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Salió del hospital cuando cayó la primera nevada.

La nieve fría lo cubrió, el viento frío pegó en la cara de Erick.

El invierno era realmente frío. Erick ordenó con cuidado su bufanda, sus manos fueron sacudidas por fuertes temblores. Heladas. Su corazón estaba más helado todavía.

Se paró debajo de una señal de "Alto" y esperó el autobús. Sus dedos estaban congelados y blancos para cuando sacó del bolsillo derecho de su pantalón el teléfono móvil y marcó después de que escuchó el timbrecillo de llamada automática. Esperó y lo intentó una y otra y otra vez.

Nadie respondió.

Erick miró los papeles que llevaba consigo una última vez y los dejó en el cesto de basura más cercano. Después de más de media hora, finalmente llegó el autobús y con ello, la escapatoria que estaba esperando con tanta desesperación.

Subió, apoyó la frente en la ventana de cristal y marcó aquel número nuevamente.

Alguien le contestó ahora.

"Está nevando hoy, es invierno". A lo largo de catorce años, la voz de Erick no dejó de ser suave y gentil incluso en las peores circunstancias... Pero las lágrimas no podían parar de brotarle en ese momento.

Joel Pimentel hizo un sonido de disgusto ante la oración que acababa de escuchar. Sentía que era realmente molesto hablar con él todo el día.

"¿Hay algo que necesites? Estoy trabajando horas extras, ya sabes".

"¿Volverás por la noche? No has regresado a casa por mucho tiempo".

Erick, frotó incansablemente el anillo plateado que se encontraba en su dedo anular de la mano derecha. Las lágrimas le empaparon el dorso y la muñeca. Joel sintió que el Erick de ese momento estaba actuando muy extraño. Eso, claro, era gracias a una enorme intuición que había logrado desarrollar a lo largo de 14 años de estar juntos.

"¿Que te pasó?".

Erick no respondió, en su lugar volvió a preguntar:

"¿Volverás por la noche? Me gustaría que comieramos albóndigas juntos".

"Realmente no puedo volver ahora"  Joel comenzó a enojarse nuevamente. Tal vez por esa actitud tan dulce o que siempre parecía tener tanto apetito: "No vayas a comprarlas, le diré a Zabdiel que te lleve unas cuantas después".

Erick escuchó la voz ocupada del teléfono, su corazón comenzó a dolerle demasiado en el instante en que Joel colgó. Presionó también el botón de apagado y guardó el celular en su bolsillo.

"¿Cómo puede no tener tiempo para mi, pero si para ir a cenar cada noche con su jefe? Joel está siempre fuera, ¿Como podría siquiera sospecharlo?"

Hace cuatro años que el corazón de Joel dejó de ser confiable, amable y sensible. Actúa como si no le importara, no sé atreve a decirlo, pero teme que una vez que se aclare no haya vuelta atrás y todo se derrumbe. No es amor ahora, sino un impulso hormonal excesivo que creció desde la infancia gracias a diez años de dedicación y malos hábitos.

Sabe que se engaña a sí mismo. Es tan necio.

No puede oler el perfume que pertenece a una mujer en el cuerpo de Joel. No puede ver el lápiz labial impreso en la camisa de Joel. Entiende las excusas de su hombre favorito cuando no está en casa. Solían amarse tanto, ¿Por qué ahora es así? Ellos saben claramente que incluso el momento difícil después de esos maravillosos años ha llegado.

Los 10 años en que más te amé [Joerick] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora