Parte única.

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Nunca nadie lo creyó posible, ni siquiera ellos dos.

Mitsuri jamás creyó que se casaría, mucho menos, después de toda la tragedia acontecida con el enfrentamiento hacia Muzan; pero pasó, y ahora ella vestía ropas nupciales tradicionales, esas que creyó imposibles de ver en su persona.

Se miró al espejo, sintiendo que la persona que la miraba, no era ella. Pero tenía que admitir que, ella se veía hermosa. Las lágrimas quisieron salir de sus orbes esmeralda, pero las contuvo.

No era momento de recordar el pasado, ni de compadecerse, era momento de ser feliz. Su momento de ser feliz.

Las personas que sería espectadoras de aquel increíble acontecimiento, eran sus amigos, los pilares que lograron sobrevivir y los cazadores de demonios. Además de su familia, su madre mirándola con una sonrisa y alguna que otra lágrima en sus ojos.

Su niña finalmente se casaría, siendo quien era y no fingiendo.

Llegó al altar, donde Obanai la esperaba. No pudo evitar sentir sus mejillas arder, sintiéndose enormemente bendecido de casarse con ella.

Pero, sobre todo, que lo aceptara.

Mitsuri miró a quien sería su compañero de vida, quien empezó como compañero, luego como amigo para finalmente, ser su esposo. No pudo evitar sonreírle, con algunas lágrimas en sus ojos; Obanai las secó con delicadeza, haciéndola sentir dichosa y sonreír más, mientras sus pómulos enrojecían más.

- Por favor, cuida de mí, Obanai. – le pidió, antes de tomar del sake que se les había entregado. Iguro la miró un momento, al igual que su serpiente.

- Eres mi esposa, por supuesto... Cuidaré de ti. – le dijo, con seriedad, pero afable. Cerró los ojos un momento para luego hablar. – En todo caso, también cuida de mí, Mitsuri. – y tomó su sake. Ella le sonrió, asintiendo, para también proceder a tomar del sake.

Todos parecían disfrutar del banquete de la boda, sin contar del sake. Obanai sólo esperaba que no causaran un desastre del que tuviera que encargarse, suspiró al ver cómo Inosuke comenzaba a pelear con Zenitsu, tratando de ser apaciguados por Tanjiro y su hermana.

Únicamente salió de sus pensamientos cuando, la ahora señora Iguro, se recargó suavemente en su hombro. La miró, sintiendo que ella quería decirle algo.

- ¿Sucede algo, Mitsuri?

Si preguntan por qué ahora se llamaban por sus nombres y no apellidos, fue porque cuando comenzaron a salir, empezaron a llamarse por sus nombres (cabe decir, que la primera vez, fue vergonzosa, pero lograron superarlo).

Mitsuri suspiró, para luego mirarlo a los ojos, los cuales se miraban con incertidumbre. Algo que le preocupó al pelinegro.

- ¿Por qué yo y no alguien más?

- ¿A qué te refieres con eso?

Mitsuri comenzó a jugar un poco con el dobladillo de su kimono, para luego hablar.

- Lo digo porque, yo no soy como las chicas promedio... Y el hecho de que me eligieras, me hizo muy feliz, me hizo... Sentirme aceptada. Me siento, bendecida de que me ames, Obanai.

Él la miró por unos largos minutos, haciéndola sentir nerviosa y ansiosa. ¿Habría dicho algo mal?

Cuando estaba por hablar y disculparse, él la interrumpió.

- Eres única, Mitsuri. – le dijo, sincero. – Yo amo todo lo que eres. Tu superfuerza, tu cabello, tus hábitos alimenticios, tu forma ser y hablar, tus ojos, y, sobre todo, tu sonrisa... - estaba sonrojado y un poco avergonzado de decir estas cosas, pero ella lo valía, y así continuó. – Quien debería estar agradecido y bendecido, debería ser yo... Pues... Tengo a la mujer más hermosa a mí lado.

Y ahora es mi esposa, y es mía.

Mitsuri finalmente no contuvo sus lágrimas y lo abrazó, con una sonrisa. Obanai sabía que terminaría herido por la fuerza del abrazo, pero lo correspondió sin importar qué.

Así la amaba, pese a que su amor doliese.

- ¡Oh por Buda, no respira! – alertó Suma, viendo como evidentemente, Obanai comenzaba a ponerse morado.

Si de algo moría, preferiría que fue en los brazos de Mitsuri y de su amor.

-Traumada Taisho

Debía escribir de ellos  y finalmente lo logré >:'v

Única  [Obanai/Mitsuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora