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Luego de que sonara el estridente timbre dando por finalizada la jornada de clases, miré el ventanal frente a mi contemplando el hermoso clima que afuera se apreciaba.

Me gustaban los climas fríos y lluviosos.

Me encantaba como el cielo se tornaba de un matiz grisáceo haciendo del ambiente más ameno a mi parecer, como el olor a tierra mojada llegaba a mis fosas nasales permitiéndome relajarme y como las gotas de lluvia adornaban tiernamente la ventana de mi cuarto. Si embargo, eso sólo era en la comodidad de mi hogar, fuera de ella me preocupaba pues lo que menos deseaba era tener un fuerte resfriado por mojarme en la lluvia. Así que me apresuré en guardar mis cosas y salir del Instituto.

Hoy me esperaba un buen chocolate caliente y las desgastadas páginas del libro que está semana tenía por leer en la calidez de mi habitación. Este día ciertamente lo ameritaba.

Apenas puse un pie afuera, el viento frío de noviembre azotó mi cuerpo, calándose por mis huesos y asiéndome tiritar. Acomode mejor la bufanda que había tejido mi hermano la Navidad pasada como obsequio para mi, metí las manos en los bolsillos de mi abrigo para evitar que éstas se congelarán, e inicié apresuradamente el camino hasta la parada donde pasa el bus que se dirige a mi casa.

Di gracias al cielo una vez llegué porque apenas me senté en la banca grandes gotas de agua comenzaron a descender impactando estrépidamente en el techo que me resguardaba. Suspire aliviando y me acurruqué mejor en la esquina del banco mientras esperaba el bus que me llevaría a mi destino y que según el horario impreso en las paredes llegaría en quince minutos.

Ya habían pasado como cinco minutos, los autos pasaban con normalidad uno que otro conductor apresurado mojaban deliberadamente a las personas que deambulaban en las calles con sus sombrillas intentando protegerse del agua. Y me maldije internamente por no haberle prestado atención a mi hermano menor cuando está mañana me dijo en reiteradas ocasiones que llevará una sombrilla conmigo.

Pero, ¿Cómo saber que llovería si en el noticiero de las siete el guapo meteorólogo confirmó que hoy el cielo estaría parcialmente despejado?

¡Vaya falta de profesionalismo!

Recuerdenme enviar una carta para expresarles los inútiles que son. Muchos creen en la veracidad de sus palabras y yo era uno de ellos.

Dejé mi dramático pensamiento a un lado cuando de soslayo divisé una figura correr rápidamente hasta donde yo me encontraba, me tense inmediatamente porque encontraba agradable estar solo y no tener que compartir este espacio con alguien más—Lo sé, soy un egoísta de mierda—. Cuando se fue acercando cada vez más pude observar que era un chico de mediana estatura y que estaba completamente empapado desde su cabellera negra hasta sus botas de cuero del mismo color, me dio un poco de lástima porque seguramente tendría un resfriado luego.

El desconocido pelinegro se dirigió al otro extremo de la banca murmurando sabrá Dios que cosas y haciendo un chasquido húmedo provocado por su ropa al sentarse, eso como que terminó de enfadarlo pues exasperado vociferó un sin fin de maldiciones que me hizo sobresaltar y brincar en mi lugar porque, lo cierto es que no me esperaba ese tipo de comportamiento. El chico se calló abruptamente y con el ceño fruncido se giró lentamente en mi dirección y posando sus orbes negros me observó detenidamente. Creo que hasta ahora no se había percatado de mi inigualable presencia porque cuando alce la mano en total incomodidad abrió sus ojos como platos y se apoyó en la esquina con desconcierto.

Debo admitir que su expresión de sorpresa me provocó demasiada ternura, como un pequeño gatito asustado. Pero la situación seguía siendo un tanto incómoda para mí así que con cautela desvíe la mirada y actúe como si nada hubiera pasado.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2020 ⏰

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Estación 54 ~JinSu~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora