Esto es algo que olvidamos siempre. Tratamos de buscar en los demás la felicidad y el amor que debemos darnos nosotros mismos. Si no te quieres tú, siempre te faltará algo. El amor es un regalo, sea propio o ajeno. Un estado de felicidad que nosotros mismos podemos darnos.
Y cuando no lo hacemos llegan los silencios. Nos sentimos vacíos y queremos que otros nos llenen. Pero ellos nunca podrán llenarnos de nosotros mismos, que es lo que más falta nos hace. Hay que llenar ese amor propio primero antes de poder amar a nadie. Llenar tu cupo y con lo que te sobre, podrás amar a otros sin depender de ellos. Tal y como debe ser.
Y ojo, no digo que las sobras de tu amor sean suficientes para nadie. Sino que será el principio para amarles como de verdad se merecen. Luego será cosa de los dos hacer crecer las semillas de un amor que, por una vez, tenga las raíces bien plantadas en el suelo.
Pero antes de todo eso, tienes que quererte a ti. Entender que no necesitas a nadie para ser feliz y luchar cada día por amarte a ti mismo como esperas que otros te amen. Más incluso. Y serás feliz, te lo prometo, aunque la soledad sea tu única compañera. Te tendrás a ti para darte todo lo que otros no supieron.
Cómo iban a saber si lo que a ti te faltaba era quererte tú primero.