La llegada

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Dicen que el amor es el sentimiento más bonito que una persona puede ofrecer y puede sentir, no se puede estar más equivocado... aquello es efímero, y a su paso te destruye, te enloquece, te llena de inseguridades. Es un juego de estrategia, de poder, de control, es engañoso como el océano, hermoso a la distancia, pero peligroso y desconocido una vez que  te adentras.



La vida en la universidad para algunos suele ser bastante monótona y algo vacía, llena de dudas e incertidumbre todo el tiempo sobre el futuro, que entre más se acercaba más te consume.  En la universidad ya  hay pocas amistades, lo demás sólo relaciones laborales disfrazadas, todo se vuelve competencia y se trata de hacer los mayores contactos posibles y entre tanto caos entre la escuela, el futuro y la vida familiar no hay mucho de dónde aferrarte en ocasiones. 

Yacía mis días aparentando que todo estaba bien y que tenía siempre un plan, cuando no podía estar más equivocada, dudando de todo y todos, pero eso no lo debían saber, si lo saben te comen. Tampoco tenía intereses amorosos, tenía bastante con el desorden personal y existencial y además llevaba tiempo sin conocer y entablar conversación con algún chico, para ser precisa desde que había entrado  a la universidad y de eso ya habían pasado 3 años, así que simplemente no era algo que me llamara la atención.

Ya estaba en séptimo semestre,  era víspera de prácticas profesionales y más materias, prácticamente vivía en la universidad de 7am a 7 pm, y fue en una de esas horas libres caminado por uno de los corredores que mi mirada se topó con aquél chico de mirada perdida, piel pálida y andar solitario, realmente me llamó la atención, y empecé a leerlo, me imaginé que quizás sabía de música, que le atraía la filosofía, la lectura y que pareciera ser un chico en pocas palabras con una historia bastante interesante detrás. Después de ese día, no pude sacarlo de mi cabeza y por los días siguientes añoraba encontrarme con él una vez más y quizás hasta poder hablarle, pero pasó el tiempo y ya no lo veía, así que seguí con mi rutina, hasta que en otra ocasión esperando que diera la hora de entrar a mi clase, lo vi pasar, ¿cómo es que lograba emocionarme tanto ese chico?  Su cabello era negro y ondulado, su piel pálida, tenía unos ojos miel abrazados por unas largas y rizadas pestañas, cejas definidas y poblabas y una barba que sólo daba más misticismo, pero  había había más en él, en su mirada siempre ida y que recordaba el solipsismo y en su caminar solitario, siempre armónico y despreocupado.

 Después de ese día, no pude sacarlo de mi cabeza y por los días siguientes añoraba encontrarme con él una vez más y quizás hasta poder hablarle, pero pasó el tiempo y ya no lo veía, así que seguí con mi rutina, hasta que en otra ocasión esperando...

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⏰ Last updated: Nov 11, 2019 ⏰

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