Laika.

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Hey.
No me he olvidado de tí.

Laika, creo que recuerdo haber llorado tu muerte.

Hay fotografías de tí por todas partes.

Fotos enmarcadas encima del piano. Fotos descuidadas dentro de su diario.

Sé cómo eras, sé que eras la más callada de toda la casa, excepto cuando entrábamos por la puerta.

Ahí era cuando te hacías oír.

¿Por qué?

Viviste justo lo que te tocaba vivir en la vida real.

Sin embargo, en mi memoria solo viviste un tiempo corto.

Pero sé que no te he olvidado, me he olvidado de muchas cosas pero nunca podría decir que no te había visto antes.

Recuerdo que eras pequeña.

Eras negrita, marrón y tenías trazas blancas en la barriga.

Patitas cortas, pero el corazón más grande que puedes llegar a tener.

Sé que siempre nos hiciste bien.

No vivías conmigo sino con mi abuela, le hiciste compañía como todos los perros que ha tenido ella junto a sus hijos, en toda su vida.

Mi padre ya me explicaba historias sobre antiguos compañeros, con los que yo no he vivido, no había nacido todavía.

Pero creo que eras la primera compañera de mi abuela que recuerdo.

Porque hay ese problema, ese rompedor problema de no recordar nada.

Me siento así.

Me siento como si hubieran tapado los ojos a la fuerza, para no ver lo que tengo delante. Mis recuerdos.

No lo entiendo, soy demasiado joven como para perder la memoria. No es justo...

No es justo.

La amnesia me ha arrebatado 2 terceras partes de mi vida.

Solo recuerdo un ⅓. De ** años que tengo.

Cada día tengo más miedo de recordar menos.

No debo ser pesimista.

~--------------~

Hoy he tocado el piano.

En casa de mi abuela, dónde están todas esas fotos; el teclado destapado.

Dime, Laika, ¿Te gustaba la música?

Estoy seguro de que sí.

Como parte de la familia de músicos y artistas. Seguro que tuviste el privilegio de escuchar a la abuela tocar, ahora ya no toca casi nada.

Era profesora de piano, ¿Sabes que se ha vuelto sorda, de tanto piano?

Es una gran lástima.

Ah, y gracias por haberla acompañado.

Cuando hoy intentaba tocar el instrumento, ella leía su diario junto a su amiga de la infancia, que ha venido a comer con nosotros.

Han hablado mucho de tí, Laika.

No he podido evitar que se me salieran las lágrimas.

Al acabar está carta no quiero volver a llorar.

El diario hablaba sobre vuestra amistad.

Una amistad muy especial y tú, Laika, la hiciste tan especial que no deseo que se acabe nunca.

Porque no te has ido.

Nunca te fuiste, te seguimos recordando, y aunque yo te hubiese olvidado, el resto de la familia no.

El diario de la abuela hablaba de que nadie la escucha.

Si te habla a tí, Laika, ¿quién la oye?

Por eso es tan importante dejar el mensaje en esas páginas.

No he dejado de tocar el piano para escucharlas leyendo.

Ellas no han parado de leer para escucharme tocar el piano.

Lo que sí que ha pasado es que yo he llorado y no me han escuchado.

Tampoco hacía falta que me escucharan.

Pero tú puedes oírme, ¿Verdad?

No oírme llorar, ¡Oírme reír!

Río porque no me han alejado de tí.

No, porque todavía te recuerdo, te podrían haber secuestrado y alejado de mi mente, eso provocaría que no te reconociera en las fotos ¡pero te reconozco!

Estoy feliz.

Aunque recuerdo que te fuiste.

Podrían haber borrado eso, tu pérdida.

Pero solo han dejado un pequeño fragmento de tí en general y tu fallecimiento.

¿Se puede ser más cruel?

Pero sigo feliz.

No diré ojalá por nada.

Seguiré feliz.

Quiero seguir siendo feliz.

Lo intentaré.

Laika, te quiero.

-Rossinyol

Te recuerdo, LaikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora