy.

El ruido débil del lápiz contra la hoja paró bruscamente. Logré terminar. Junté rápido todas mis cosas y salí del lugar, despidiéndome de la amable anciana que manejaba la biblioteca, que cuando todavía era profesora llamaba a sus alumnos "bombones de chequelete". Nadie nunca le preguntó por eso, pero no va al caso.

Mis pasos resonaban por toda la escuela, pero esto dejó de ser así cuando una melodía de piano entró por mis oídos. Era un piano de esos clásicos, el de la sala de música, no había duda. La canción era lenta, dulce, y muy relajante. Fui directamente hasta el lugar, y abrí la puerta. Allí estaba tocando él.

Y detrás estaba ella, comenzaron a cantar. Me miraron y sonrieron. Sus voces sonaban tan compenetradas, tan sincronizadas, tan perfectas. Se acompañaban con el sonido tan delicado del piano que hacía que fuera una canción que hasta el mismísimo Beethoven querría escuchar.

Sonreí melancólicamente. Muchas imágenes de una yo y un Adrien adulto se vinieron a mi cabeza, en la mansión Agreste. Mientras Emma, Hugo y Louis corrían por todos lados, nosotros dos cantábamos juntos cuando también él tocaba el piano.

Sacudí la cabeza para volver a la triste realidad. Cuando me dí cuenta yo también estaba cantando. Parecía ser que a él le recordaba a algo, o mejor dicho a alguien, aunque no estoy muy segura de a quién. Su voz se empezó a quebrar hasta desafinar por completo.

—Lo siento, yo…nunca me gustó esta canción. Era la favorita de alguien a quien apreciaba mucho.—Es mi canción favorita. Solo que nunca se lo dije. Da igual, es la canción favorita de mucha gente, supongo.

—Entiendo…—Kagami parecía incómoda.

—Sí, bueno…fue un gusto verte Mari, nos vemos luego.—Y ambos se fueron.

El gran Chat Noir era el único que sabía acerca de que esa era mi canción favorita, me gustaría que hubiera estado aquí así la cantábamos juntos.

De alguna manera era mi favorita porque en todo sentido me recordaba a Adrien, a lo mucho que lo amo y como me gustaría ser Kagami en este momento.

Volví a cantarla, rodeando el piano con mis pasos, mientras todos los momentos que vivimos, se me vinieron como una bala. Mi voz se empezó a quebrar lentamente, hasta terminar sentándome en el banco del piano, llorando mientras cantaba, como si pensara que eso me iba a hacer sentir un poco mejor, como si pensara que así podría desahogarme.

Tomé mi mochila, pasé una mano por mis ojos, y salí con la frente en alto. Caminé hasta la salida.
Fui directamente a la casa de Alya, y cuando llegué me largué a llorar en frente de ella.

—Yo…nunca debí haberlo conocido. Nunca debí enamorarme. Ayúdame, por favor—Le dije entre lágrimas, mientras ella me abrazaba.

—Ven, tomemos un té y me cuentas todo—Dijo comprensivamente.

Me pasé la tarde en su casa. No había nadie más que nosotras allí, sus hermanas menores estaban en la escuela, la mayor estaba de viaje según tenía entendido, y sus padres estaban trabajando. Ella me aconsejó que lo dejara ir, que no me fijara más en él, y que no le diera importancia a que estuviera con Kagami. Le agradecí por más de que sabía que no era tan fácil como ella decía.

Volví a mí casa, y despegué todas sus fotos de las paredes de mi habitación.

—Bien hecho, Marinette. Esa es una muy buena forma de dejarlo ir.—Sonreí con tristeza hacia el comentario de mi pequeña kwami, Tikki.

Despegué todas menos una, la que estaba en el tablero puesto en la pared al lado de mi cama, no estaba lista para despegar esa.

«Cantaste fuera de tono en mi coro, porque no era tuyo.»

Lose you to love me (Adrinette)-Miraculous Ladybug fanfic. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora