Aclaremos algo en esta nota de autor. (Que originalmente no tenía planeada que exista ni existía pero me di cuenta de que una aclaración siempre es necesaria en este tipo de cosas)
Cuando escribí está historia la verdad es que no tenía ninguna intención de endulzar con romanticismo nada de esto, el trasfondo es simple gente, pedofilia. Aioros está abusando sexualmente de un Shura demasiado inocente o confiado para pensar que está mal (y quién sabe, algún día podría escribir el punto de vista del abusado)
Sabiendo esto espero que ya sepan en lo que se meten si deciden seguir leyendo.
10 de abril de 2024// debido a las nuevas políticas de wattpad las edades de los personajes y alguna que otra cosa habrán sido modificadas.
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Era de noche cuando Aioros abandono su templo.
Dirigió su mirada a las escaleras que dirigían directo hacia el Décimo Templo, la Cabra Montesa.
Sonrío, era una sonrisa diferente a la que se le conocía, más oscura, incapaz de augurar algo bueno.
Paso a paso, con tranquilidad, escalón a escalón, no había apuro, la noche aún era joven y no debía pasar de medianoche, Aioria yacía dormido en dónde su hermano le había dejado, asegurándose de que estuviera correctamente arropado.
Ahora, frente a las puertas de Capricornio, los ojos de Aioros obtuvieron un extraño Brillo.
Irreconocible, el mismo Aioros se sentía así desde hace un par de meses, el despertar de las hormonas en su preadolescencia había cambiado algo en el, en aquel entonces Aioros no estaba seguro de que era ni se había preocupado demasiado por ello, en tiempos actuales la historia era otra.
Empujó la pesada puerta de mármol, el interior del templo era más simple, adecuado a la personalidad y a la mente de su compañero, al castaño siempre le había gustaba la decoración, no era muy compleja ni tampoco muy simple, más como una mezcla entre ambas que funcionaba sin perder el toque arcaico.
Aioros observo unos segundos más la sala, poso su mirada sobre una puerta (también de mármol) no muy lejos de donde el se encontraba, Aioros sabia que esa puerta guiaba al pasillo y de ahí se conectaban las demás habitaciones, sonrío y se encamino hacia dicha puerta.
Pasos lentos, no había apuro, la noche era joven y apenas iban a ser (Aioros miro de reojo el reloj de la sala) las 1:15 de la madrugada.
Redirijo su vista a la puerta, aplicó el mínimo de fuerza y la empujó abriéndola.
Suspiro, con tranquilidad se encamino a la puerta al final del pasillo, desde donde se encontraba pudo divisar que estaba entreabierta, mordió su labio inferior repentinamente ansioso y casi se rió de si mismo.
Una vez frente a la entrada semi abierta, tragó saliva y empujó suavemente terminando de abrir la puerta.
Sonrío por la vista ofrecida.
Shura, con sus cortos cabellos negros más alborotados de lo usual, su respiración tranquila y pausada, su piel blanca resaltaba perfectamente sus hermosos ojos amatistas que se encontraban cubiertos con párpados.
Era una pena se dijo a si mismo Aioros, el tendría que romper con tal hermosa imagen, sin apartar la vista de su pequeño ángel se acercó a paso lento y sin hacer el más mínimo ruido se quitó su camisa tirándola al suelo.
Relamió sus labios para si mismo, posicionándose encima de su precioso querubín, beso su frente, lento y amorosamente, un ruido le indico que Shura comenzaba a despertar, se río con suavidad al recordar que siempre había sido de sueño ligero y se dispuso a no perder de vista semejante espectáculo.
Y no se equivocó, primero, las largas y alborotadas pestañas del chico temblaron, segundo, frunció su pequeña y repingada nariz, tercero, al abrir sus ojos le mostró pupilas que amenazaban en convertirse en vino líquido por lagrimos de sueño que había en ellos.
Aioros sonrío.
-... Aioros— Una voz tranquila, adormilada y profunda pronuncia su nombra con tal inocencia que se le antoja irresistible.
Tragó saliva sonoramente, se irguió nuevamente solo para deshacerse de la sábana que cubría el dulce cuerpo de Shura.
Una vez la sábana estuvo en el suelo, Aioros ya se encontraba entre las piernas de Shura, sonriéndole amablemente y susurrando con voz aterciopelada lo mucho que disfrutarían juntos.
Aioros empieza a deshacerse con lentitud de las ropas del joven adulto, Shura está demasiado adormilado como para ponerle la suficiente atención y es entonces cuando pequeños recuerdos de una noche similar a esta, se cuela en el cerebro de Aioros, distrayendolo de su objetivo principal.
-!Ha!.... !Aioros!- La voz suena más aguda de lo que debería, Shura jadea con fuerza, el sudor recorre su pequeño cuerpo, le mira con sus hermosos ojos lilas entrecerrados y su pequeña boca entreabierta.
Aioros se siente más ansioso, sabe la clase de manjar que está a su disposición y no está dispuesta a seguir esperando para degustarlo, termina arrancando la ropa restante, tanto la de su pequeño querubín como la suya propia, traga saliva y remoja sus labios.
Intenta mantener la calma cuando ve los rosados pezones de su Ángel, siente escozor en la punta de la lengua, no pierde el tiempo y rápidamente su boca se adueña de uno de ellos, su mano juguetea con el restante.
Shura no tarda en soltar suspiros y pequeños jadeos, la mano restante de Aioros llega a una zona privada, solo tocada por el hasta el día de hoy, ríe internamente, tendría que asegurarse que siguiera siendo así.
Se introduce sin mucha delicadeza, se reprende por eso, sabe que debe ser más cuidadoso, en compensación busca tocar un conjunto de nervios, intentando provocar placer al más joven, supo que lo encontró en cuanto escucho el primer gemido.
Se felicita, no es primerizo, pero tampoco un experto, y visto lo visto va por buen camino.
Separa su boca del pezón que había estado degustando, se endereza todo lo que puede, por qué a Aioros le gusta saberse el dominante, quien tiene todo el poder sobre el contrario, sonríe ante la vista que lo recibe, siente dolor en su zona sensible y se muerde el labio inferior con más fuerza que veces anteriores.
Abre con delicadeza las delgadas y firmes piernas de Shura, lo toma por los muslos y amansa la piel lechosa, se pone en posición, y se dispone a entrar en aquella estrecha y cálida entrada, lo hace y sabe a gloria.
-¿Aioros?- Una voz dulce llama su atención, espera encontrar a alguien de su altura pero debe buscar más abajo cuando siente un tirón en una de sus alas, sonríe al ver quién es.
-Shura, ¿Que puedo hacer por ti?- El pequeño Shura suspira y le mira de forma tímida, clara señal de que quiere preguntarle algo pero no se atreve. -Vamos, sabes que puedes confiar en mi- se agache hasta su altura y le mira directo a los ojos, tratando de infundirle confianza.
-Creo que me gustas-
-Nhg- El presente reclamaba su presencia y Aioros no se queja, pasea su mirada de arriba a bajo en el cuerpo de Shura deteniéndose en sus ojos, le fascinaban.
Empieza un lento movimiento de caderas, escucha un sollozo pero hace oídos sordos, el sabe que al principio podía doler, era solo cuestión de tiempo que su pequeño querubín se acostumbrara.
Siente un líquido manchar sus piernas, el arquero decide ignorarlo a favor de las placenteras sensaciones que recibía cada célula de su cuerpo, el ritmo sube de intensidad, y los jadeos se convierten en gemidos (Dolor o Placer, llegados a este punto Aioros ya no distinguía con claridad)
La mente se pone en blanco, el final se acerca y todo termina en silencio carente del mismo, había exhalaciones demasiado ruidosas, sollozos y gimoteos.
Aioros no tarda en darse cuenta del problema, al parecer fue demasiado brusco con su pequeño ángel, se decepciona de si mismo y promete que será más cuidadoso la próxima vez, limpia las lágrimas del joven Capricornio y se dispone a limpiar también el desastre que el mismo ocasiono.
Secretamente sonríe, por qué la noche aún es joven.
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Sin Arrepentímientos (Aioros x Shura)
FanficTodos sabemos lo que las hormonas de la adolescencia son capaces de hacer si no se tiene cuidado ¿No?