prólogo

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Me cargo la mochila al hombro alegremente y comienzo a bajar las escaleras con la emoción de un niño, saltándome los escalones de dos en dos.

Papá y mamá me esperan abajo junto con mi hermana Janies. Cada uno se ocupaba de sus tareas habituales: mamá leía un libro, papá cocinaba panqueques y Janies tenía la nariz metida en la computadora.

- Se te van a caer los ojos si esta tanto tiempo con esa computadora, J.

Pasé junto a ella y empujé su cabeza levemente en broma.

-Tú nunca podrías entenderlo, eres un inculto Maxie.- Se quitó los cascos y me dedicó un sonrisita insurgente- Es puro arte.

-Tu arte me lastima los oídos.

Janies era amante de la música, se la pasaba creando mezclas en programas especializados que yo nunca lograría entender.

-No te pases, cabroncito.

-¡Janies!

-Perdón, mamá.

Mamá era una mujer recta, estudiosa y sobre todo hermosa. Tenía ojos como esmeraldas y el pelo negro rizado tan hermoso que podría dejar idiotizado a un mismísimo dios. Y no lo digo solo porque es mi madre.

Dirige sus ojos hacia mí y me dedica una dulce sonrisa.

-¿Estás ya listo para tu nueva escuela?

Tomé una tostada y de un solo mordisco la metí entera en mi boca.

-Mhh- Asentí con la boca llena.

-Eres un animal- Janies me miraba con diversión en los ojos.

-Deberías empezar a cuidar tu dieta cariño, tu metabolismo será muy bueno pero no te va a acompañar toda la vida.

Mamá también era algo superficial.

-No hables solo de cosas físicas, su salud también estaría en riesgo.

Papá no lo era en absoluto.

Papá era un hombre grande y fortachón. Pero a pesar de su gran tamaño por dentro no era más malo que un rollo de canela. Carismático y muy alegre, siempre viendo el lado positivo a las cosas no importa como estuvieran. Su cara estaba todo el tiempo sonriente, lo que iluminaba aún más sus brillantes ojos caramelo.

-¿Te has puesto protector solar?- preguntó con su habitual amabilidad.

-Sip, como shiempre- Respondía aún con algo de pan en mi boca.

-Bien- dijo mamá- es hora de irse, llegarán tarde.

Janies y yo asentimos con determinación.

-Esperen, ¿No van a probar de mis panqueques?

-Papá vamos a llegar tarde.

-¿Ni uno solo?

-No- Janies, mamá y yo respondimos al unisono.

-Bueno, ya entendí, váyanse.

Janies tomó su mochila y corrimos hasta el pasillo. Justo allí estaba colocado un espejo con pequeñas notitas motivacionales como: "te vez muy bien hoy" o "sal ahí afuera y cómete el mundo". Me detuve un momento para mirarme en él.

En su reflejo vi nada más y nada menos que la copia exacta de nadie. No era como mi madre ni mi padre ni mi hermana, incluso compartiendo lazos de sangre.

Frente a mí estaba un chico con albinismo, una defecto genético por la cual el cuerpo no produce melanina. Lo que hace mi tez blanca, mi cabello blanco y mis ojos terriblemente claros y sensibles, celestes como el mismo cielo.

Lack Of Melanin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora