Ojos como espejos opacos.

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Caminando por la calle,con la luna alzada,los farolillos alumbrando hasta los rincones más oscuros,lluvia cayendo y deslizándose por las hojas de los árboles hasta chocar contra el suelo. Toda ciudad solitaria,donde la gente se refugia en el calor de sus hogares.

Menos él.

Él,cuyos ojos grises salían a la superficie cuando se hallaba la noche. Cuyos ojos se convertían en azules tan profundos como el fondo marino cuando iluminaba el sol. Aquellos que tan trasparentes se volvían al observar la lluvia. Ésos,tan enigmáticos que nadie podía descifrar.

Él,que no tenía nombre,nadie lo recordaba,sólo podía grabarse en la mente esas perlas que ni un individuo logró resolver para poder saber cuán secretos,memorias,palabras e incluso imágenes,guardaba en su interior.

Él,solitario como la luna,observando las hojas amarillentas de otoño agachándose en dirección al arcén. Dejando que minúsculas gotas del cielo rociaran su cuerpo y alma. Vagando su mente por distintos lugares del mundo.

Solían decir que cuando rozaba la noche,sus ojos tomaban forma grisácea porque su interior se quedaba tan vacío como cual pozo sin pizca de agua. Especulaban que cuando amanecía,todo lo vacante se llenaba y él se convertía en agua tan pura como la que corre por un riachuelo. Admitían haberle visto contemplar la lluvia y apreciar cómo su iris cambiaba a ser totalmente trasparente.

Se creía que era alguien anónimo que creció,maduró,le sucedió algo inesperado y eso le hizo ser tan inescrutable. Podían hacerle reír,enfurecer,entristecer incluso,pero en sus ojos siempre habría algo que su acompañante hiciese enloquecer por averiguar qué escondía.

Por supuesto,se había percatado de todo. Había sido víctima de mujeres,curiosos,personas que aparentaban y mucho más.

Ignoraba las predicciones de los demás,pues él sólo era...él.

Paso tras paso,por la calle fría de noviembre,pasando por debajo de cada farol,dejando que el agua hiciese su música y que el frío de la soledad le embargara.

Iba hacia una dirección,no sabía cuál,ni él, ni nadie. Únicamente dejaba que su vacío inundara sus ojos,su mente  pensara en todo y a la vez,en nada. Simplemente él iba y volvía,quedando su rastro sin ser consciente,dejando en mí una trayectoria de sus ojos cambiantes de gris a transparente.

Sólamente dejando ver,que él,era sólo él. Y sus ojos eran constantes espejos opacos.

Historias de una noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora