Vale la pena

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Vale la pena

A veces se tenía que pasar por un infierno para conocer el significado del verdadero amor. A veces se debía tocar fondo para poder sacar aquella fuerza interna para comenzar a levantarse nuevamente, para comprender que no todo estaba tan mal, que siempre se podía mejorar y encontrar el amor y el cariño de las personas que realmente nos quieren.

Zenitsu vivió años de pesadillas junto a Kaigaku y luego otros años más de pánico y miedo por el trauma que este le dejó.

Pero no estaba solo, nunca lo estuvo por mucho le intentaron hacerle creer.

Estuvo a punto de romperse y él fue el culpable por dejarse manejar de esa forma, al menos una parte, porque las relaciones son de a dos.

Pero ahora, mirando hacia atrás y viendo su presente sabía que había crecido, que las cosas eran mucho mejores y que si no fuera por Tanjiro, su familia y amigos todo hubiera acabado de una forma muy distinta.

Por suerte ese no fue su caso.

Pero a veces hay momentos en los que se sentía nuevamente pequeño e indefenso, momentos en los que volvía a ser ese joven indeciso y de poca autoestima capaz de aceptar lo que sea por un poco de cariño y afecto, aun si venía de la persona incorrecta.

En esos momentos de vacilación, Zenitsu tomaba su cuaderno y leía sus anotaciones. Ahí estaban escritos recuerdos de su vida que le daban a entender que no ya era así, que las cosas ya no eran así y que él era alguien nuevo y mejor. Que, a pesar de haber vivido cosas malas, las buenas también estarían ahí y si se dedicaba a perseguirlas y recordarlas su mundo sería mucho mejor.

Zenitsu sabía que se rompió con fuerza y de forma horrible en el pasado, pero Tanjiro pegó sus partes con mucho amor y cuidado regresándolo a ser el o lo más parecido a un él del pasado. Pero no solo Tanjiro, porque también él quiso regresar a la luz, deseó ser mejor y no vivir con los pesares de su antigua relación y ese cuaderno siempre se lo recordaba, era su mejor arma para los días oscuros.

No importaban las cosas malas o lo mucho que uno podía cambiar por las crueles situaciones que lo envolvían, siempre se podían pegar las piezas para luego admirar el resultado por haber elegido seguir en vez de quedarse en el suelo roto y perdido.

Su lista, su salvación, su amorometro como le gustaba llamarlo Tanjiro con una sonrisa de idiota enamorado luego de que él hubiera encontrado sin querer una lista de violentometro y llorado al respecto al recordar ciertas cosas desagradables de su pasado.

- No veas lo malo amor. – Le había dicho mientras lo besaba dulcemente en los labios. – Piensa en lo contrario.

- ¿Lo contrario? – Sus lágrimas seguían cayendo cual cascada.

- Si. – Le sonrió el otro con amor. – Mira.

Tanjiro señaló aquella horrible lista con una tranquilidad envidiable y colocó su dedo en el punto 0.

- Las bromas hirientes son halagos amorosos. ¿No te parece?

- ¿Halagos amorosos?

- Así es. – Tanjiro giró la cabeza para ver el punto 1. – Chantajear sería confianza... ¿Quién te ha alagado amorosamente y dado confianza? ¿Cómo lo hicieron?

- Yo...

Zenitsu negó con la cabeza aun llorando y el otro lo abrazó y besó sus cabellos.

- Haz vivido cosas malas Zen, pero estas vivo y a salvo.

- Si. – Susurró con los ojos cerrados y una sonrisa dejándose llevar por las palabras de su amado junto con la calidez de su cuerpo.

- Si existe una lista de ese tipo, pues hagamos lo contrario. ¡Un amorometro! ¡Así de fácil!

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