Anoche se volvió a colmar

6 0 0
                                    


«Las decoraciones del apartamento explotaron cual minas sobre el acabado de madera, la mesa del centro y un par de tazas, regalo de navidades pasadas. El castaño había vuelto de sus asuntos pendientes encarnado en un tifón de golpes y lanzamientos al vacío, causando en el mayor un escalofrío.

Ileso de tal catástrofe al encontrarse en la cocina revisando el refrigerador, caminó con prisa hacia la escena del crimen, observando a Kai caer sobre el sofá revolviéndose los cabellos. Hacía unos meses le hubiese cuestionado, no obstante, ahorraba saliva al ser repelido infinidad de veces con su usual permuta "Te diré luego", pues el más alto no era una persona tan paciente cuando el guitarrista le insistía.

Se limitó a rodearle los hombros como consuelo, si su voz no lograba transmitirle calma, esperaba que al menos sus manos lo hicieran.

— Aléjate — articuló Kai apartando su mimo.

— Sólo intento ayudarte.

— No puedes, Yuu. Deberías irte, necesito estar a solas.

Tomó la chaqueta de un diseño que contrastaba dolorosamente con su humor y cerró la puerta, con un deje de rabia y culpa. Obedeció la petición del menor que sonaba más a una orden, no sin antes escuchar el tecleo sobre una pantalla, el nombre del primer guitarrista y todas sus frustraciones salir de aquella hiriente, amada boca.

— Sabes que le quiero, pero no puedo discutir este tipo de cosas con él. Su melifluidad no me ayuda en absoluto.

A veces odiaba el imperceptible grosor de las paredes. »



Anoche se volvió a colmar la copa

Pero esta vez no dije nada



La noche le acompañaba en la vigilia, a puertas cerradas y ventanas cubiertas. Apoyado sobre su brazo derecho recorrió los muros de la habitación con sus análogas pupilas, observando las sombras de fotos y el nuevo azulejo del piso constituido de papeles en revisión tardía. Imaginaba el patrón desesperado de pasos y tropiezos del castaño por el departamento, deduciendo los momentos que desencadenaron tan cómico desorden.

Se permitió sonreír tras un suspiro, volviendo la vista hacia su costado con tal pena que la borró al instante. La cálida y estricta pared humana le recibía con una pesada exhalación, descifrando el disgusto de aquel insomne.

— Jamás has sido coherente. Propones hablar de lo sucedido cuando te empeñas en escoltar al silencio.

Bufido y agite de lacios, descuidados cabellos. No importaba el orden ni el significado, siquiera que su voz titilara a cada espacio; cualquier conjunto de palabras sería interpretado como un ataque. Regresaban al punto por demás conocido, hacia aquellas brechas de un trayecto tan suave como escabroso. ¿Por qué debía armar su pecho ante la afilada mirada? ¿Por qué con una persona que tanto quería?

— No podemos seguir así. — Seco, grave; empequeñecía su valor.

El eco de aquella oración tortuosamente común desaparecía la humedad de su garganta y en ocasiones se preguntaba la verdadera intención del diálogo elegido. Lejos de cámaras de vigilancia y el reflector eran dos individuos más ¿Por qué continuaban con aquel sentimiento de autoridad y subordinación?

— ¿Qué hice mal esta vez? — le cuestionó con triste ironía, sabiendo la dirección a la que era arrastrado.

— ¿Y aún tienes duda? — lacerante sarcasmo.

La Copa [Kaoi]Where stories live. Discover now