Epílogo

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Desde hace mucho tiempo se han contado historias sobre seres mágicos que cuidan la naturaleza, seres inmortales que han vivido mucho más que la raza humana. ¿Qué te hace falta para creer? Déjame que te cuente una historia de hace algunas décadas del lugar donde viví cuando era apenas una niña, la cual marcó mi vida y es parte de lo que soy ahora.

Vivíamos en una residencia frente a la costa, en un pueblo llamado Santriu, donde los habitantes nos conocíamos los unos a los otros, era una ciudad pequeña ya que muchos preferían los alrededores de grandes montañas, donde los paisajes impresionantes cambiaban despendiendo el tiempo: llenos de vegetación en verano, y en invierno todo se volvía blanco al nevar.

De todos estos territorios se hablaban muchas historias de antaño sobre magia, terror, honor, seres buenos y malos, cuentos irreales que nos contaban por las noches antes de dormir, mas, sin embargo, no sabía cuan errada estaba.

Desde pequeña me inculcaron el deber de amar la naturaleza, los bosques, las montañas y por supuesto el majestuoso e imponte mar y los secretos que este guardaba. Me sentía muy afortunada porque mi hogar se encontraba frente a la costa. me sentía afortunada porque desde la ventana de mi habitación lograba ver el horizonte y todas las embarcaciones que llegaban al puerto; este se encontraba lejos, pero podía ver desde botes de trabajadores dedicados a la pesca, hasta cruceros que recorrían las costas a modo de turismo.

Mi nombre es Tábata,pero todos me llaman Tabi, cuando todo esto ocurrió tenía apenas diez años reciéncumplidos. 

MoutanWhere stories live. Discover now