Una tarde lluviosa, una mano ágil y dos canarios.

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Hola, bien no sé como debería iniciar a explicar este gran embrollo en el que estoy metida, la verdad es que ni siquiera sé cómo termine así, junto a ellos, haciendo esto.
Les contaré un poco lo que sucedía antes de que me interesará en ellos, imaginen una persona común como cualquiera, estatura promedio, cabello oscuro y algo de acné, recién que tengo dieciocho, estudio en la Universidad Autónoma de la ciudad de México Neo Tokio, elegí mi carrera más por obligación que por gusto, ahí es donde me enteré de ese gran rumor, un par de mellizos bastante talentosos, bellos y populares, me llamó la atención que en cualquier lugar que me acercaba siempre resaltaba el nombre de alguno de ellos, se decía que eran tan geniales que las chicas temblaban a su lado y los hombres solo podían anhelar su pocisión sin envidias, pues también era sabido que eran la mera verdura del caldo si de diversión se hablaba.
Bueno para solo llevar un semestre en aquel lugar yo estaba harta de escuchar hablar de ellos, simplemente me parecía aburrido, por lo tanto la gente dejo de estar conmigo, no les parecía que esa fuera una actitud que debería tomar si ni siquiera los conocía, yo soy muy firme en mis convicciones, al menos eso creía hasta el día en que me los tope por accidente en el pasillo.
Ese día viene a mi memoria como el inicio de mi martirio, olvidé mi paraguas a pesar de que mi madre insistió en que caería un chubasco y que llevará un suéter a parte, en fin a la hora de la salida como siempre, me quedé de último pues odiaba caminar apretada entre la gente, cuando llegue a la puerta de la salida solo los veía salir a todos, algunos solos, algunos con pareja, incluso gente que disfrutaba su estadía bajo la lluvia, me recargue en una pared para esperar que cesará la lluvia de media tarde, pues el salón debía estar vacío siempre después de diez minutos sonada la alarma de salida.
Generalmente no es difícil que mi presencia se borre tan rápido como me es posible, no es que yo sea arisca pero se me da naturalmente, pasaron al rededor de seis minutos cuando la gente dejo de verse a la distancia aunque la lluvia no pararía pronto, fue en ese momento cuando escuche un par de voces varoniles acercarse por detrás, las o de reconocer de inmediato, eran los mellizos, ¿Y como las reconoció si no decía yo que me hartaban? Pues fácil, ellos están formando una banda de rock con unos compañeros de años delante, Takeru y un sujeto que decidio que su identidad sería revelada hasta su primera presentación en el Palacio de los deportes, de quienes les hablaré más adelante, cómo decía; su música es escuchada por todos mis compañeros en el aula, incluso cuando voy al baño a solas es fácil escuchar al otro lado alguien que tararea sus canciones o tiene su teléfono celular con música alta.
Como alma que persigue el diablo me escondí como pude detrás de la puerta de salida. Ellos esperarían igual que yo al parecer, solo podía escuchar su conversación, sus planes para esta noche y cosas de su banda, la verdad es que no me caen del todo mal, de hecho comparto una clase con uno de ellos, pero me parece obsesivo que todos los admiren, seguro no los conocen bien, todos ocultamos algo.
Mis pensamientos en ese momento eran tan bruscos no podía dejar de escuchar cada cosa que decían y replicarla en mi mente, pero algo que me dejó en shock fue una mano que tiró de mi exponiendome a la luz, parecía sospechosa escuchando lo que decían escondida.
- Y tu ¿Qué pretendes estando oculta detrás de esa puerta? Cómo espiando a nuestros compañeros
En ese momento se me paralizó el corazón, ese hombre que me saco con tanta facilidad de aquel rincón no era nada más ni nada menos que el Senpai Takeru Kun, ahora sí estaba en problemas, con una mirada sin calor ni frío, y un rostro inexpresivo me confronto, claramente no me iba a dejar de tremendo grandulon.
-Nada que pueda interesarte, así que si no te importa soltarme debo ir a otro sitio.
Suspiré aliviada después de liberarme de su agarre, pero los problemas no terminaban para mí, el chico con quién comparto clase, Koji, se puso frente mío y volvió a preguntar de forma tranquila y sonriente que si yo era su compañera, y cuál era el motivo de estar oculta.
No podía  separar mi vista de la suya, era demasiado cálida y además sonreía tiernamente, ¿porqué pensaba eso de repente si recién que lo conozco? Pronto se acercaron los otros dos, el hermano Kenji me pidió que disculpara a Takeru por sus acciones.

