Prólogo

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Prólogo

Hace seis meses...

Estaba tan apurada en todas mis investigaciones en aquel escritorio que ocupaba en la biblioteca, eso sí lo más alejado posible de todos y paz total. No encontraba el libro que ocupe la semana pasada, juré que había colocado el libro  en el carrito rojo, decido dirigirme con la bibliotecaria. 

Es una señora de edad avanzada y con la sonrisa más bonita del mundo, como si viera a mi abuelita, tenía más de cincuenta años, esta señora era un amor.

-Hola cariño, ¿qué puedo hacer por tí? -me preguntó tan calmada, seguro hacia la misma pregunta todos los días.

- ¡Hola señora Pents! No encuentro un libro -devolví el saludo.

- Pequeña son semanas de exámenes, - me miró con sus ojos de color  café- ya pensaste que alguien lo puede tener - contestó con la misma sonrisa que al principio.

- Hmmmm pero...-hice una mueca- nadie utiliza la biblioteca,  menos mis compañeros y, además, son finales... – en verdad casi nadie  se tomaba el  tiempo en estar en este lugar, preferían sentarse cinco minutos descargar el archivo y fin su búsqueda había concluido. Nada se comparada con lo de antes a lo de hoy, todos querían ser "Gente actualizada", pero suena mejor como yo les digo: "Gente retrasada".

Gire mi cabeza a los lados y desvié un poco la mirada:  ¡Lo encontré! Aquel libro que tanto me tenía loca, me dirigí hacia  él y me despedí con una sonrisa de la señora Pents. Pensé que estaba en la mesa sin usar, pero al momento de tomarlo alguien  me detuvo y regresé mis manos a la mesa.

- Yo lo estoy ocupando, por sí pensabas tomarlo- contesto él.

- No es cierto estaba aquí solo...-aclaré, pero me quede muda al verlo. Es un tipo muy guapo que seguro debe de ser el más codiciado por todas y solo una es la afortunada.

- Sí, es porque fui por más libros- me contraataco haciendo referencia a lo que llevaba en manos. Aclaré también que tiene un cabello y unos ojos que te hipnotizan.

- Entonces como ya acabaste me lo llevaré- intenté tomarlo pero algo, más bien alguien más me lo impidió, sí en efecto era alguien, que con todo su cuerpo se sostuvo ante el libro.

¡OH MI DIOS!

¡Qué brazos!

Clara deja de pensar en eso – me justició mi conciencia.

Acaso no has visto esos brazos.

Te recuerdo que soy tú y vemos lo mismo. Ah y no se te olvide que estás hablando con él y no conmigo, cierra esa boca que nos dejas en vergüenza.

Reaccione como si me hubieran dicho que tengo saliva cayendo de mi boca, él me miraba atento y con su ceja levantada, como preguntando ¿estás aquí?

- He dicho que lo estoy ocupando-dijo un poco desesperado por mi cara de tonta, exacto tenía mucha personalidad, pero algo tenía que arruinarlo 'la actitud'.

- ¿Cuánto tardaras? - pregunté borrando la sonrisa que antes seguro estaba en mis labios.

- No lo sé ¿te urge mucho?- preguntó divertido, si algo me caía mal de las personas era que se divirtieran de las personas y odiaba con el alma que esa persona fuera yo.

- Sí, obvio sí,  no estaría aquí contigo perdiendo el tiempo- dije un poco exasperada. En serio,  ya lo estaba odiando. Si él jodía yo podía joder lo doble, por algo soy Clara.

- Lástima para la otra llega temprano-contestó. No cabe duda ya lo odiaba. Date por muerto.

- Maldita sea eres jodidamente desesperante, pero me hubiera ido si mañana no tuviese que presentar un examen final, - respire si eso había salido de mi dulce boca - ¡Tendré qué esperar! ¡Mierda! - Si no cabe duda él y yo no nos llevaríamos, ni porque me pagaran un millón de pesos, de eso estaba segura.

Quédate conmigo esta nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora