Prólogo

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Es casi medianoche, creo que la de hoy es la que puedo llamar "la velada perfecta", el por qué se extiende a diversos motivos: el primero, toca Bailoteo, mi banda favorita en el mundo entero, el segundo: el clima favorece bastante, es una noche calurosa a pesar de que apenas estamos a mediados de septiembre y todavía no se ha terminado de instalar la primavera, y el tercero y principal es que está ella. Sí...ella, mi complemento, mi definición del todo, es difícil plasmar en una palabra lo que es estar enamorado, es un torbellino de sensaciones, esa vuelta vertiginosa de una gran montaña rusa, a la que no estoy dispuesto a bajarme. La observo menear sus brazos mientras acompaña a los artistas entonando la canción, con una melodía para nada afinada pero muy pasional, de esas que nacen desde adentro

-¿Qué? Me miras como si estuviera loca-Dice risueña.

-Bueno, un poco lo estás, pero me encantas así.- Observo a mi alrededor buscando a mi mejor amigo, a quien hemos cruzado unos minutos antes, pero no encuentro rastro alguno, lo más probable es que esté trabajando en alguna nueva conquista.-Oh por Dios, está sonando Locos de amor, ¿Me concede esta pieza, señorita?.

Vera ríe una vez más y nuestros cuerpos se dejan llevar por la magia del cuarteto, las luces del escenario llegan hasta nosotros, y hacen reflejo en sus ojos color miel, y esta vez río yo, giro y doy vueltas en sintonía tanto con el baile como con mi felicidad de tenerla y amarla. A medida que la canción va terminando, su sonrisa se desvanece poco a poco

-Sabes, me duele un poco la cabeza, tal vez debería ir al apartamento para sentirme más relajada.

-¿Estás segura mi amor? Déjame acompañarte, quiero asegurarme que estés bien.

-No, no, enserio voy a estarlo, tomaré un taxi y te enviaré un mensaje apenas llegue a casa, aparte quiero que disfrutes el concierto hasta el final, se lo que te gusta Bailoteo y quién sabe cuándo van a volver a dar otro.

Vacilé por un segundo, pero termine accediendo, quizás se debía más a que últimamente pasábamos mucho tiempo juntos además de convivir y no quería abrumarla o cansarla, creo que cada uno necesita su tiempo a solas también

-Bueno, pero avísame si necesitas algo por favor.

No era lo mismo el recital sin Vera, pero podría decir que fue divertido en general, bailé con todos los conocidos que me crucé, aunque todavía seguía sin saber dónde demonios estaba mi amigo. Le envié cientos de mensajes, pero ninguno tuvo respuesta, lo cual era muy raro de su parte, en general cuando íbamos a algún evento y terminaba dentro de lo que nosotros considerábamos "temprano" (3 AM o antes), nos quedábamos bebiendo en su casa o en alguna plaza cercana. Prometimos siempre hacerlo mientras durara la amistad, y, en el caso de no poder hacerlo porque nos encamábamos con alguna chica, nos enviábamos un mensaje con nuestro código de siempre: "party lengerie (*)", sí, cuando uno enviaba eso, el otro ya sabía muy bien el significado y al otro día tenía que saber dónde y con quién, empezó como una broma en mis días de soltero, pero ya se había vuelto una costumbre, últimamente de manera exclusiva de él hacía mí. Estaba muy extrañado, pero decidí irme a mi apartamento sin darle mayor importancia, lo más probable es que esté distraído de más y se haya olvidado de avisar.

            Cuando llegué a mi hogar, vi que todas las cocheras que hay en el patio delantero estaban ocupadas, incluyendo la mía, maldito anciano del segundo piso, vamos a tener una charla poco amistosa acerca de esto luego. Estacioné a la vuelta en el lugar más cerca que encontré, y fui caminando hasta mi casa, de manera sigilosa introduje la llave en el picaporte, no quería despertar a mi chica después de semejante jaqueca. Cuando termino de cerrar la puerta, me parece escuchar gritos, pero cuando me adentro más en el living me doy cuenta que son gemidos, quiero pensar que es algún otro vecino molesto, pero al subir las escaleras de la habitación se hacen cada vez más ensordecedores. De pronto, se me nubló la vista, las náuseas subieron hasta mi garganta, y mi dignidad descendió hasta el piso, no quería ver nada más que sangre, lo tomé al muchacho completamente desnudo, quien segundos atrás estaba encima de ella, gozando de ese placer tan insaciable como prohibido, y comencé a golpearlo sin parar, convirtiéndolo en una adicción pero sin poder apaciguar el dolor interno. Mis nudillos se tiñeron de rojo y la mirada de él demostraba su dolor físico, pero más que nada dejaba ver su traición.

-¡Para, para, lo vas a matar!

Ahora esos ojos color miel reflejaban miedo, mucho miedo, y destilaban en llanto, comencé a llorar yo también, no sé si por la bronca, la aflicción o un rejunte de todas las cosas. Y mirando un punto fijo, sin dejar de lagrimear, prosiguió:

-No te escuché entrar el coche

-Y no lo vas a volver a escuchar, quiero que te vayas y que no vuelvas nunca más.

Y así fue cómo cubierto de sangre, lágrimas y herido de todas las maneras posibles, los vi traspasar juntos la puerta de entrada.

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Referencias:

(*)= en español: fiesta de lencería.

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Nota de la autora:

Hola chicos!, bienvenidos a mi nueva novela, gracias por tomarse el tiempo de leer...les cuento que este es un nuevo proyecto que me tiene muy emocionada así que espero que les guste, es una novela narrada por distintos personajes y que va tomando unos giros muy interesantes. En fin, espero que hayan disfrutado su lectura, cualquier consulta/sugerencia que tengan estoy a total disposición de ustedes. Un gran abrazo!

Louddan.

El ritual de los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora