Dylan se apellidaba Caos, lo que era motivo de malos intentos de bromas durante la última etapa de su infancia y adolescencia. Dylan, eres caótico. Dylan, sólo haces desastres. Dylan, ¡eres un Caos! La peor fue durante segundo de bachillerato, cuando los desastres dentro del aula comenzaron a ser llamados los "Dylan", a pesar de que el chico al que aludían se sentaba en una esquina con un libro y los audífonos ocultos por el cabello demasiado largo, el cuello cerrado del suéter oscuro. Dylan rara vez hacía algo más que contestar sus exámenes, pasarlo hacia el puesto de atrás y dejar que alguien le copiase las respuestas, o adoptar una postura determinada que permitía al compañero que le seguía ver su hoja sobre el hombro, sin llamar la atención del profesor.
Nico jamás fue ese compañero que le copiaba las respuestas de química y pedía, en susurros desesperados, que le prestase su tarjeta con las fórmulas de física. Él solía ser quien se sentaba en la columna paralela, la que venía después, que no se pegaba a ninguna pared o ventana y donde nunca llegaba la brisa del único ventilador, ni por asomo. En más de una oportunidad, los vio. Entonces Dylan le sonreía, se llevaba el índice a los labios, y hacía un Dylan, que lograba que las notas de sus tontos amigos no se desplomasen en un mar de números rojos para el final del trimestre.
No se explicaba cómo podía haber pasado tanto tiempo con esos imbéciles. Dylan se quedaba en la sombra de los árboles después de las clases de educación física, cuando ellos jugaban fútbol, y no se reía cuando los demás chicos de su grupo hablaban acerca de la muchacha a la que se le subió la falda en las escaleras, cuando ellos iban de paso. En su lugar, se ponía de pie y les decía que una chica no debía usar un short bajo la falda o sostenerla al caminar, sencillamente porque ellos no debían estar esperando por ver bajo su falda. Si no funcionaba de ese modo, preguntaba si les gustaría que un tipo viese bajo la falda de sus hermanas o novias; ahí los silenciaba.
Lo sabía porque había estado ahí. Porque estudió con él desde el primer nivel del preescolar, cuando un Dylan de tres años perseguía a otros niños en las escondidas y Nico prefería sentarse a colorear fuera de las líneas. Porque, por alguna razón más allá de su compresión, siempre quedaron en la misma sección, aunque ocupasen lugares distantes del salón. Porque Dylan fue golpeado por el bully que molestaba a Nico en segundo de primaria, pero él sí se lo devolvió y los libró del imbécil, a pesar de que le costase una detención y un citatorio.
Porque cuando terminaban de correr y los otros aún tenían una energía sacada de algún lugar extraño para armar equipos de fútbol, Nico intentaba no sufrir un ataque de asma, tirado en el césped, y Dylan se sentaba a su lado bajo la sombra. En silencio. Casi siempre en silencio.
Ellos no eran amigos, después de todo. Eran compañeros de clase que se veían las caras desde los tres años, eran esos que jamás se giraron para buscar al otro cuando se avisaba acerca de los trabajos en equipo, nunca comieron el almuerzo juntos. Incluso aparecían en hileras diferentes de la foto de la graduación, porque Nico iba en la fila del centro y Dylan fue arrastrado hacia adelante, donde se agachó en un primer plano, con dos chicas y el representante de la clase.
Sus interacciones limitadas al "buenos días", "permiso" y "¿me puedes pasar...?" continuaron aun después de haber abandonado el colegio, cuando se encontraron en la galería en que Nico consiguió un trabajo casi decente que lo ayudase a sobrellevar una costosa carrera de medicina. Él tenía que quedarse en la tienda de recuerdos de una esquina, donde se vendían las imitaciones cutres de las obras representadas y se entregaban los folletos a los recién llegados, Dylan era asistente del fotógrafo de uno de los locales alquilados en el pasillo contiguo; en otras palabras, uno intentaba no dormirse en una tienda vacía, el otro movía la utilería para crear escenarios acorde al gusto de un prepotente jefe, que se quejaba con suficiente insistencia para que se escuchase hasta el puesto de Nico.
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Dirac
RomanceNico tenía planes para navidad, que no involucraban celebrar. A Dylan no le costó cambiarlos. A veces, las personas influyen en ti de maneras misteriosas. Un relato ambientado en navidad, al que le falta espíritu navideño y le sobran ganas de cambia...