Dejarse llevar

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Se encontraba en la cama del menor, excitado y lamentable, tratando de comprender cómo llegó hasta ese punto y qué es lo que deseaba hacerle al que estaba bajo su cuerpo.

—Confía en mí, cierra lo ojos y seré él.

Dijo con esa afeminada voz, besando el rostro del mayor y tapando sus ojos con sus manos. Una sonrisa adornaba su tierno rostro, había esperado este momento por mucho tiempo; el tener a su merced al dueño de sus más arraigadas fantasías. 

No soportaba la excitación y supo que aquel sobre su cuerpo también deseaba de él, o al menos, de lo que quiere creer que es.

Entonces comenzó; un baile entre lenguas, succionaban y mordían sin pudor. Sus manos inquietas recorrían sus cuerpos, explorándose así mismos y descubriendo la intimidad del otro. Era una total locura, un frenesí que los llevaba directo a la perdición. Pero eso ya lo sabían ellos, que sus acciones solo eran por deseo carnal, no había amor de por medio, ni siquiera la de fraternal, que se supone deben tenerse al ser hermanos.

Tras besos salvajes, manoseos sin vergüenzas y el deseo a flor de piel, el mayor paró. Esta acción molestó al de abajo y lo miró con una demandante mirada de desprecio.

—¿Porqué te detienes, idiota? —dijo con molestia el de rosa.

—No puedo hacerlo —Respondió cabizbajo el de morado.

Entonces se separó del cuerpo del menor y tomó distancia. Todomatsu se sintió molestó y se enderezó en su lugar, lo fulminó con la mirada y vio como este se acomodaba en un asiento lejano de él.

—¿Es una jodida broma? —preguntó molesto.

—No quiero hacerlo. —dijo y sacó un cigarrillo de su bolsillo trasero, lo prendió y comenzó a fumar dentro la habitación, tratando de calmar sus ansias.

—Estás duro. —aseguró el menor parándose— No seas tonto, eso te dolerá si no recibe atención.

Entonces se acercó al mayor nuevamente, quitó el cigarro de su boca y lo apagó en la mesa que estaba atrás de Ichimatsu; fue cuando Todomatsu decidió pasar su mano derecha por la hinchada erección del mayor, dándole suaves masajes de arriba hacia abajo. Viéndolo a los ojos con una mirada lasciva de completa excitación.

Los masajes a la parte íntima de Ichimatsu incrementaron de intensidad, haciendo que nuevamente quiera perder el control sobre sus actos.

—No nos hagas esto, Ichi. Solo por esta noche, tómame y piensa en mí como Jyushimatsu. Divirtámonos un rato, cariño. —Susurró en la oreja del mayor antes de lamer su lóbulo y morderlo moderadamente.

Ichimatsu cerró los ojos nuevamente y condujo sus manos hacia la cintura descubierta de Todomatsu, apretó esa piel al aire y la recorrió con lentitud. En su mente visualizó a quién deseaba tener entre sus manos, entonces su control se perdió por última vez en la noche.

Nuevamente lo volvió a besar y el juego reinició, esta vez el menor se puso sobre el mayor cuando lo empujó hacia la vieja cama de aquel pobre motel barato, el catre resonó en un chirrido al tener el peso de dos cuerpos sobre su colchón y siguió emitiendo sonidos molestos, pues la pareja no cesaba en movimientos.

Todomatsu sentó su cuerpo en el vientre de Ichi, meneando su cadera en un vaivén, solo para provocar más a su mayor y de paso, rozar su propia erección con ese cuerpo.

Sus reparaciones era lo único que se oía en la habitación, estruendosa y ruidosa, solo cuando Ichimatsu pasó sus manos por el trasero de su amante, el ruido más fuerte fue la de los gemidos en incremento del menor.

Cierra los ojos  [LEMON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora