Capítulo 01

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Capítulo 1

BARTOLO

Míster Johnson, conocido mayormente solo como "Johnson", se disponía a cerrar la puerta de su casa con llave.

Ni una, ni dos. Si no con tres llaves para las tres cerraduras de la puerta principal.

Se tomaba el tiempo de asegurarse de que estuviesen bien cerradas; y partiendo de allí, salía al trabajo cada mañana llevando consigo su maletín de oficinista con el cual cargaba siempre de los papeles que muchos nunca entenderían.

La razón por la cual tomaba tanta precaución en cerrar su puerta era por su invitado. Su amigo. Su compañero. O como muchos le prefieren decir, su mascota.

Este, en particular, no tenía nada raro. Ni tenía la más mínima gripe o la mayor infección que uno se podría ocurrir. Simplemente, siendo ya habito de este canino, prefería quedarse dentro de la sala principal; ovillado entre un par de mantas mientras veía un show en vivo acerca de un concurso de canes.

Su dueño, Johnson, percatándose de ello, se aseguraba de cerrar las puertas con una mayor seguridad para así salvar todos los lujos que tenía en su casa que siempre que los veía lo hacían feliz: Los momentos de diversión y recuerdos que siempre compartía con su amigo, teniendo en marcos varios de ellos; pues este era su única compañía en su vida.

Pero cuando este se iba al trabajo, tanto el can como el oficinista, se quedaban más solos que cuando antes no tenían a nadie.

Por parte de Johnson, él podía hablar con sus compañeros de trabajo; cosa que se limitaba a realizar simplemente para dar indicaciones en este, pues este ocupaba el cargo de jefe dentro del segmento B, encargado de tener bajo su supervisión miles y miles de cuentas de todo tipo de empresas que se le apilaban cada semana.

Mientras tanto, descansando encima del sofá de la casa, el can, llamado Bartolo, solo se quedaba por el resto de la mañana viendo aquel programa que tanto le animaba ver, pues le ayudaba a no sentirse tan solo en dicho sitio. Pues, frente a él, siendo transmitido frecuentemente por cierto canal televisivo, se mostraba la documentación casi diaria de cierta celebridad a quien admiraba desde el fondo de su corazón.

Maya, la talentosa canina que asombraba a su publico con novedosas presentaciones y trucos que siempre sorprendían a los jurados en los concursos.

Esta celebridad, aunque no fuese igual de conocida como otros lujosos artistas del momento que se dedicaban a vocalizar palabras que ni sus hermanos le entienden, mostraba gran confianza en si misma; siendo apasionado con la mirada de esta, pues usualmente la joven canina miraba a la cámara cuando la grababan.

Bartolo sabía que ella no lo conocía; y lo más seguro es que nunca la podría si quiera presenciar en persona. Pero ver como le va a alguien que le cautivaba todo su ser era lo suficiente para no quedarse depresivo durante todo el tiempo que Johnson no estuviese a su lado rascándole las orejas.

El show, luego de transmitirse por una hora, siempre acababa. Eran ya las 10:30 de la mañana para ese entonces.

Johnson regresaba por lo menos a las 6:00 de la tarde. Se tardaba mucho; por su parte, él no quisiese demorar, pero el abrumador trabajo lo mantenía ocupado llegándole a estresar en varias ocasiones.

Sin nada que hacer, Bartolo solo se quedaba frente a una ventana trasera de la casa. Pues, detrás de esta, un parque se apreciaba no a muy lejos de donde él se encontraba.

Johnson muchas veces planeaba llevarlo a aquel sitio, pero Bartolo siempre se negaba. Tenía miedo, pavor, nervios y desequilibrio al momento de hablar con un desconocido; pues le recordaba a la experiencia que tuvo en las calles antes que Johnson lo rescatara.

La razón principal por la cual veía el paisaje de un parque verdoso con canes caminando y corriendo de un lado para otro, era por una simple razón que le entretenía por un buen rato.

Ver a canes socializando, atrapando pelotas que sus dueños lanzaban, tratando de seguir a ardillas que subían a las ramas de los árboles, intentar atraparse entre ellos; simplemente, todo eso le parecía emocionante.

Se preguntó a si mismo varias veces si podría ser igual de feliz en aquel sitio como los demás canes aparentan estar al convivir en un espacio al aire libre. Pero, recordó, que paraba siempre encerrado; y a causa de esto, no conocía a nadie.

Sin con nadie a quien hablar, no podía siquiera perseguir, charlar o convivir y esperar una respuesta. Estar solo en aquel parque solo lo haría volver a percatarse aun más de su propia soledad.

A decir verdad, permanecer adentro con seguridad no le parecía tan mala idea. Pero aun así tenía un poco de recelo al ver como un dueño estaba a punto de lanzar una pelota para que otro perro lo atrapase.

Veía con atención aquella pelota. Aunque fuese igual que todas, verla en movimiento lo hacia emocionarse desde sus más remotos inicios como cachorro.

Aunque, a decir verdad, esta pelota, que había lanzado aquel humano, parecía hacerse más y más grande a medida se le acercaba.

<<Se esta... acercando... Espera, ¡Se está acercando!>>

<<¡El vidrio! Cuida-... ¡Auch!>>

-¡Hey! ¡¿Estás bien?!

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2020 ⏰

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