-ALEX MILLER-
Alex Miller miró de nuevo ese cabello negro, tan negro como su alma había trazado muy bien cada paso que daría. Para él había pasado el tiempo suficiente y era hora de actuar. Subió el cristal del auto y aceleró con un movimiento rápido hasta llegar a casa de su compañero Will.
Caminó por la parte baja del piso y se dirigió al ascensor. Detestaba subir por ahí ya que todos en el edificio le conocían y odiaba que se le quedarán mirando o escuchar aquellos ¨Buenos días Alex¨ acompañado de sus habituales e hipócritas sonrisas, como si él no supiera de como hablaban de él en cuanto su oficio de corredor.
Llegó al piso de Will y con la mirada comenzó a buscarle. Se dirigió a la cocina que era de donde provenía la voz de su amigo y le saludó con un asentimiento de cabeza mientras abría el refrigerador para coger una Cola.
-Se dice buenos días al menos eh- dijo Will sonriendo.
Si alguien en el mundo sabía cómo tratarlo era él, su compañero de trabajo Will. Salió de la cocina y se sentó en el sofá. Era nuevo, se notaba a la perfección que había sido recién comprado, así que se sentó con delicadeza mientras este desprendía olor a nuevo. Encendió la tele para ponerse al tanto de las nuevas noticias. Recibió un mensaje de texto con una carpeta que al parecer ya la había leído lo suficiente y memorizado.
Alzó su voz para llamar a Will y le ordenó que se sentara y que lo escuchara.
- ¿Pasó algo Alex?
La voz del chico le hizo salir de su oscuro pensamiento.
-Vale- dijo tomando su postura intimidante.
Observó a Will que se encontraba sentado frente a él, con un pantalón vaquero y una camisa blanca, conjuntado con unas Convers rojas. Su pelo alborotado negro desprendía un olor a coco muy tranquilizante y por lo que Alex veía se encontraba nervioso y con desespero. No se parecía en nada a aquel chico que conoció hace años, pero eso no le impedirá hablar.
- ¿Quieres algo de tomar?
- Dale tío, déjate de rodeos.
Will sabía perfectamente para lo que le había llamado y estaba dispuesto a asumir las consecuencias de sus actos.
Alex abrió la carpeta de nuevo y con un poco de brusquedad se la enseñó furioso.
- ¿¡Qué pensaste que no me enteraría!? Dame una explicación razonable. No me lo esperaba de ti. Me defraudaste. -gritó aquel demonio con gran autoridad y exigencia.
Will ni se inmutó solo respiró hondo y se vio obligado a tragar el nudo que se había formado en su garganta.
- Alex cálmate. Te juro que te devolveré cada centavo y te aseguro que mi intención nunca fue la que piensas. Lo hice por mi familia, entiéndeme, sé que nada lo justifica, pero tenía que intentar salvar la vida de Rachel y si tú me dejas devolveré cada centavo. Tengo parte del dinero, si me permites podría conseguir la otra cantidad y...
Aquel chico furioso no hizo más que tirar el móvil sobre la mesa haciendo que cayese de golpe. Miró a Will con rabia y si fuese por él ya le habría matado con sus propias manos.
- ¡Tres millones! Sacaste del taller tres millones, sabías perfectamente que era lo ahorrado para el Nissan GTR-50, el ideal para ganar la próxima carrera.
Will lo miraba aterrado sabía que tal cosa le perjudicaría mucho en su amistad. Agachó la cabeza, no podía pedirle piedad a un hombre que no la conocía aun siendo su amigo, pero tampoco perdía nada con intentarlo. Justo cuando iba a responder escuchó de la boca de Alex lo que jamás creyó posible.
- Pero puedo perdonar tu deuda con una condición. Si aceptas mi condición daré tu deuda por olvidada.
Alex se acomodó en el sofá miró a los ojos del chico que tenía delante mientras de su bolsillo sacaba un sobre amarillo. Lo abrió ante la vista de su compañero que aún lo miraba algo sorprendido por sus palabras.
