Había vivido muchas situaciones incómodas en la vida... pero ninguna se comparaba con tener que decirle tu identidad a una persona después de haberlo ayudado a orinar, pensó Adriana al tiempo en que una sonrisa adornaba su cara y empezaba a reírse al encontrarle lo cómico a su nueva y absurda situación y es que como le había dicho su mejor amigo del colegio una vez, ella era un imán para las situaciones más absurdas e inverosímiles.
- Hola, mucho gusto, mi nombre es Adriana López – le dijo sonriente, mientras tomaba su mano enyesada y la movía lentamente de arriba abajo a modo de saludo.
- Samuel Gong – le dijo secamente, y se la quedó mirando mientras esperaba a que continuara con su explicación.
- Soy la persona que estaba frente al hotel cuando llegaste en el taxi – lo miró a los ojos un poco más seria y le dijo - yo presencié tu accidente y he estado contigo desde entonces.
Samuel desvió su mirada y la posó en el techo, por más que había intentado no había podido recordar nada de su accidente y eso lo hacía sentir muy frustrado.
- Todo pasó muy rápido... ¿Puede contarme lo que vió?
Ahora fue el turno de Adriana de desviar la mirada y mostrarse confundida y sorprendida, lo miró y recordó las palabras del doctor "Bueno, además de la confusión que está presentando en el momento debido a la conmoción cerebral hay varios síntomas a los que debemos estar atentos como dolor de cabeza, perdida de la memoria...", ¡claro! debe estar confundido o ha debido olvidar algunas cosas. Adriana asintió con la cabeza y comenzó su relato bastante seria, pues todavía esos recuerdos se mezclaban con los de su padre.
- Yo estaba en la acera cuando tuviste el accidente y desde allí vi cuando unos motorizados le halaron el bolso a una señora y la arrastraron por el pavimento tú intentaste salvarla y cuando lo hiciste tropezaste hacia la avenida y un carro te golpeó y te dejó tirado en la calle, en ese momento corrí hasta donde estabas para tratar de ayudarte, luego empezó a llegar la gente, yo me mantuve a tu lado todo el tiempo y evité que te movieran porque tenía miedo de que si te movían sería peor para tí... cuando llegó la ambulancia y los paramédico te dieron los primeros auxilios uno de ellos me subió a la ambulancia contigo y tus maletas y así fue como terminé aquí.
Samuel asentía mientras digería lo que escuchaba y al mismo tiempo trataba de unirlo con los fragmentos de información que tenía en su cabeza.
- Así que... ¿usted era la que lloraba y le pedía a Dios que no me muriera?
Adriana abrió los ojos y luego bajó la mirada un momento y tímidamente asintió, mordió su labio, respiró profundo para darse ánimos y preguntarle como sabía eso cuando Samuel con voz pastosa y confundida preguntó.
- ¿Mi esposa? – Ella levantó la vista entre sorprendida y avergonzada y lo vio con el ceño fruncido.
- ¿Cómo sabes eso? – él levantó una ceja y ella bajó la mirada avergonzada - Lo siento... parece que ha habido un mal entendido. Creo que fue después del accidente. Recuerdo que en algún momento el portero del hotel me preguntó si mi esposo estaba vivo y yo le respondí que sí, más cuando intenté aclararle que no eras mi esposo él ya se había marchado para ayudar a la otra señora – ella se encogió de hombros y continuó- no escuché nada más hasta ahora cuando el médico lo ha mencionado, supongo que el portero del hotel le diría a los paramédicos y estos a su vez les dirían a los médicos, pero ¿Cómo sabes eso?
- Eso lo supe porque a pesar de estar desmayado en algunos momentos he estado consiente de lo que sucedía a mi alrededor y escuche a algunas personas decir que usted era mi esposa.- Adriana asintió y él continuó- lo que todavía no entiendo es ¿Qué hace aquí todavía? ¿por qué decidió quedarse todo este tiempo con alguien que no conoce?

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Una mañana Lluviosa
RomanceDos personas desconocidas y con personalidades y nacionalidades diferentes se ven envueltas en una serie de situaciones que hacen que sea necesario ajustar sus estilos de vida y sus respectivas personalidades para estar juntos y superar las adversid...