-Si, estamos en clase de inglés, y estoy esperando a que termine la lluvia porque se me olvidó mi paraguas- Respondí solo por cortesía, además el me parecía normal.
-¡Oh! Pues bien puedes esperar con nosotros, a mí hermano se le olvidó que mamá nos dejó los nuestros en la mesa y el debía recogerlos.
No tuve de otra más que esperar junto a ellos, no me agradaba la idea, aunque la verdad sólo platicaron cosas sin sentido de nuevo, en ocasiones intentaron meterme a la conversación preguntando cosas como “¿Cómo ves a este chavo?” y “ ¿A poco no le harías igual?”. En este punto me di cuenta que la gente solo hace grande una pequeña situación, ellos son bastante normales y en algún punto de mi vida decidí que no quería escuchar más de ellos, creo que me dejó llevar muy rápido, las de lo que creía.
Pasados los diecinueve minutos la lluvia comenzó a detenerse, aunque para mí todavía había mucho por recorrer entre charcos, gente salpicando los charcos con sus coches y las cañerías tapadas de la ciudad, para mí era más fácil quedarme en la escuela y no salir hasta el día siguiente.
-¿Dónde vives?- pregunto Kenji con total naturalidad, como si fuéramos niños.
-No es que no les quiera decir, pero si está retirada mi casa ¿Ustedes?- repito, yo no soy arisca y se me da bien hablar, hablar y hablar, aunque un poco distante creo que se nota que estoy siguiendo su conversación incluso si no me agrada la idea de corromper mis convicciones.
Después de esa pequeña conversación ellos junto con Takeru se despidieron de mi y abordaron el bus, yo por mi parte comencé a caminar por las calles inundadas, sabía que no alcanzaría a llegar ni a la cena si esperaba un poco más.
A lo lejos logré divisar a un hombre alto y delgado, este si le lo reconocía, vivía un par de calles delante de la mía me vio, nos saludamos, me pregunto si podía acompañarme hasta mi casa, la verdad es que lo conocía un poco desde pequeño, siempre fue gracioso en sus grupos, lo conocí en el grupo de catequesis al que fui obligada a ir, es más grande que yo, sus padres tienen una tienda de abarrotes 22hrs, Cuando las demás tienditas están cerradas la de ellos está abierta.
Caminamos un poco separados pues no queríamos que la gente pensará cosas que no eran, en fin no nos conocíamos de nada, el comenzó a preguntar cosas como si recordaba las bromas que hacía a la catequista y el día en que se tomó el vino del padre, fue agradable hablar con él durante el camino, comencé a preguntar el porque dejo de estudiar, pues no era un secreto que toda nuestra colonia lo esperaba de su hermano mayor, pero no de el, me platicaba que su vida no era estar escribiendo lo que un sujeto con una carrera profesional le decía, que toda la información venga de quién venga está modificada, siempre tendrá ese factor de interpretación que hace las cosas buenas o malas, la información nunca será neutral mucho menos precisa y correcta, su filosofía era que cada palabra que decimos siempre tiene un motivo oculto que incluso nosotros mismos desconocemos, así que es mejor no decir nada hasta que tengas las cosas bien pensadas, era raro escucharlo de el, quien no era precisamente alguien que pareciera pensarse las cosas más de dos veces.
Llegó un punto de la conversación en que le platique de los mellizos y el baterista, el no parecía creer que los conocí y la forma en que hable de ellos, al principio conté lo pésimo que me caían solo porque escuchaba muchas cosas de ellos que me llevo al hartazgo, y que con sólo unos minutos a su lado cambie de parecer, después de mi anécdota se rió un poco comentando que era bueno que me diera cuenta de las cosas por mi misma.
Pasadas dos horas por fin llegaba a mí casa, nos despedimos y el sitio su rumbo. Sin más que hacer que entrar a mi casa mi madre me regaño, llegue tarde y empapada, le sonreí con pocos ánimos y me dijo que me bañara con agua caliente que tan pronto como saliera me daría sopita caliente.
Después de cenar solo me quedaba hacer la tarea, pero antes decidí ver mis redes sociales, vi que en mi Faceb**k tenía nuevas solicitudes de amistad, eran los mellizos y me saludaron, la verdad es que no estaba preparada aún para hablar con ellos, de verdad me parecía suficiente saber que las cosas que decían de ellos ni siquiera se acercaban a lo que realmente eran y que no era necesario darle más vueltas al tema, no deseaba tenerlos como amigos pues la gente al rededor comenzaría a molestarme con cosas como: “si te desagradaban tanto ¿Porque ahora resulta que son amigos?” tal vez me afectaría un poco como pensaran los demás de mi, así que primero debería solucionar los problemas de comunicación con mis compañeros.
Hice mis deberes y me fui a dormir, no sin antes darle las buenas noches a los canarios que tengo Jessy y James.

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2019 ⏰

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