- Tres. Un hermoso primo y dos hermosas primas.
Dijo Alex tomando las tres fotografías del sobre.
- Charlie el más pequeño de tres años quizás. Bambi, la segunda, ¿Cuántos años tiene? Ocho no, nueve años.
Dijo enumerando y mostrándole cada foto de sus primos como si no los conociera.
- Por último, pero no menos importante, Ariel Stich, la mayor de veinte años. Tienes una hermosa familia, lástima que tu tía haya muerto tan joven, era muy hermosa de ella heredó su belleza tu prima mayor ¿No crees Will?
Aquel chico lo miró igual como él lo había hecho hace apenas unos minutos, una ira corrió por sus venas. Él jamás permitiría que se metiera con su familia.
- Es fácil Will si me entregas a tu prima mayor daré tu deuda por pagada. Te preguntarás ¿Por qué tu prima? La respuesta es simple, un hombre como yo necesita a una mujer a su lado, una hermosa mujer que complemente su vida social ¿Me entiendes verdad? - Respondió tan calmado y tranquilo como si estuviese tratando de cerrar alguna compra sin importancia.
Will no soportó más y con un odio que jamás pensó que sentiría se levantó del sofá mirando fijamente a ese demonio que tenía enfrente.
- ¡Jamás, escúchame bien, jamás, te entregaría a mi prima y menos a un demonio como tú, preferiría mil veces morir antes que hacer tal cosa!
Aquel demonio se veía calmado que hasta lo miró con superioridad soltando una carcajada que resonó por todo el piso. Se levantó de la misma manera que lo había hecho Will. No podía creer que aquel chico, que ante él no era nada, se atreviera a hablarle de esa forma.
- Piensa bien lo que deseas porque yo puedo ser como un genio que puede cumplirte ese deseo, dime ¿Qué prefieres? Entregarme a una de tus primas o a las dos. Imagina a dos indefensas niñas solas, pasando por hambre por que la mayor no puede seguir sus estudios ya que no puede pagarlos por culpa de un primo ladrón.
El rostro de Will palideció, él sabía a la perfección que más que una amenaza, Alex Miller era capaz de eso y mucho más. Tan solo escuchar eso le odiaba, se odiaba a si mismo por haber hecho lo que hizo, pero no permitiría que aquel hombre tuviese el gusto de verlo destruido más de lo que ya estaba por la muerte de su tía.
Se había sumergido en aquel dolor, que en ese momento lo consumía. El lugar había quedado en silencio hasta que se escuchó nuevamente la voz del demonio.
- Mis abogados están al tanto de todo y te advierto que llevas las de perder. Piensa bien lo que harás Will, se hará un juicio en tu contra, ya recibirás el mensaje y creo que no hace falta decirte que no vuelvas más por mi taller.
Alex se dirigió a la puerta y salió con total tranquilidad. En cuanto Will dejó de ver la silueta de Alex soltó toda su ira cogiendo su escritorio y volcándolo con todas sus fuerzas, tomó aquella fotografía que por alguna razón había quedado a sus pies. Contempló como nunca aquella figura que en ella se mostraba su pelo largo castaño, sus ojos marrones y aquella sonrisa de ángel.
Su corazón dio un vuelco, podía tener a la mujer que quisiese, pero la quería a ella, Ariel Stich. Y sería suya por las buenas o por las malas porque lo que Alex Miller quería lo obtenía sin importar como. Guardó la fotografía en su bolsillo y entró a su habitación hecho furia.
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La Historia De Un Ángel y Un Demonio
RomanceAriel Stitch. Una chica común y corriente, tímida e antisocial, ama a su familia y por ella es capaz de muchas cosas. No todo es lo que se ve a simple vista, Ariel también tiene una historia oscura. Todos guardamos secretos y ella no es la excepción...